Por Javier Alonso / Efe
El Papa ha reivindicado acabar con los privilegios de algunos países en la toma de decisiones en Naciones Unidas y en organismos financieros que dictan medidas que suponen un «abuso o usura» en los países en vías de desarrollo.
El papa Francisco pronunció un discurso en Naciones Unidas, la primera vez que un papa se dirige a un grupo tan amplio de gobernantes mundiales en su Asamblea General, en el que denunció además el abuso y destrucción del medio ambiente, contra el que pidió «pasos concretos y medidas inmediatas».
El pontífice está haciendo historia en su visita a EEUU. El jueves se convirtió también en el primer papa en pronunciar un discurso en el Congreso de Estados Unidos, al que se dirigió de un modo «claro y conciso» para abordar asuntos claves en el país como la situación de los inmigrantes, la pena de muerte o la pobreza.
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Ante el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, el papa Francisco dijo claramente que hay que acabar con el privilegio del que gozan los cinco miembros permanentes de su Consejo de Seguridad (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia).
Debe ser el final también para los privilegios «en los organismos financieros internacionales y los grupos o mecanismos especialmente creados para afrontar las crisis económicas», opinó el papa.
El papa criticó que los sistemas crediticios impuestos a ciertos países por parte de esos organismos financieros internacionales, «lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia».
Jorge Mario Bergoglio insistió en que «ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de sus agrupaciones sociales».
El objetivo último, dijo, debe ser «conceder a todos los países, sin excepción, una participación y una incidencia real y equitativa en las decisiones».
Atacó Bergoglio lo que denominó «falsos derechos», que se oponen a «grandes sectores indefensos, víctimas de un mal ejercicio de poder», y recalcó que hay que «afirmar con fuerza» los derechos de mujeres y hombres excluidos, «consolidando la protección del ambiente».
Medio Ambiente
Como se esperaba, el papa Francisco instó a que en la próxima Conferencia de París sobre Cambio Climático se alcance acuerdos «fundamentales y eficaces» y habló del concepto del «derecho del ambiente» porque, aseguró, «cualquier daño al ambiente (…) es un daño a la humanidad».
El Pontífice dijo que los cristianos y las otras religiones monoteístas creen que el universo resulta de una decisión del Creador y que el hombre puede servirse respetuosamente de la creación, pero afirmó: «no se puede abusar de ella y mucho menos está autorizado a destruirla».
El pontífice elogió la existencia de la ONU como «historia de importantes éxitos comunes», pero criticó las consecuencias del «incumplimiento» de las normas internacionales que de ella emanan.
«Cuando se confunde la norma con un simple instrumento para utilizar cuando resulta favorable y para eludir cuando no lo es, se abre una verdadera caja de Pandora de fuerzas incontrolables, que dañan gravemente las poblaciones inermes, el ambiente cultural e incluso el ambiente biológico», precisó Francisco.
Recordó, asimismo, que la paz está en el preámbulo y primer artículo de la Carta de las Naciones Unidas y que por ello resulta más contradictorio permitir la proliferación de las armas de destrucción masiva, sobre todo las nucleares.
Por eso abogó por la «total prohibición» de estas armas, porque implican una ética y un derecho que son un «fraude a toda la construcción de las Naciones Unidas», que se convertirían así en «naciones unidas por el miedo y la desconfianza».
Como líder espiritual de los católicos, reivindicó, por otra parte, el «derecho a la educación» y, particularmente, el «derecho primario de las familias a educar, y el derecho de las Iglesias y de agrupaciones sociales a sostener y colaborar con las familias en la formación de sus hijas e hijos».
El papa pidió a los gobernantes mundiales que hagan todo lo posible para que todos puedan tener una «mínima base material y espiritual» para ejercer su dignidad y formar y mantener una familia.
«Techo, trabajo y tierra» es el mínimo absoluto en lo material, y «libertad del espíritu, que comprende la libertad religiosa, el derecho a la educación y los otros derechos cívicos».
El indicador para comprobar si esos mínimos se cumplen deberán ser, añadió: «vivienda propia, trabajo digno y debidamente remunerado, alimentación adecuada y agua potable; libertad religiosa y, más en general, libertad del espíritu y educación».
Habló «claro» ante el Congreso
Haciendo suya la «regla de oro» de «no hagas a los demás lo que no quisieras para ti mismo», el papa Francisco se dirigió el jueves al Congreso de Estados Unidos de un modo «claro y conciso».
La histórica intervención del pontífice, la primera de un santo padre ante el Legislativo estadounidense, no tomó partido explícito por las políticas de unos u otros, demócratas o republicanos, pero sí fue firme en la posición de la Iglesia acerca de asuntos que en Estados Unidos resultan muy divisorios.
En este sentido, Brian Porter-Szücs, experto en catolicismo romano de la Universidad de Michigan, explicó a Efe que ejemplo de ello fue la alusión implícita del pontífice al aborto cuando habló de la protección a la vida, momento que aprovechó para virar su argumento de manera «sorprendente» y pedir la abolición de la pena de muerte, una práctica aún activa en EEUU.
«Mientras escuchaba el discurso del papa ante la sesión conjunta del Congreso me llamó la atención el contraste con otros discursos pronunciados por los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI en ocasiones similares», dijo el experto.
Según Porter-Szücs, los papas anteriores adoptaron un «estilo retórico» que les permitió estar por encima de los debates políticos mundanos para que la Iglesia «pudiera conservar una postura distante, no partidista», sin embargo es innegable que «Francisco tiene un enfoque diferente».
«Habla directamente y, a menudo, específicamente sobre los asuntos que le conciernen. En realidad no difiere de sus predecesores sobre las cuestiones fundamentales, pero las trae a tierra de una manera que no hemos visto antes», insistió.
Para Daniel Ramírez, profesor asistente de cultura estadounidense en la misma universidad, uno de los asuntos en los que el pontífice fue más claro fue la inmigración, presentándose a sí mismo como «hijo de inmigrantes» y recordando a los congresistas que todos ellos, sin excepción, también lo son.
«Cambió la discusión: ¿Qué hacer con los inmigrantes? Nos recordó que la mayoría de los pueblos de las Américas vinieron del extranjero y que en nuestro tratamiento hacia el extranjero desobedecemos la regla de oro (…) y que esa regla se aplica también a los humanos en todas las etapas del desarrollo», afirmó.
«En otras palabras, los provida también deben ser proinmigrante», señaló.
Pese a una fuerte demanda social y presiones tanto de la Casa Blanca como de grupos activistas, el Congreso estadounidense no ha sido capaz de ponerse de acuerdo para legislar sobre una reforma migratoria que ponga solución a las carencias, reconocidas por todos, que sufre el sistema.