La creación inmediata de un ingreso básico temporal para las personas más pobres del mundo podría frenar el avance de la COVID-19. Permitiría que cerca de 3.000 millones de personas se queden en sus hogares y no sean infectados ni propaguen el SARS-CoV-2.
El planteamiento lo hizo este jueves el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Lo considera una medida factible que se necesita con urgencia para frenar la pandemia. La COVID-19 continúa infectando a más de 1,5 millones cada semana, particularmente en los países en desarrollo, en los cuales un 70% de la población activa se gana la vida en los mercados informales. Si se quedan confinados en su casa no pueden obtener dinero para sobrevivir.
199.000 millones de dólares por mes
El informe Ingreso básico temporal: protección de las personas pobres y vulnerables en los países en desarrollo» estima que la medida costaría unos 199.000 millones de dólares por mes para proporcionar un ingreso básico garantizado y con un límite de tiempo a los 2.700 millones de personas que viven por debajo o por encima de la línea de pobreza en 132 países.
«Muchas de las personas no cubiertas por los programas de seguro social son trabajadores informales, de bajos salarios, mujeres y jóvenes, refugiados y migrantes, y personas con discapacidad, y son los más afectados por esta crisis», indica el PNUD.
«Tiempos sin precedentes requieren medidas sociales y económicas sin precedentes. Esto podría haber parecido imposible hace solo unos meses», dijo el jefe del PNUD, Achim Steiner.
Efectos sociales crecientes
El PNUD ha llevado a cabo evaluaciones sobre los efectos socioeconómicos de la COVID-19 en más de 60 países. Los datos confirman que los trabajadores que carecen de beneficios no tienen más remedio que aventurarse a la calle. Y ponen en riesgo a ellos y a su familia. Un ingreso básico temporal les daría los medios para comprar alimentos y pagar los gastos de salud y educación.
También es un movimiento fiscal realista. Un ingreso básico temporal de seis meses, por ejemplo, requeriría solo el 12% de la respuesta financiera total esperada en 2020 para enfrentar a la COVID-19. El monto equivale a solo un tercio de lo que los países en desarrollo deben en deuda externa.
Medida temporal
Sin embargo, el PNUD advierte que un ingreso básico temporal no debe verse como una solución definitiva. La protección de los empleos, la expansión del apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas y el uso de soluciones digitales para identificar y acceder a las personas excluidas son medidas adicionales que los países deben tomar.
La agencia sugiere que algunos países podrían pagar la medida radical reutilizando fondos que habrían utilizado para pagar su deuda nacional. Las economías emergentes y en desarrollo gastarán 3,1 billones en el pago de la deuda este año.
Un estancamiento integral de la deuda para todos los países en desarrollo, como lo solicitó el secretario general de la ONU, António Guterres, permitiría a los países canalizar temporalmente estos fondos en medidas de emergencia.
Varios países ya han comenzado a adoptar el concepto. España aprobó recientemente un presupuesto mensual de 250 millones de euros. El programa permitirá, en teoría, cuando se implemente, completar los ingresos de 850.000 familias vulnerables y 2,3 millones de personas, hasta un umbral mínimo.
El Estado de Togo en África Occidental ha distribuido más de 19,5 millones en ayuda financiera mensual a más del 12% de la población. La iniciativa se aplica a través de su programa de transferencia de efectivo, principalmente a mujeres que trabajan en el sector informal.
Lea también: