La emergencia sanitaria está acentuando las disparidades económicas y sociales. En el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) temen que se profundicen e incluso ocurra un retroceso del desarrollo humano global, por primera vez en treinta años.
Un nuevo informe de la organización advierte el deterioro de las condiciones a nivel sanitario, educativo y de calidad de vida. La pandemia de la COVID-19 está, además, ampliando la desigualdad.
La pandemia de coronavirus podría retroceder por primera vez desde el año 1990 el desarrollo humano global. Calculado como una combinación de factores esenciales vinculados a la educación, salud y calidad de vida.
El estudio señala que los retrocesos en elementos básicos del desarrollo humano “ya están en marcha en la mayoría de los países de todas las regiones, ya sean ricos o pobres”.
Retroceso en el desarrollo de los pueblos
Tras la muerte de 300.000 personas por la COVID-19, las estimaciones para este año apuntan a una caída del 4% de la renta per cápita mundial.
Otro factor para tener en cuenta es que con el cierre de las escuelas el Programa de la ONU estima que el 60% de los menores no reciben ningún tipo de educación. Este dato situaría la desescolarización global a niveles inéditos desde la década de los ochenta.
«En los últimos treinta años el mundo ha presenciado muchas crisis, incluida la financiera mundial de 2007-2009. Todas han afectado con fuerza al desarrollo humano, pero en general, a nivel global se ha conseguido avanzar cada año. Sin embargo, el triple impacto a la salud, a la educación y a los niveles de ingresos por la COVID-19 puede alterar esta tendencia», dijo el administrador del PNUD, Achim Steiner.
Las previsiones del informe apuntan a que la caída del desarrollo humano será mucho mayor en los países en desarrollo que en los más ricos. Disponen de menos recursos para manejar los efectos sociales y económicos de la pandemia.
El PNUD propone cerrar brecha digital
El director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD, Pedro Conceição, señaló: «Esta crisis muestra que si no somos capaces de integrar la equidad en nuestras políticas muchas personas quedarán atrás. Esto cobra especial relevancia en el caso de las nuevas necesidades del siglo XXI, como el acceso a Internet, que nos permite aprovechar los beneficios de la teleeducación, la telemedicina y el trabajo desde casa».
El estudio sugiere que la aplicación de medidas centradas en la igualdad tendría un costo razonable. Por ejemplo, cerrar la brecha digital en los países de renta media y baja solo costaría un 1% de los paquetes de estímulo fiscal aprobados en todo el mundo hasta el momento en respuesta a la COVID-19.
La importancia de las políticas de equidad se reflejan en el marco de las Naciones Unidas para la respuesta socioeconómica inmediata ante la crisis de la COVID-19. Allí se establecen unos criterios básicos para una buena gobernanza ecológica y en igualdad de género desde la que construir una «nueva normalidad».
El marco recomienda la adopción de cinco pasos prioritarios para enfrentar la complejidad de esta crisis. Proteger los sistemas y servicios sanitarios, mejorar la protección social y proteger los empleos, las pequeñas y medianas empresas y los trabajadores del sector informal.
Asimismo, aplicar políticas macroeconómicas que beneficien a todas las personas. Y promover la paz, la buena gobernanza y la confianza para reforzar la cohesión social. Sería un gran contribución para evitar el retroceso del desarrollo humano global.
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