Resulta difícil no ser pesimistas cuando se revisan los informes de los organismos multilaterales y las ONG. El mundo parece estar envuelto en una creciente ola de violencia y conflictos. Con su secuela de muertes y personas desplazadas. La inestabilidad pareciera ser contagiosa. En ese escenario un caso emblemático por su dramático impacto: el Sahel africano. Una región con una mezcla letal de inestabilidad política y cambio climático.
El índice de paz global indica que en 2022 cerca de 240.000 personas murieron en conflictos armados en el mundo, un aumento del 96% con respecto al año anterior. Además, el informe de ACNUR indica que 110 millones de personas se vieron obligadas a huir de sus hogares debido a conflictos.
El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres registró 183 conflictos en todo el mundo en 2023, la cifra más alta en 30 años. Si consideramos que hay 194 estados reconocidos en la ONU, sería un conflicto por país. El Instituto para la Economía y la Paz considera que la paz mundial se ha deteriorado un 5% desde 2008. En el último año, 95 países empeoraron sus puntuaciones. El nivel medio de paz mundial empeoró en 13 de los últimos 15 años. Sin mejoras interanuales desde 2014.
Otra cifra preocupa, 79 países han empeorado en lo que respecta a los conflictos en curso. Steve Killelea, fundador y presidente ejecutivo del Instituto para la Economía y la Paz, afirma que “un número cada vez mayor de conflictos se está internacionalizando”, como lo demuestra el hecho de que 91 estados están implicados en algún tipo de guerra exterior, en comparación con los 58 de 2008. lo que ha llevado a que “el número de muertes en conflictos sea el más alto desde el genocidio de Ruanda. Que causó más de 800.000 muertos”.
Cinturón golpista
La geopolítica mundial y, en particular, la africana, ha experimentado una creciente inestabilidad. El periodista estadounidense David Wallace-Wells señala que la guerra está en aumento en todas partes, con un notable incremento de golpes de Estado militares en el Sahel africano, conocido como el “cinturón golpista”. Desde 2020, seis países han experimentado once intentos de golpe de Estado, ocho exitosos.
Recuerda que hace más de una década, el libro Los mejores ángeles de nuestra naturaleza de Steven Pinker, una amplia historia de la violencia, se convirtió en un referente para los geopolíticos optimistas. Pinker argumentaba que las tasas mundiales de asesinatos y guerras habían disminuido notablemente y que el mundo sería un lugar más pacífico.
Sin embargo, para Wallace-Wells, en la escala temporal de la memoria humana, esta afirmación no es cierta, “especialmente en lo que respecta a la guerra. “El mundo es ahora un lugar más violento de lo que ha sido en 30 años. Aumentó de la violencia no estatal y estatal”, sostiene. Además, el número de muertes en conflictos bélicos subió drásticamente: seis veces entre 2011 y 2022.
El Programa de Datos sobre Conflictos de Uppsala (Suecia) apunta que la violencia no estatal -conflictos entre grupos armados no gubernamentales, como las bandas- se ha triplicado desde 2007. La violencia de las fuerzas estatales contra civiles se ha más que duplicado desde 2009 y también están produciendo más derramamientos de sangre. En 2011, cuando Pinker publicó Ángeles mejores, había casi 40.000 muertos por conflictos bélicos en todo el mundo. En 2022 la cifra se sextuplicó y casi se duplicó entre 2021 y 2022.
El Sahel, todo tipo de violencia: humana y natural
El Sahel, una ecoregión africana, se extiende como un cinturón de más de 5.000 kilómetros de oeste a este del continente africano, desde el Atlántico al Mar Rojo. Situada al sur del desierto del Sahara, es una zona de transición entre el desierto y las regiones más húmedas al sur. Comprende sabanas y zonas tropicales y subtropicales. Ubicada al norte de África, abarca a Senegal, Mauritania, Malí, Burkina Faso, Argelia, Níger, Nigeria, Chad, Camerún, Sudán y Eritrea.
Las principales amenazas para la seguridad en la región son los cambios medioambientales, la inseguridad y violencia debido a conflictos armados y terrorismo, la trata y tráfico de personas, y la pobreza y desigualdad económica. Desafíos que plantean significativas dificultades para la seguridad y el desarrollo en la región. Es un área estratégica para la economía mundial por sus ricos recursos naturales (minerales, petróleo y agua). Además, es un punto clave para el comercio entre África Occidental y Oriental.
Con una población que se espera supere los 1.000 millones de personas, representa un gran potencial demográfico. Pero enfrenta desafíos significativos. Las crisis humanitarias, incluyendo la inseguridad, la violencia y la pobreza, a lo que se suma su inestabilidad política y militar, la convierte en un área de interés internacional.
Una tragedia, muchísimas guerras
Actualmente, hay numerosas guerras en curso, muchas de las cuales reciben poca atención, apunta Wallace-Wells. Una de las mayores crisis humanitarias se está desarrollando en Sudán, con más de 10.000 muertes y casi ocho millones de desplazados. Según las Naciones Unidas, esta es “una de las peores pesadillas humanitarias de la historia reciente”.
En la República Democrática del Congo, casi siete millones de personas han sido desplazadas por los combates, en medio de acusaciones de asesinatos masivos. Además, el conflicto actual en Yemen ha dejado más de un cuarto de millón de muertos y más de 20 millones de personas necesitan ayuda humanitaria.
En Etiopía, la reciente guerra contra los separatistas puede haber causado hasta 600.000 muertes en dos años. En la República Centroafricana, según un informe de 2023 publicado en la revista Conflict and Health, casi el 6% de la población total podría haber muerto en 2022. El conflicto en Etiopía fue el más mortífero en 2022, con nuevas cifras que indican que las muertes en el campo de batalla superaron las 100.000, mientras que las muertes relacionadas con enfermedades y hambruna superaron las 200.000.
Los nuevos datos muestran un mayor número de muertes por conflicto en Etiopía que en Ucrania, superando el anterior récord mundial durante la guerra de Siria. En África subsahariana, Mali ha experimentado el mayor deterioro en los niveles de paz, con un incremento del 154% en las muertes relacionadas con el conflicto y un aumento del 570% en la violencia ejercida contra los civiles.
Agravado por cambio climático
Beza Tesfaye, directora de Investigación y Aprendizaje para la Migración y el Cambio Climático en Mercy Corps, manifestó que el caso del Sahel es particularmente preocupante debido a sus difíciles condiciones medioambientales. Tezfave explica que la relación entre el cambio climático y los conflictos está ganando relevancia en los debates sobre seguridad y desarrollo.
Los seis países francófonos del Sahel occidental -Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania, Níger y Senegal- albergan a más de cien millones de personas. Desde el inicio del nuevo milenio, el Sahel ha estado en el epicentro de los esfuerzos de estabilización y antiterrorismo de Estados Unidos y Europa. A pesar de la inversión de miles de millones de dólares en seguridad y las numerosas intervenciones militares, la violencia y los conflictos, han escalado en la última década. Impulsados por la insurgencia yihadista y las tensiones entre comunidades. Sus consecuencias: la pérdida de miles de vidas, el desplazamiento de millones de personas y una creciente necesidad de ayuda humanitaria en la región.
Las proyecciones climáticas sugieren que el Sahel continuará enfrentando el incremento de las temperaturas. Así como una mayor frecuencia de eventos meteorológicos extremos. Más que otras regiones del mundo. Para Beza Tesfaye las poblaciones del Sahel han demostrado resiliencia y adaptabilidad a las adversidades medioambientales en el pasado. Pero la convergencia de factores económicos, políticos y sociales en constante evolución, junto con el impacto de los cambios medioambientales, plantea nuevos desafíos y riesgos.
El cambio climático también puede intensificar las amenazas que preocupan a Estados Unidos y Occidente. Incluyendo la propagación del extremismo violento, la creciente demanda de ayuda internacional y la proliferación de gobiernos débiles y autoritarios. A medida que la inestabilidad se intensifica, se extiende a los países costeros de África Occidental.
Amenaza creciente
Saleem H. Ali, científico de sistemas medioambientales de la Universidad de Delaware, sostiene que los graves conflictos de la región africana de El Sahel (los golpes militares, en Burkina Faso, Gabón, Guinea, Malí y Níger y la guerra en Sudán) requieren atención urgente. Considera que El Sahel es un crisol de extremismo religioso, pobreza y deterioro medioambiental. Esta combinación de factores, conocida como “multiplicadores de amenazas”, intensifica las divisiones étnicas y tribales existentes. Haciéndolas más volátiles y peligrosas.
El Décimo Paralelo es la línea de falla entre el islam africano al norte y el cristianismo al sur. La división de Sudán en dos países en 2011 se produjo en parte a lo largo de esta línea de falla tras décadas de guerra civil. Sin embargo, incluso dentro de los grupos religiosos, las diferencias de ortodoxia se ven exacerbadas por las rivalidades por los recursos y la lealtad divergente a las potencias mundiales.
Un aspecto a menudo pasado por alto de estos conflictos es el acceso a los recursos naturales y el deterioro del medio ambiente. Exacerbado por el cambio climático. Las potencias mundiales han sido reacias a abordarlo directamente en el contexto de la resolución de conflictos.
Expolio del oro
Ali destacó el papel del contrabando de oro en el fomento de estos conflictos. Citó un informe que indicaba que el 25 de enero se incautaron más de 1400 kilos de oro en un vuelo de Niamey (Níger) a Addis Abeba (Etiopía). Incautación que respalda la preocupación planteada por un detallado informe publicado a principios de este año por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. En el que se sugiere que, en promedio, más de 200 toneladas de oro al año salen de contrabando de la región.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tomó medidas en relación con las guerras en la República Democrática del Congo. Emitiendo una nueva serie de sanciones contra los rebeldes de la RDC que se benefician del comercio ilícito de minerales. Pero el enfoque, que ha sido punitivo, se ha centrado en las sanciones y la estigmatización de las rentas de los recursos de la región.
Un detalle que Saleem H. Ali no dejó de lado es que Rusia está desempeñando un papel cada vez más activo en el Sahel apoyando a diversos grupos rebeldes. Según Ali la emigración forzada a Europa puede ser utilizada como arma por diversas fuerzas hostiles a la agenda occidental.
Paz necesaria
La inestabilidad política, evidenciada por los 11 golpes de estado o intentos de golpe en la región del Sahel desde 2020, subraya el impacto perjudicial en las economías africanas. Casi el 40% de los países africanos están clasificados como frágiles o en conflicto. Estados que son particularmente vulnerables a eventos externos, como choques climáticos, que agravan su precaria situación.
El clima es tan cruel con el continente negro como la violencia política en el Sahel. Recientemente una serie de catástrofes naturales, incluyendo terremotos en Marruecos, inundaciones en Libia, el devastador ciclón Freddy en Malawi y brotes de cólera, evidenciaron las vulnerabilidades del continente. A pesar de su mínima contribución a las emisiones globales de gases de efecto invernadero, África soporta una carga desproporcionada del cambio climático.
La región del Sahel es un crisol de culturas, religiones y etnias. Las divisiones étnicas y tribales, exacerbadas por el extremismo religioso y la competencia por los recursos, son los principales generadores de la violencia y los conflictos.La necesidad de paz y estabilidad en la región es urgente. Pese al drama y las terribles secuelas generadas por los conflictos en el Sahel alguno de los cuales tiene más de tres décadas, los escenarios para lograrla son precarios.
Se aleja de Europa
Según la 17ª edición del Índice de Paz Global del Instituto para la Economía y la Paz, hasta Europa, que sigue siendo la región más pacífica del mundo, ha experimentado un deterioro en su nivel de paz. Registra el segundo peor registro entre las regiones. Aunque de los 36 países europeos 13 mejoraron su nivel de paz, 23 empeoraron.
Igual de preocupante es que hay un proceso general de rearme. El gasto militar total desde 2008 ha crecido un 17%. De acuerdo al informe 92 países aumentaron su presupuesto. Los mayores incrementos corresponden a China, con 180.000 millones de dólares, Estados Unidos, con 70.000 millones, e India, con 40.000 millones.
Como cabe esperar el impacto económico de la violencia en la economía mundial ha aumentado en un billón de dólares. Alcanzando un récord de 17,5 billones de dólares, lo que equivale al 13% del PIB mundial o 2.200 dólares por persona. En este panorama, cuando pareciera que los países están poniendo sus “bardas en remojo” no luce probable un esfuerzo internacional por pacificar al empobrecido Sahel. Mientras la sangre seguirá derramándose por que como comenta acertadamente Steve Killelea: “La guerra, en la mayoría de los casos, se ha convertido en algo imposible de ganar y en una carga económica cada vez más pesada”.