Mientras el mundo mantiene su lucha para enfrentar la pandemia del coronavirus y conseguir lo antes posible una vacuna, la polémica sobre el origen del coronavirus sigue en el tapete y sirve al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, como combustible para acentuar su enfrentamiento con China. También para desviar la atención sobre el manejo de la pandemia que ha dejado en su país más de 1.200.000 contagiados y 71.000 fallecidos.
Si se originó en un laboratorio en China o en un mercado de Wuhan todavía no se ha aclarado. Lo que sí refrendó la OMS (Organización Mundial de la Salud) es que la COVID‑19 se propaga por transmisión entre seres humanos.
“Conocemos bastantes datos sobre otros virus de la familia de los coronavirus, y la mayoría de estos tipos de virus tienen su origen en animales. El virus de la COVID‑19 (también llamado SARS-CoV-2) es un nuevo virus en los humanos. La posible fuente animal de la COVID‑19 aún no ha sido confirmada, pero se está investigando”, señala la OMS.
En el caso del coronavirus que ocasionó el brote del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave) en 2002, el virus pasó de unos murciélagos a las civetas de palma (unos felinos parecidos a las ginetas o gatos almizcleros) y acabó infectando a humanos.
La diatriba por el origen del virus
Este martes, CNN tomó como base “dos fuentes occidentales” para indicar que de acuerdo a documentos de inteligencia compartidos entre los países que conforman la alianza Five Eyes (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda) es «altamente improbable» que el brote de coronavirus se expandiera como resultado de un accidente en un laboratorio. Un hecho que tomó cuerpo cuando hace tres semanas se hizo pública una supuesta advertencia que en 2018 se hizo al Departamento de Estado de que se podría generar una epidemia como la ocurrida con el SARS.
En enero de ese año, diplomáticos científicos enviados por la embajada de los Estados Unidos en Pekín visitaron al Instituto de Virología de Wuhan (WIV), que en 2015 se convirtió en el primer laboratorio de China en lograr el más alto nivel de seguridad internacional en investigación biológica. Durante las visitas, los funcionarios mostraron su alarma por las debilidades que observaron en materia de seguridad y gestión en el laboratorio de WIV.
Las preocupaciones las elevaron a Washington, a quien solicitaron atención, ayuda y advirtieron que el trabajo del laboratorio sobre coronavirus de murciélago y su posible transmisión humana representaba un riesgo de una nueva pandemia similar al SARS.
“Durante las interacciones con los científicos en el WIV notaron que el nuevo laboratorio tiene una grave escasez de técnicos e investigadores debidamente capacitados para operar este laboratorio de alta contención de manera segura”, indicó el cable enviado el 19 de enero de 2018, reseñó el diario.com.
Las conclusiones de Botao Xiao y Leia Xia
Aunque los investigadores en WIV recibían asistencia del Laboratorio Nacional de Galveston en la Rama Médica de la Universidad de Texas y otras organizaciones estadounidenses, solicitaron ayuda adicional porque la investigación sobre coronavirus de murciélago era importante pero también peligrosa. Los visitantes estadounidenses se reunieron con Shi Zhengli, el jefe del proyecto de investigación, quien por año había publicado estudios sobre los coronavirus de murciélago.
También los investigadores Botao Xiao y Lei Xia alimentaron la posibilidad de que el origen del SARS-CoV-2 haya estado en un laboratorio. El 6 de febrero publicaron en ‘ResearchGate’ un ‘preprint’, avalado por la Fundación Nacional de Ciencias Naturales de China, titulado “Posibles fuentes del nuevo coronavirus”.
En apenas 684 palabras concluían que “además de tener orígenes debidos a la recombinación natural y a un intermediario, el coronavirus asesino probablemente tuvo su origen en un laboratorio en Wuhan”. Xiao, principal autor e investigador de biomecánica molecular en la Universidad de Tecnología del Sur de China, reconocería más tarde a The Wall Street Journal que su opinión sobre los posibles orígenes del virus “estaba basada en artículos publicados y en los medios. Y no estaba apoyada en pruebas directas”.
“El ‘preprint’ quedó guardado en Internet y se convirtió en munición para los círculos más conspiranoicos, convencidos de que el virus no se transmitió de un animal a un humano en el mercado de Huanan en Wuhan, como aseguran gran parte de la comunidad científica y la Organización Mundial de la Salud”, reseñó El Confidencial.
Trump impone su discurso
Tres meses después del informe de los dos investigadores, un 30% piensa en EE UU que el coronavirus surgió de un laboratorio, lo que usa Trump y la Casa Blanca para amenazar con nuevos aranceles a China. También para no poner el foco en cómo ha gerenciado la pandemia a seis meses de su posible reelección.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, en una entrevista en el programa ‘This Week’ de la cadena ABC aseguró el fin de semana que existe una enorme evidencia de que en un laboratorio de Wuhan comenzó todo. «Hemos dicho desde el principio que este era un virus originado en Wuhan, China (…) pero creo que ahora todos lo pueden ver».
La corriente que impulsa el gobierno estadounidense es que el nuevo coronavirus salió de forma accidental de un laboratorio de virología chino, cuando uno de sus trabajadores se infectó de un murciélago. Al dejar el trabajo fue directo al mercado Huanan de la ciudad de Wuhan. No obstante, la Oficina del Director de Inteligencia Nacional informó del «amplio consenso científico» de que el virus no había sido fabricado por el ser humano o modificado genéticamente.
Habla el primer ministro de Australia
El pasado fin de semana, el ‘Daily Telegraph’ australiano mostraba un artículo que analizaba la teoría del origen del virus en un laboratorio de Wuhan. Tomando como base un supuesto informe que estuvo circulando entre las agencias de Inteligencia recopilaba supuestas pruebas del encubrimiento chino en los primeros compases de la pandemia, así como indicios de la fuga del virus de un laboratorio.
El propio primer ministro australiano, Scott Morrison, negó que tuvieran ninguna prueba que incriminara a Pekín sobre un origen alternativo del virus: «No hay nada que nos indique que eso [el laboratorio] fuera la fuente original».
Pese a que entre los estadounidenses la teoría del origen del coronavirus en un laboratorio en China se ha propagado con buen ritmo, los servicios de inteligencia la han descartado hasta ahora. El mismo director interino de la CIA, Richard Grenell, negó que el virus se hubiese creado de forma “artificial o modificado genéticamente”.
«Mi apuesta es que la mayoría de esos informes de prensa eran funcionarios de la Administración Trump diciendo ‘tenemos pruebas de que viene de un laboratorio’ y esas citas se convirtieron en pruebas incluidas en el informe de Inteligencia», señaló recientemente el exagente Alex Finley.
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