El planeta se está quedando sin recursos, y uno de ellos es la arena. Poco se habla de ello, pero existe una grave crisis al respecto. Aunque parece poco probable que se agote la arena a escala mundial, la escasez local y regional es un problema cada vez más importante en determinadas zonas. A menudo, esto no se debe al agotamiento total del recurso, sino a razones económicas, medioambientales y sociales.
Sin la arena la construcción y el ensamblaje como lo conocemos hoy en día no sería posible. Este recurso está incrustado en las pantallas táctiles de los dispositivos que utilizamos a diario. También los vidrios en las ventanas de nuestras viviendas y el concreto que sostiene todos los edificios del mundo. La realidad es que mientras la industria electrónica se va desarrollando y la urbanización consume más territorios, las playas se están quedando sin arena.
La demanda de arena para la construcción está obligando a los países del Medio Oriente a importarla de Australia o Canadá, perjudicando al medio ambiente y a las personas. El recurso cada vez es más escaso y nadie sabe exactamente cuándo se agotará.
Pioneros en alertar la crisis mundial de arena
Hace cuatro años, un grupo internacional de científicos, dos de ellos de la Universidad Estatal de Michigan (MSU), en Estados Unidos, alertaron sobre una crisis mundial de arena que se avecinaba. La sobreexplotación de la arena, ingrediente clave del hormigón, el asfalto y el vidrio, estaba dañando el medio ambiente. Y ponía en peligro a las comunidades y provocando conflictos sociales.
Ahora, los mismos científicos proponen diferentes soluciones para enfrentar la crisis de este recurso. En una publicación de la revista One Earth, los autores de “Sostenibilidad del sistema global de arena en el Antropoceno” piden una nueva forma de ver y comprender las interconexiones de la oferta y la demanda de arena para reducir los impactos negativos, como el agotamiento de los entornos naturales y la creación de conflictos humanos.
El esfuerzo de investigación estuvo centrado en la extracción de arena en Asia. Sin dejar de lado un balance económico que no desconsidera el factor medioambiental. El trabajo además, lo financió el programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea.
Buscando resolver desafíos complejos de sostenibilidad
Estudios anteriores se centraban en sitios de extracción de arena únicos. Sin embargo, el grupo de la MSU analiza de manera amplia las dimensiones físicas y socioambientales de las redes de suministro de arena, vinculando extracción, procesamiento, distribución, economía y políticas. «Un problema drástico requiere soluciones drásticas: realmente hacer esto de manera diferente para dejar de lado los problemas y crear caminos hacia la sostenibilidad», señala la investigadora Aurora Torres, quien dirige el equipo.
Además, los autores destacan que las estrategias sólidas para administrar los recursos de arena dependen de una comprensión sólida del ciclo de agregados de construcción. Esto requiere cuantificar los depósitos geológicos, los flujos y la acumulación de agregados de construcción dentro de una región, incluidas las fuentes de materias primas naturales y las alternativas. Por ejemplo, dijeron, hay que pensar en los agregados de construcción más allá de excavar depósitos de arena y grava.
Dado que se prevé que la demanda de agregados para la construcción se duplicará en las próximas décadas, el desafío de la sostenibilidad es abrumador. Por ello, comprender cómo funcionan las redes de suministro de arena es relevante no solo para evaluar sus impactos completos, sino también para identificar puntos de apalancamiento para la sostenibilidad.
El negocio de la construcción con arena es cada vez más turbio
El negocio de extracción de arena para la construcción es casi completamente desconocido, en general se sabe muy poco sobre ello. Pero lo que sí saben los expertos es que esta práctica destruye los hábitats, contamina los ríos y erosiona las playas y riberas. Y hay muchas otras consecuencias que no se están teniendo en cuenta.
Países como Arabia Saudita importan arena de Canadá o Australia. Un ejemplo de ello es la construcción del rascacielos Burj Khalifa, de los Emiratos Árabes Unidos. El edificio de 830 metros de altura se construyó con arena importada del otro extremo del mundo. Y es que a pesar de que el país está en el desierto, esta arena no tiene prácticamente ningún valor para la industria de la construcción. Los expertos explican que cuando el viento sopla los granos de arena se alisan, mientras la arena angular de ríos, playas o el fondo marino tienen más agarre. Sólo esta arena tiene la fricción que requiere el hormigón.
Por otro lado, en Países Bajos dragaron unos 20 millones de metros cúbicos de arena del fondo marino en 2011 para construir barreras naturales a lo largo de la costa y protegerla de la erosión y los efectos del calentamiento global. En Singapur ampliaron la superficie en una cuarta parte en los últimos 50 años, mediante la construcción de islas artificiales. La arena para estas islas se importó de Camboya, Vietnam, Indonesia y Malasia.
Otro factor a considerar es que en los últimos años 193 personas murieron en la India mientras trabajaban con la extracción de arena, según la Red de Asia Meridional sobre Presas, Ríos y Pueblos, un grupo ecologista con sede en Delhi.
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