Una movilización estimada en un millón de jóvenes de todo el mundo se reúne en Lisboa para ampliar su compromiso de fe y tener un encuentro cercano con Dios, con la Iglesia y con el papa Francisco. La Jornada Mundial de la Juventud llegó a su fin este domingo luego de una intensa semana de oración, cantos, reflexión y espacios de esparcimiento. El santo padre se contagió de la desbordante alegría, pero también los invitó a estar «atentos» y no dejarse engañar por lo que se esconde detrás de las «redes sociales».
El pontífice de 86 años de edad, y pese a algunos quebrantos de salud, cumple entusiasta una vigorosa agenda en la capital portuguesa. El sábado se trasladó en helicóptero al Santuario de Fátima, a unos 120 kilómetros de Lisboa, para orar con jóvenes enfermos y peregrinos.
Francisco, con manifiesta empatía hacia los jóvenes, les habló directo y en su lenguaje. “Ustedes no están aquí por casualidad. El Señor los llamó, no solo en estos días, sino desde el comienzo de sus vidas”, dijo en uno de sus discursos que comenzó leyendo y luego apartó los papeles para expresar lo que sentía su corazón en ese momento. “Al principio de la trama de la vida, antes de los talentos que tenemos, antes de las sombras, de las heridas que llevamos dentro, hemos sido llamados. ¿Por qué? Porque somos amados”, manifestó a la juventud congregada en el Parque Tejo.
Su intervención se centró en el amor incondicional de Dios. Confió a los jóvenes que mientras el mercado los mira como números, el Señor ve en ellos rostros. “Que en estos días grabemos en el corazón que somos amados como somos. Dios nos ama como somos. Este es el punto de partida de la vida”, enfatizó.
Francisco en la gran jornada mundial de jóvenes
En clara alusión a las redes sociales, el papa abordó el impacto de esas herramientas en los jóvenes. Resaltó: “El nombre de cada joven es conocido y sometido a algoritmos que loss asocian preferencias, pero no la unicidad de cada personas (cualidad de lo que es único) , sino la utilidad para los estudios de mercado”.
“Cuántos lobos se esconden detrás de sonrisas de falsa bondad, diciendo que saben quién eres, pero que no te quieren. Insinúan que creen en ti y prometen que vas a llegar a ser alguien, para después dejarte solo cuando ya no les interesas. Estas son las ilusiones de lo virtual y debemos estar atentos para no dejarnos engañar”, aconsejó.
Asimismo, Francisco comentó que esas son “pompas de jabón” que no sirven y que los dejan vacíos por dentro. “Les digo una cosa, Jesús no es así, Él confía en ti, confía en cada uno de ustedes, en cada uno de nosotros. A Jesús le importa cada uno de nosotros”.
Afirmó que la Iglesia de Cristo es “la comunidad de los que han sido llamados, no de los mejores, todos sus integrantes somos pecadores». “Pensemos que somos llamados como somos, con los problemas que tenemos, con las limitaciones que tenemos, con nuestra alegría desbordante. Jesús me llama como soy, no como quisiera ser. Somos una comunidad de hermanos y hermanas de Jesús, hijos e hijas del mismo Padre”, levantó el corazón.
«No tengan miedo. Tengan coraje, vayan adelante sabiendo el amor que Dios nos tiene. Dios nos ama, digámoslo juntos todos con fuerza: Dios nos ama”, concluyó.
La Iglesia no tiene puertas, todos pueden entrar
En la continuidad de estas masivas concentraciones de jóvenes que datan de 1986, cuando se realizó en Roma la primera Jornada, el papa visitó a la Virgen de Fátima. Bajo un cielo grisáceo, debido a un incendio en la cercana Leira, el helicóptero que transportó a Francisco hasta el Santuario dio dos vueltas. Cerca de 200.000 fieles se mantenían expectantes y en silencio. Al aterrizar y movilizarse en el papamóvil, hubo un estruendoso aplauso.
“La pequeña capilla en la que nos encontramos es una hermosa imagen de la Iglesia acogedora, sin puertas. La Iglesia no tiene puertas para que todos puedan entrar”, señaló. En la capilla de las apariciones Francisco rezó el rosario acompañado de jóvenes enfermos y peregrinos.
En Fátima, lugar muy especial para la fe católica de Portugal y el mundo, el papa recordó que ésta es “la casa de la Madre” y que una madre siempre tiene el corazón abierto para todos sus hijos. “Todos, sin exclusión”, subrayó
Desde el martes, cuando llegó en el vuelo de Ita Airways con cero impacto ambiental de CO2, Francisco se ha reunido con jóvenes voluntarios, seminaristas, religiosos, sacerdotes, con músicos de las Scholas Occurrentes y artistas de varias agrupaciones de teatro. También con las autoridades y estudiantes de la Universidad Católica de Portugal, también con la comunidad universitaria que trabaja con jóvenes en situación de fragilidad social y económica, migrantes y refugiados.
Igualmente, presidió la ceremonia de acogida en la Colina do Encontro (Parque Eduardo VII), varias liturgias y una confesión muy nutrida de jóvenes en la Ciudad de la Alegría (Jardim Vasco da Gama).
Un título debe servir para trabajar por una sociedad justa
El santo padre preparó y compartió un discurso inspirador con los miles de estudiantes universitarios. Los increpó diciéndoles que “un título académico no debe verse como una licencia para lograr el bienestar personal, sino como un mandato para trabajar por una sociedad más justa e inclusiva, verdaderamente progresista”.
Francisco se refirió a los retos de docentes y alumnos y su contribución a un mundo más equitativo y de paz. “Una universidad serviría de poco si fuera simplemente para entrenar a la próxima generación y perpetuar el actual sistema global de elitismo y desigualdad en el que la educación superior es el privilegio de unos pocos. Si el conocimiento no se acepta como una responsabilidad, servirá de poco”, reiteró.
En su disertación recordó que en el libro de Génesis, las primeras preguntas Dios son: “¿Dónde estás?”.y “¿Dónde está tu hermano?”. Francisco preguntó a los estudiantes: “¿Dónde estoy? ¿Estoy atrapado en mi propia burbuja o estoy listo para correr el riesgo de dejar atrás mi seguridad y convertirme en un cristiano fiel que trabaja para construir un mundo de justicia y belleza? ¿Dónde está mi hermano o hermana?”.
Algunos estudiantes manifestaron sus ideas y compromisos esperanzadores para el futuro. Entonces, Francisco les dijo que sus palabras le recordaban las del artista portugués José de Almada Negreiros (1893-1970), quien escribió: “Soñé un país donde todo el mundo podía convertirse en maestro”. El obispo de Roma expresó “¡Este anciano que ahora les habla también sueña que la suya se convertirá en una generación de maestros! Maestros de la humanidad. Maestros de la compasión. Maestros de nuevas oportunidades para nuestro planeta y sus habitantes”.
Francisco, como un padre de parroquia
En el gran parque se colocaron 150 confesionarios construidos por jóvenes católicos con materiales reciclados y reciclables, accesibles a los discapacitados. Francisco llegó en silla de ruedas a la reunión con representantes de varios centros asistenciales y de caridad, pero antes confesó a un español de 21 años de edad, una guatemalteca de 33 y un italiano de 19.
Francisco Valverde, el español, contó que al confesarle sus faltas al papa, tuvo también tiempo de comentar algunos detalles y de recibir consejos en algunas cosas. «Vine a ver a un papa y me he encontrado con el humilde párroco de cualquier parroquia de cualquier pueblo, de cualquier ciudad», dijo. Detalló que estuvo siempre muy cercano y que con su mirada tranquila «no le hizo sentir ningún tipo de vergüenza, ningún tipo de presión, en ningún momento. Comentó que al conocer que tenía novia, Francisco señaló que no olvidara avisarle cuando se casen.
Horas después, en el Parque Eduardo VII de Lisboa se realizó el Víacrucis. Francisco recordó que la cruz es el signo sagrado “del amor más grande”, con el que Cristo quiere abrazar la vida de los hombres.
Los jóvenes del grupo de coreografía trasladaron la cruz peregrina a un lado del escenario, por el cual comenzó a ascender según se avanzaba en cada estación. Las meditaciones se centraron en las fragilidades, heridas y necesidades de los jóvenes de hoy, como la violencia, la soledad, el desafío de las redes sociales, la necesidad de solidaridad y compromiso, la salud mental, entre otros.
Ante el llanto y la soledad, abrir las ventanas
En el Viacrucis, el pontífice propuso a los jóvenes que cada uno se respondiera a sí mismo las siguientes preguntas: «¿Yo lloro de vez en cuando? ¿Hay cosas en la vida que me hacen llorar?». Y señaló que «todos hemos llorado y lloramos todavía. En el llanto Jesús está con nosotros, Él llora con nosotros, y nos acompaña en la oscuridad que nos lleva al llanto». Francisco insistió en que Jesús espera nuestra compañía y abrir las ventanas del alma de cada uno de nosotros. Y clamó: “¡Qué feas son las almas cerradas, que siembran para adentro, sonríen para adentro! No tienen sentido”.
Cientos de jóvenes manifestaron por distintas vías sus experiencias. Muchos relataron que llevaban un año ahorrando para emprender el viaje, otros confesaron sentirse llamados por Dios para su conversión, incluso, otros ven claro su futuro en las filas de la Iglesia.
Antes de partir de vuelta a Roma, Francisco se reunió con un grupo de 15 jóvenes peregrinos de Ucrania y les expresó su cercanía, además de rezar con ellos por el final de la guerra.
Faltando horas para concluir la jornada, Lisboa era un torbellino de emociones. El domingo en la tarde finalizó con la entrega de las cruces de la Jornada Mundial de la Juventud a los representantes de los cinco continentes.