La gente ha consultado a los adivinos desde tiempos antiguos. Algunos intentaron “leer” el futuro a través de vísceras humanas o de animales. Otros viendo la forma en que un gallo picoteaba el grano. Los sedimentos del té o del café en la taza también fueron usados en sus predicciones. Dentro de todo este espectro adivinatorio surgió en la antigua Babilonia la astrología. Ahora eran las estrellas, la Luna y los planetas con su poderosa influencia en la vida de las personas los que marcaban las pautas. Se le confunde muchas veces con la astronomía porque en sus inicios muchos astrólogos eran también astrónomos.
En su forma más simple, la adivinación astrológica implicaba observar los cielos e interpretar los fenómenos inusuales que aparecían. La afirmación era que la posición que tienen los astros cuando un niño nace determina no solo su personalidad, sino también su futuro. Muchas personas se sentían en un terreno más firme cuando usaban la astrología para predecir el devenir. Todos estos eventos astronómicos fueron percibidos como mensajes divinos y adquirieron un significado adicional a medida que la idea de los rayos estelares se generalizó.
Todo lo sabe, todo lo ve
En el siglo XIII, el astrónomo Guido Bonatti describía un perfil casi sobrehumano de los astrólogos: «Todas las cosas son conocidas por el astrólogo. Todo lo que ha tenido lugar en el pasado, todo lo que sucederá en el futuro, todo se le revela, ya que conoce los efectos de los movimientos celestiales que han sido, los que son, y los que serán, y como él sabe a qué hora actuarán, y qué efectos deben producir.
Bonatti era un hombre inteligente con una excelente comprensión de las matemáticas y el movimiento de los planetas. La lógica que aplicó para llegar a sus conclusiones era perfectamente racional para los conocimientos disponibles en ese momento. Tal fue su renombre que se convirtió en asesor del Sacro Emperador Romano Federico II. Cuentan que calculó con precisión el resultado de la batalla en Forl en 1276. Sus talentos y la presunta fuerza adivinatoria de la astrología trascendieron gracias a sus textos. Destaca Liber Astronomicus, que fue traducido a varios idiomas y terminó en las cortes ducales y reales en toda Europa.
Cuando era solo una princesa, hasta Elizabeth encargó al astrólogo John Dee que creara horóscopos para ella en abril de 1555. La habría obligado una situación complicada relacionada con el futuro sucesoral de la corona. Pero no fue la última vez que Elizabeth se valió de las astros para predecir su futuro. Dee también recibió el encargo de crear un horóscopo basado en su fecha de coronación. Parece probable que predijera un reinado largo y glorioso. Si esto era mera adulación o en realidad lo vio en las estrellas, al final resultó tener razón.
Para los súbditos también hubo horóscopo
Los horóscopos no fueron algo exclusivo de la aristocracia. La astrología comenzó a volverse cada vez más accesible para todos, tanto a través de almanaques impresos como de astrólogos profesionales que vendían sus servicios a cualquiera. Los almanaques en particular fueron esenciales para la popularización de la astrología.
Aunque traían otro tipo de informaciones, lo que apuntalaba a casi todos los almanaques eran las predicciones astrológicas. Las fases lunares y los eclipses solares, con comentarios sobre cómo podrían afectar el clima y, por tanto, cuándo se debía sembrar cultivos. Pero también podían mostrar pronósticos detallados del próximo año, incluidas las batallas y sus resultados, los tiempos de enfermedad y los días malos o buenos para los negocios.
El historiador Bernard Capp calculó que para 1660 se vendían aproximadamente 400.000 publicaciones de este tipo cada año en Inglaterra, lo que significa que un tercio de todos los hogares habrían tenido una copia. Dada la cultura de compartir literatura y leer en voz alta en el siglo XVII, muchas personas más allá de los compradores originales se habrían beneficiado de la sabiduría de los almanaques. El conocimiento sobre la astrología habría sido generalizado entre la población de la época. Estos almanaques fueron los precursores de los horóscopos diarios que hoy todavía aparecen en revistas, periódicos y redes sociales.
Las científicas
Siempre se han confundido los términos astronomía y astrología. Sin embargo, son dos campos distintos de abordar el cosmos. Parte de la confusión se debe a que muchos de los primeros astrólogos eran también astrónomos. La astronomía, junto con la astrofísica, cubren la ciencia de la observación de los astros y la física que explica cómo funcionan las estrellas y las galaxias. La astrofísica y la astronomía utiliza principios y leyes científicas para explicar cómo se forman y funcionan las estrellas, los planetas y las galaxias. Mientras que la astrología es más bien una forma de entretenimiento que establece conexiones entre el comportamiento humano y la alineación de las estrellas y los planetas.
La diferencia entre «astronomía» («ley de las estrellas» en griego) y «astrofísica» (derivada de las palabras griegas para «estrella» y «física») proviene de lo que las dos disciplinas están tratando de lograr. En ambos casos, el objetivo es entender cómo los objetos en el universo funcionan. La astronomía describe los movimientos y orígenes de los cuerpos celestes (estrellas, planetas, galaxias, etc.).
La astrofísica es literalmente el estudio de la física de estrellas, galaxias y nebulosas. Aplica los principios de la física para describir los procesos involucrados en la creación de estrellas y galaxias, así como para aprender qué impulsa sus cambios evolutivos. La astronomía y la astrofísica están definitivamente interrelacionadas. A pesar de sus diferencias, los dos términos se han convertido en algo sinónimo en los últimos años.
La pseudo
La astrología («estudio estelar» en griego) se considera en gran medida como una pseudociencia. No estudia las características físicas de las estrellas, planetas y galaxias. No se ocupa de aplicar los principios de la física a los objetos que utiliza, y no tiene leyes físicas que ayuden a explicar sus hallazgos.
Sus practicantes, simplemente usan las posiciones de las estrellas y los planetas y el Sol para predecir las características individuales, los asuntos y el futuro de las personas. Es en gran parte similar a la adivinación, pero con un halo científico para darle algún tipo de legitimidad. No hay forma de usar estrellas y planetas para definir la vida o los amores de una persona. Todo es muy imaginario y fantasioso, pero algunas personas obtienen mucha satisfacción al jugar con eso.
Si bien la astrología no tiene base científica, sí desempeñó un papel preliminar en el desarrollo de la astronomía. Los primeros astrólogos también fueron observadores de estrellas sistemáticos que trazaron las posiciones y movimientos de los objetos celestes. Esos gráficos y movimientos son de gran interés cuando se trata de comprender cómo las estrellas y los planetas se mueven a través del espacio. La astrología divergió de la astronomía como una práctica científica durante los años de la Ilustración en el siglo XVIII, cuando los estudios científicos comenzaron a ser más rigurosos. Se hizo evidente para los científicos de la época que no se podían medir fuerzas físicas que emanaran de estrellas o planetas que pudieran explicar las afirmaciones de la astrología.
El detector de mentiras científico
En 1961 Vernon Clark llevó a cabo una prueba en la que participaron algunos astrólogos de renombre. Ninguno pudo relacionar las cartas astrales de enfermos con sus historias clínicas. En 1975 Macharg encontró esa misma incapacidad analizando cartas de alcohólicos.
Los psicólogos alemanes U. Timm y T. Koberl analizarizaron en 1986 los resultados de un una invetigación que realizó entre 1952 y 1955 un centro dedicado a la investigación en parapsicología. Participaron 178 astrólogos alemanes y ninguno coincidió en lo que significa una carta astral.
John McGrew y Richard McFall, psicólogos de la Universidad de Indiana, pidieron en 1990 a seis astrólogos de la Asociación Astrológica de Indiana que analizaran la carta natal de 23 sujetos, de entre 30 y 32 años de edad, y escogieran el perfil psicológico que mejor se ajustaba a cada uno. Muy pocos acertaron por encima de lo esperado por azar.
Los aciertos no son su fuerte
La astrología no tuvo el tino de prever la caída del Muro de Berlín, ni el 11-S, ni el 11-M ni la guerra de Ucrania. Sin embargo, el fracaso más grande del siglo pasado fue autoría de uno de los más prestigiosos astrólogos europeos, André Barbault. El especialista en «astrología política» vaticinó 11 veces el final de la guerra franco-argelina, el cual al final acertó. En las predicciones referidas a líderes mundiales tampoco tuvo las de ganar. Dijo que Kennedy sería reelegido en 1964 y lo asesinaron un año antes; que Khruschev permanecería en el poder hasta 1966 y fue depuesto dos años antes; y que De Gaulle dimitiría en 1965 y fue reelegido.
Crea fama
Las personas siguen creyendo en una pseudo ciencia aunque no aprobó ninguno de los exámenes de credibilidad a los que fue sometida. Estás son algunas de las posibles causas:
- Confusión semántica: el sufijo logos está asociado a las ciencias (geología, biología, sociología, etc.). Muchas personas piensan que los términos astrología y astronomía refieren a la misma actividad.
- Desconocimiento: creen en la astrología porque piensan que está respaldada científicamente.
- Necesidad de creer: las personas se sienten conformes depositando de alguna forma el destino en alguien o en algo más. Crea una sensación de aparente seguridad personal.
- Costumbre: mientras que la ciencia tiene solo algunos siglos de vida, las creencias existen desde hace milenios.
- Entretenimiento: acuden a astrólogos para distraerse o pasar el tiempo.
- Sentido de mejoría: las personas han recurrido a esta u otra pseudociencia y han sentido una mejoría. En este punto hay que tener en cuenta dos aspectos muy importantes: el efecto placebo y el sesgo de confirmación que está asociado al autoengaño.