David León Muez y Núria Felis Reig
La presencia de pélets en las playas no es algo nuevo, el estudio realizado por la ONG escocesa FIDRA durante más de 10 años pone de manifiesto su presencia en las costas de los países estudiados. En España, según el programa de seguimiento de micropartículas en playas del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en 2022 se detectaron pélets en el 40% de las playas muestreadas.
Los pélets son elementos mucho más presentes en nuestras vidas de lo que pensábamos y con efectos directos e indirectos, a corto, medio y largo plazo tanto para los ecosistemas como para la salud humana.
La actualidad nacional está centrada en el vertido accidental de pélets ocurrido días antes de las navidades y que a pulsos va llegando a las playas y costas españolas y portuguesas. El medioambiente está de actualidad por un accidente que afecta de manera visible a nuestras costas. Sin embargo, la presencia de estos pélets en las playas no es algo nuevo. El estudio realizado por la ONG escocesa FIDRA durante más de 10 años pone de manifiesto su presencia en las costas de todos los países estudiados.
En España, según el programa de seguimiento de micropartículas en playas del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en 2022 se detectaron pélets en el 40% de las playas muestreadas. Ahora son visibles, pero nos acompañan desde hace tiempo y, como ejemplo, el caso de la playa de La Pineda (Tarragona) o la playa de Lambra (isla de La Graciosa) donde aparecen de forma masiva desde hace varios años.
Pélets. Esta palabra está ya en la calle, hay quien los llama “lágrimas de sirena”; independientemente de cómo se nombren, se trata de pequeños gránulos plásticos, de forma más o menos esférica que se producen como materia prima para la elaboración de diversidad de objetos. También se les llama granza, o nurdles, en la literatura internacional. Tienen un tamaño más o menos estándar, de 3-5 milímetros de diámetro. 5 milímetros, justo el tamaño que define el límite superior de los microplásticos.
Este es uno de los aspectos más relevantes de estos elementos, son el origen y límite de ese término tan de actualidad, sobre el que cada vez más se está conociendo gracias a las investigaciones, denuncias y trabajos de numerosas, entidades y movimientos sociales.
Los pélets son la materia prima para una elevadísima cantidad de productos de uso común, y con los que tenemos contacto directo. Botellas, bolsas, globos, envases de alimentación, films y láminas para invernaderos…, pero también se fabrican juguetes, cables, tuberías, biberones y ropa. Los datos referentes a la producción de pélets son escalofriantes, y dan buena cuenta del concepto que da título al artículo, el origen de todo: según SABIC, uno de los principales fabricantes de productos químicos, fertilizantes, plásticos y metales del mundo, con sede en Arabia Saudí, “cada año se producen en el mundo más de 300 millones de toneladas de plástico, la mayor parte de ellas en forma de pélets”. Si cada kilogramo de plástico contiene una media de 40.000 pélets, cada año se pueden estar fabricando cerca de 12 x 1015 pélets, es decir, varios billones de estas partículas.
Según la Comisión Europea, a nivel mundial cada año llegan a los mares y océanos cerca de 10 millones de toneladas de basura, con predominio del plástico. Es como si cada minuto se vaciara en los océanos un camión de basura, unas 15 toneladas. De este total, según la asociación ambiental escocesa FIDRA, cerca de un 3% serían pélets. El accidente del buque mercante Toconao ha resultado en el vertido al mar de cerca de 25 toneladas de pélets, en un minuto, lo equivalente a varios de esos camiones imaginarios. En número de partículas, estas 25 toneladas equivalen a 1.000 millones de pélets. Además, estos pélets por el material con el que están fabricados, flotan, quedando a merced de los vientos, corrientes y mareas.
Mucho se está hablando de los efectos que esta tipología de microplástico pueden llegar a provocar sobre el medio ambiente y en especial sobre la biota. En principio, los pélets son polímeros que se sintetizan como sustancias inocuas con la finalidad de poderles añadir diferentes aditivos y así conseguir un producto final con características concretas. Esto nos puede llevar a pensar que al ser inocuos no van a provocar ningún impacto sobre el medio ambiente. Pero no es cierto, provocan daños sobre los ecosistemas tanto paisajísticos como sobre la fauna debido a su ingestión directa o indirecta.
MICROPLÁSTICOS. La contaminación por microplásticos afecta a todos los niveles de la cadena alimentaria marina, desde organismos planctónicos hasta grandes mamíferos. Los microplásticos pueden confundirse con alimentos, causando daños físicos, acumulación de contaminantes tóxicos y muerte por inanición en especies marinas. Además, facilitan la entrada de virus y bacterias en los organismos.
Muchas especies “confunden” los microplásticos con su alimento pudiendo provocar el colapso de su sistema digestivo (los orificios de entrada y salida de la mayoría de los organismos no son del mismo tamaño), problemas de desnutrición o inanición por sentirse saciados e incluso puede llegar a provocarles la muerte. Indirectamente, se generan problemas de bioacumulación en las redes tróficas, los animales que consumen otros animales tienden a acumular su contenido estomacal. Esto ocurre con los metales pesados, y de forma comprobada también con los microplásticos.
Respecto a las sustancias añadidas a los pélets, diferentes estudios toxicológicos indican que algunos de estos aditivos, al liberarse, pueden ser absorbidos por los organismos y provocar daños a nivel endocrino. Este es uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta en el uso y regulación de los plásticos y de especial relevancia en el caso de los pélets, ya que su pequeño tamaño hace que sean un vector de introducción de estas sustancias en la red trófica.
En su viaje o a lo largo del tiempo que permanecen en el mar, los pélets se van deteriorando por efecto del sol, de la sal, de las corrientes marinas, de las variaciones de temperatura, etc. Como consecuencia, se fragmentan en microplásticos aún más pequeños, que pueden ser ingeridos por organismos más pequeños, como el zooplancton o animales filtradores. Asimismo, con el paso del tiempo y la colonización y degradación de estos pélets, su flotabilidad disminuye y tienden a hundirse, trasladando su presencia desde la superficie del agua al sedimento, o quedan en suspensión en la columna de agua aumentando su disponibilidad para un mayor número de especies. Diversos estudios han determinado que casi todas las especies marinas han entrado en interacción con alguna partícula plástica en algún momento de su ciclo vital.
La retirada del vertido del Toconao debe ser una prioridad ahora mismo, para prevenir mayores efectos sobre el medio ambiente y la salud humana a medio y largo plazo, siempre desde el conocimiento de sus características y de los protocolos de seguridad que se pongan en marcha desde las administraciones públicas y los equipos de voluntarios de entidades con experiencia y con conocimiento en cada zona. Según las investigaciones y hallazgos, los pélets del Toconao llevan aditivos concretos, identificados como estabilizadores de luz ultravioleta UV9000. Según el grupo de investigación ECOTOX, estos pueden contener entre un 10 y un 13% de este aditivo químico, clasificado por la Agencia Europea de Sustancias Químicas como una sustancia con toxicidad media a concentraciones superiores a 25 mg/l, concentración a la que no es probable llegar en condiciones de mar abierto.
En definitiva, los pélets son elementos mucho más presentes en nuestras vidas de lo que pensábamos y con efectos directos e indirectos, a corto, medio y largo plazo tanto para los ecosistemas como para la salud humana.
Un aspecto positivo de esta crisis ambiental es la demostración de la implicación que presenta la ciudadanía al volcarse de forma masiva cuando hay un problema ambiental en cualquier zona del territorio.
Asimismo, estas situaciones deben aprovecharse para avanzar y mejorar en la legislación y la regulación de este contaminante a nivel internacional y estatal, siendo necesario tener en cuenta las opiniones de las organizaciones ecologistas y sus voluntarios, de las entidades de conservación y las investigadoras e investigadores especializados en este tema para encaminarse hacia la mitigación de este problema presente a nivel global en todos los mares y océanos del planeta.