Alberto Silva
El papa Francisco, durante su vuelo de regreso a Roma desde Panamá, reconoció que “el pueblo venezolano está sufriendo”, pero agregó “incluso los que están de una parte y de otra”. ¿Quiere decir esto que están sufriendo también los militares, que tienen las armas, al igual que los llamados colectivos o fuerzas paramilitares del régimen, y que han matado varias decenas de personas, herido a varios centenares y arrestado injustamente a otros tantos, muchas veces sometiéndolos a torturas?.
¿Quiere decir esto que están sufriendo los jefes civiles y militares de la dictadura, a los que no les falta nada para vivir y más bien les sobra con todo lo que han robado y siguen robando? Además, expresó “¿Qué es lo que me asusta? El derramamiento de sangre”. ¿Quién derrama la sangre? ¿Los que sostienen la dictadura o los que piden libertad y democracia?.
El papa Francisco no puede mostrar ignorancia en este tema, pues es informado periódicamente por la Conferencia Episcopal Venezolana y por sus propios servicios diplomáticos.
Pero allí no se quedaron las declaraciones, el Papa agregó: “Y si yo entrara a decir ‘háganle caso a estos países, háganle caso a estos otros que dicen esto’, me metería en un rol que no conozco. Sería una imprudencia pastoral de mi parte y haría daño”. ¿Puede el papa evadir su responsabilidad argumentando: “Mis ovejas se están peleando y yo, como pastor, no puedo estar a favor de ninguna de ellas”?.
El Papa debe descubrir y condenar error
Es importante recordar lo que está establecido en el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica: “La Iglesia interviene emitiendo un juicio moral en materia económica y social, cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona y el bien común”. También se afirma en el catecismo: “Se oponen a la doctrina social de la Iglesia los sistemas económicos y sociales que sacrifican los derechos fundamentales de las personas …. Por eso la Iglesia rechaza las ideologías asociadas, en los tiempos modernos, al «comunismo» u otras formas ateas y totalitarias de «socialismo»”.
¿Ignora el Papa que en Venezuela se están sacrificando los derechos fundamentales de las personas? ¿Ignora el Papa que en Venezuela hay una dictadura, sin separación de poderes ni elecciones libres? ¿Ignora el Papa que hay muertos, heridos, detenidos y torturados por la dictadura? ¿Ignora el Papa que la gente está pasando hambre y se muere por falta de recursos médicos? ¿Ignora el Papa que más de tres millones de venezolanos han tenido que huir de su país porque no pueden gozar de sus derechos fundamentales? Por supuesto que no lo ignora.
El Papa no es un político, ni un diplomático ni un negociador cualquiera; ese no es su rol. El Papa tiene la obligación de descubrir y condenar errores y definir y guiar la conducta moral de los católicos.
No más diálogo
Ya tenemos un Rodríguez Zapatero y no necesitamos otro. No necesitamos un Papa que siga creyendo que el diálogo es la solución para Venezuela. Ninguna dictadura ha cesado jamás por el diálogo, sino por la fuerza. La dictadura de Maduro, como todas las demás, solo utiliza el diálogo como instrumento para seguir en el poder. Estúpidamente se han perdido muchos años intentando solucionar el problema de Venezuela por esa vía, pero la dictadura lo que ha hecho es aprovecharse y burlarse del diálogo. No necesitamos más diálogo sino el cese de la dictadura y el retorno a la democracia.
El Papa es el vicario o representante de Jesucristo en la tierra. Es imposible pensar que Jesucristo, en su lugar, hubiese hablado con palabras como las del papa Francisco. Ante la situación venezolana, Jesucristo no habría vacilado en denunciar la opresión. Francisco debería recordar las palabras de Jesucristo: “Como ustedes saben, los que se consideran los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños, y los que tienen algún puesto hacen sentir su poder” (Mc 10,42); “Los reyes de las naciones se portan como dueños de ellas y, en el momento en que las oprimen, se hacen llamar bienhechores” (Lc 22,25). Es muy triste y duro, como católico, tener que decir esto, pero creo que el Papa debe admitir su error y rectificar.
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