En 2018 la demanda global de energía creció 2,9 por ciento, a pesar del modesto crecimiento del PIB y del aumento de los precios. Esta cifra representa casi el doble del promedio experimentado en la última década (1,7%). Y los números dan cuenta de que en el Día Mundial del Ahorro de Energía, la sociedad en su conjunto aún tiene una tarea pendiente.
El crecimiento de la demanda energética debería haberse desacelerado un poco el año pasado, si se considera el contexto económico ligeramente más débil y el fortalecimiento de los precios de la energía. Sin embargo, la demanda de energía repuntó notablemente.
Estos datos aparecen en el BP Statistical Review of World Energy, que publicó a mediados de 2019, la petrolera británica BP.
Más consumo y más emisiones
Según los autores del informe, este crecimiento del consumo energético, unido al aumento del uso de carbón, ha conllevado el incremento (+2%) de las emisiones de CO2 a escala global. Y de este incremento, 64 por ciento hay que imputárselo a los países fuera de la OCDE.
El consumo mundial de energía primaria creció a una tasa de 2,9 por ciento, el año pasado. Este incremento equivale a casi al doble del promedio interanual de los últimos 10 años (+1,5%), y el más rápido desde 2010.
De acuerdo con el estudio, el consumo de todos los combustibles creció más rápido que sus promedios de 10 años, aparte de las energías renovables. Esto aunque las energías renovables todavía representaron el segundo incremento más grande para el crecimiento energético.
China, EEUU e India lideran el crecimiento
Este incremento fue impulsado en gran medida por China, Estados Unidos e India, que en conjunto representaron alrededor de dos tercios del crecimiento.
En relación con los promedios históricos recientes, el crecimiento más sorprendente se produjo en los EEUU. En este país, el consumo de energía aumentó 3,5 por ciento. Se trata del crecimiento más rápido visto en 30 años. Además, supone un marcado contraste con la tendencia de disminución observada en los 10 años anteriores.
Menor crecimiento en las renovables
La fortaleza en el consumo de energía se reflejó prácticamente en todos los combustibles. La mayoría de ellos creció por encima de sus promedios históricos.
Esta aceleración fue particularmente pronunciada en la demanda de gas natural, que aumentó 5,3 por ciento. Esta es una de sus tasas de crecimiento más fuertes en los últimos 30 años. Además, representa casi el 40 por ciento del crecimiento total en el consumo mundial de energía.
La demanda de carbón (+1,4%) también aumentó por segundo año consecutivo, luego de tres años de caídas.
El crecimiento de las energías renovables (+14,5%) fue ligeramente menor, en relación con las tendencias pasadas. Sin embargo, siguió siendo la fuente de energía de más rápido crecimiento en el mundo.
En respuesta a este tipo de contextos, el Foro Energético Mundial instauró en 2012 el Día Mundial del Ahorro de Energía, el cual se celebra cada 21 de octubre. La iniciativa busca impulsar la creación de políticas que ayuden a mejorar la eficiencia energética y conservar los recursos naturales de los países que se sumen.
Un reto personal
La responsabilidad principal, si bien pudiera recaer en gobiernos, empresas e instituciones, también es de cada uno de nosotros. En este sentido, el informe de BP presenta cifras del consumo per cápita alrededor del mundo.
De modo global, el consumo per cápita de energía primaria tuvo un crecimiento de 1,8 por ciento, en 2018. Este aumento contrasta con el promedio de 0,3 por ciento de los 10 años anteriores.
En el caso de España, ese crecimiento se ubicó en 1,7 por ciento, el año pasado. Casi igual a la media mundial. Sin embargo, hay dos datos que son especialmente preocupantes. El primero, es que este aumento contrasta ampliamente con el decrecimiento de 1,5 por ciento experimentado por el país, en los 10 años precedentes. Además, el consumo per cápita en la Unión Europea mostró el año pasado un decrecimiento de 0,4 por ciento.
Estas cifras ponen en evidencia que, si bien hablamos de un problema global, hay una enorme responsabilidad individual para solucionarlo.
Reduciendo el consumo, contribuiremos a combatir la contaminación, y con ello minimizar nuestra huella de carbono.
¿Qué podemos hacer?
Algunas de las formas de cómo podemos contribuir son:
- Apagar o desconectar los cargadores o dispositivos que no se necesiten.
- Aprovechar la luz natural. Utilizar la energía eléctrica lo menos posible y apagar las luces que no se necesiten
- Revisar la etiqueta energética para asegurarse de que se está comprando un producto eficiente.
- Obtener focos LED que son lo suficientemente brillantes como para reemplazar los halógenos, así como bombillas de ahorro de energía regulares (CFL).
- Usar energía solar o algún otro tipo de energía renovable que no signifiquen quemar más hidrocarburos.
En medio de este panorama, y más allá de la celebración del Día Mundial del Ahorro de Energía, se requiere que todos hagamos un esfuerzo.
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