Días antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, soviéticos y alemanes firmaron un acuerdo que sería crucial para la historia. El Pacto Ribbentrop-Mólotov, también conocido como el Tratado de no Agresión entre Alemania y Unión Soviética. Fue un acuerdo firmado el 23 de agosto de 1939, pocos días antes del inicio de la guerra más letal de la historia.
El pacto estipulaba que Alemania entregaría productos manufacturados, a cambio de materia prima soviética. Sin embargo, este tratado fue uno de los detonantes de la Segunda Guerra Mundial.
Movimiento estratégico de Stalin
Desde el ascenso meteórico de Adolf Hitler y su partido nazi, la URSS había previsto las intenciones expansionistas de la Alemania nazi. Por ello, los soviéticos intentaron alcanzar un acuerdo de seguridad colectiva junto con Francia y el Imperio Británico. Los acuerdos de Múnich, firmados por Reino Unido, Francia, Italia y Alemania en septiembre de 1938, dejó a los soviéticos solos ante una posible invasión alemana.
El líder soviético Iósif Stalin inició una nueva orientación diplomática y envió a Viacheslav Mólotov para que iniciara inmediatamente negociaciones con von Ribbentrop, ministro nazi de asuntos exteriores.
Stalin optó por el pacto con Hitler para conseguir el tiempo necesario que le permitiera reconstruir su ejército, el cual estaba fuertemente debilitado por las purgas de 1937. Para Alemania, el pacto le abría la posibilidad de invadir Polonia y volverse posteriormente contra Gran Bretaña y Francia.
El pacto de no agresión se firmó en Moscú, nueve días antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial. A este tratado se le unió un protocolo secreto que dividía a Europa oriental en zonas de influencia germana y soviética. Se acordó la partición de Polonia y se dejó a Finlandia, Estonia, Letonia y Lituania en el área de influencia soviética.
La debacle de Hitler y el fin de la Segunda Guerra Mundial
Las relaciones entre ambos países empezaron a empeorar ante la presencia de tropas alemanas en Finlandia y Rumania. La Alemania nazi comenzó a expandirse por todo el viejo continente.
Aun así, Stalin evitó toda provocación contra Hitler, calculando que el ejército rojo aún no estaba preparado para enfrentar con éxito el poderío militar de la Wehrmacht alemana.
Hitler no había renunciado a su proyecto de expansionismo militar contra la URSS. Los preparativos para la «Operación Barbaroja» se hicieron rápidamente, y la decisión de atacar a la Unión Soviética fue confirmada por Hitler en una asamblea de guerra el 18 de diciembre de 1940.
Así se inició una enorme campaña militar que se extendió hasta 1945. Las tropas alemanas esperaban acabar con la URSS, pero las tropas soviéticas y el duro invierno ruso jugaron a favor de Stalin. Alemania había invertido grandes cantidades de recursos humanos y materiales para la invasión. Luego de su fracaso, los soviéticos barrieron con Europa del este hasta llegar a Berlín, mientras los estadounidenses, británicos, canadienses y franceses tomaron Europa por el oeste.
La derrota final alemana dio cierre a una etapa bélica muy oscura en la historia de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial.
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