Desde hace décadas, la diabetes tipo 2 ha sido objeto de debate en la comunidad médica y científica. Con el aumento alarmante de casos ha surgido la pregunta de si las dietas estrictas podrían ser la clave para controlar y revertir esta enfermedad metabólica. Sin embargo, detrás de este tema aparentemente sencillo se esconde un negocio multimillonario que involucra a la industria farmacéutica, en particular la de la producción y venta de insulina, así como a intereses económicos que parecen priorizar sus beneficios sobre la salud de los pacientes.
Más de 100.000 personas mueren anualmente por diabetes en Estados Unidos. La enfermedad afecta a 38 millones de estadounidenses, y otros 90 millones se consideran prediabéticos. Las personas negras son sus principales víctimas. Es un mal que resulta muy caro a los pacientes. Las visitas al médico, las estancias en el hospital, la insulina, las tiras reactivas de sangre, las amputaciones de piernas, los monitores continuos de glucosa y numerosos medicamentos para reducir la glucosa suman alrededor de 400.000 millones de dólares al año. Y lo más desconcertante es que a diferencia de muchas otras enfermedades (como ciertos cánceres, el Alzheimer, la enfermedad renal o la enfermedad de Crohn), la diabetes tipo 2 es reversible.
La Asociación Americana de Diabetes ha desempeñado un papel crucial en la difusión de información sobre la enfermedad y en la promoción de tratamientos convencionales, que suelen incluir la administración de insulina. Si bien la insulina es vital para las personas con diabetes tipo 1, cuyos cuerpos no producen esta hormona de forma natural, su papel en el tratamiento de la diabetes tipo 2 ha generado controversia.
Comida sana que sana
Numerosos investigaciones nutricionales han demostrado que la diabetes tipo 2 se puede revertir si se sigue una dieta estricta baja en carbohidratos. Este es el macronutriente que los diabéticos no pueden metabolizar sin la ayuda de medicamentos. Pero la tipo 2, a diferencia de la tipo 1, está estrechamente relacionada con factores como la obesidad, la inactividad física y una dieta poco saludable.
Por eso adoptar una dieta estricta, basada en alimentos naturales y bajos en carbohidratos refinados, puede no solo controlar la enfermedad, sino incluso revertirla en algunos casos. Sin embargo, esta información no suele ser ampliamente difundida, y las recomendaciones de la ADA suelen enfocarse en el uso de medicamentos, incluida la insulina, en lugar de abordar la raíz del problema.
Desde antes del descubrimiento de la insulina en 1921 hay evidencia de la efectividad de las dietas bajas en carbohidratos. A finales del siglo XVIII, como se relata en el libro Rethinking Diabetes: What Science Reveals About Diet, Insulin and Successful Treatments, de Gary Taubes, un médico escocés llamado John Rollo ayudó a dos pacientes con diabetes (una condición más rara en aquellos días) restringiendo su ingesta de carbohidratos.
Las bondades de este tipo de dieta son tan claras que en 2019 la misma ADA reconoció a regañadientes su eficacia. “Se ha demostrado que los patrones de alimentación bajos en carbohidratos, especialmente los muy bajos en carbohidratos, reducen la A1C” (la métrica que mide los niveles de azúcar en la sangre durante un período de tiempo) “y la necesidad de medicamentos antihiperglucémicos. Estos patrones de alimentación se encuentran entre los patrones de alimentación más estudiados para personas con diabetes tipo 2”, publicó en su revista Diabetes Care.
No retrocede
Sin embargo, la ADA todavía considera la diabetes como una enfermedad progresiva que empeora con el tiempo. Y sigue recomendando la terapia con insulina para personas con diabetes tipo 2 lo que, según muchos médicos, perjudicará a los pacientes a largo plazo. “Darle insulina a alguien con diabetes es como darle más alcohol a un alcohólico cuando está temblando. Tratará el síntoma, es decir, el nivel alto de azúcar disminuirá, pero al final empeoramos la enfermedad”, explica la endocrinóloga Mariela Glandt.
Detrás de esta discrepancia hay diversos intereses, desde la perpetuación de un mercado lucrativo de medicamentos hasta la influencia de la industria alimentaria en la promoción de productos poco saludables. La insulina representa para empresas farmacéuticas una fuente constante de ingresos. La duda es si realmente se buscan soluciones o si se juega a mantener a los pacientes dependientes de fármacos.
Por un edulcorante
Elizabeth Hanna, una nutricionista registrada y especialista certificada en cuidado y educación de la diabetes, afirma que fue despedida por la Asociación Estadounidense de Diabetes después de negarse a aprobar recetas cargadas con el aditivo Splenda, donado generosamente por una empresa importante. La ADA, que recibe millones de dólares de patrocinadores de las industrias farmacéutica, alimentaria y agrícola, intentó que Hanna respaldara recetas que, según ella, contradecían la misión de la organización.
Estas recetas incluían una “ensalada de pepino y cebolla” con un tercio de taza de Splenda y “verduras otoñales en sartén” con un cuarto de taza de Splenda de fruta monje. Investigaciones han sugerido que Splenda puede causar estragos en la salud del bioma intestinal y provocar una mayor intolerancia a la glucosa de una manera similar al azúcar normal. Hanna se negó y presentó una queja interna, pero finalmente la despidieron en lo que cree fue un acto de represalia y silenciamiento.
Negocio que no empalaga
Casi desde que fue concebida, la insulina ha sido aprovechada como una oportunidad de negocio. Después de que un equipo de investigadores de la Universidad de Toronto descubrió por primera vez la insulina, la hormona que las personas con diabetes tipo 1 no pueden producir, la junta de gobernadores de la casa de estudios vendió la patente a Eli Lilly and Company por 1 dólar, porque Lilly estaba en mejores condiciones de fabricarla y distribuirla. El coinventor del medicamento, Sir Frederick G. Bantingla, aseguró que esta hormona sintética no le pertenecía a él, si no al mundo. Al final, dos compañías farmacéuticas internacionales (ahora conocidas como Novo Nordisk y Novartis) también disputaron patentes.
Pero la loable intención de Batingla se disbujó con el tiempo y cayó en un entramado oscuro. Por ejemplo, en la actualidad las contribuciones corporativas de la ADA no se pueden rastrear con precisión. Según los informes financieros , entre 2017 y 2024, más de 50 fabricantes de dispositivos y productos farmacéuticos contribuyeron con más de 134 millones de dólares a la organización, o aproximadamente 20% de su financiación total. Las contribuciones de la industria alimentaria no se desglosaron.
En 2021, Pacientes por Medicamentos Asequibles publicó un informe histórico que explora las conexiones entre 15 grupos de defensa de pacientes y la industria farmacéutica. La ADA obtuvo la puntuación más baja porque: “Acepta financiación de la industria farmacéutica” y también porque “Tiene miembros de la junta directiva con vínculos financieros con la industria farmacéutica; Comparte lobby y/o empresa de lobby con la farmacéutica”. El informe encontró que un tercio “de los miembros de la junta directiva de la ADA tienen vínculos financieros con la industria farmacéutica”.
De escándalo
Cada vez es más difícil tratar de tapar la situación escandalosa con la diabetes. A pesar del sin fin de avances, como medicamentos para reducir la glucosa, insulina de acción rápida y lenta, pruebas de A1C, monitores continuos de glucosa y bombas de insulina, cientos de miles de estadounidenses mueren a causa de esta afección. Y pensar que en 1980, cuando no se contaba con estos adelantos médicos, la cifra rondaba los 35.000.
Los grandes beneficiados con los cómodos acuerdos de la ADA y la industria, son las farmacéuticas. Estas disfrutan de ventas anuales cercanas a los 58.000 millones de dólares. También están las empresas de dispositivos médicos y alimentos que donan a la ADA a cambio de respaldo de recetas.
A pesar de las evidencias científicas que respaldan el impacto positivo de las dietas estrictas, estas recomendaciones suelen ser minimizadas o incluso desacreditadas en favor de enfoques más convencionales. La ADA, como entidad líder en la lucha contra la diabetes, tiene la responsabilidad de promover un enfoque integral. Que debe incluir no solo tratamientos farmacológicos, sino también cambios en el estilo de vida. La meta es abordar las causas subyacentes de la enfermedad. La omisión de esta información crucial podría estar contribuyendo a la creciente epidemia de diabetes tipo 2 que estamos presenciando.
Educación nutricional
Sin embargo La ADA no es el único obstáculo para la adopción generalizada de una dieta baja en carbohidratos. Para muchas personas con diabetes se hace cuesta arriba renunciar a los panes, dulces, pastas y almidones. Y dada la escasez de opciones de alimentación saludable en los estantes de muchos supermercados estadounidenses, algunos médicos consideran que es más efectivo simplemente recetarles productos farmacéuticos.
Es necesario campañas de educación sanitaria que vinculen los carbohidratos con la epidemia de diabetes. Que haya acceso a información objetiva y actualizada sobre todas las opciones de tratamiento disponibles, incluidas las dietas estrictas. Alentando un enfoque que combine la terapia nutricional con la medicación cuando sea necesario. Así se podría lograr un mejor control de la enfermedad y, en algunos casos, incluso una remisión completa.
La insulina y la diabetes tipo 2 están íntimamente relacionadas con intereses comerciales y económicos. Por eso es crucial que se priorice la salud y el bienestar de los pacientes por encima de cualquier otra consideración. La transparencia en la información, la educación nutricional adecuada y un enfoque centrado en el paciente son elementos clave. Es un problema de salud pública que requiere un enfoque integral y colaborativo para su prevención y control.