La inapelable victoria de los socialistas se la deben fundamentalmente a Pedro Sánchez. El ahora indiscutible líder del PSOE, que hace dos años y medio quedó desahuciado por su propio partido, ha sabido tener paciencia y, sobre todo, tesón y gran obstinación para devolver a los socialistas un triunfo que nadie imaginaba apenas hace un año.
Este éxito indiscutible de Sánchez le deja margen de maniobra para gobernar, sea con un ejecutivo monocolor, en coalición con Podemos, nacionalistas y hasta independentistas, o acercarse al partido de Rivera.
Esta opción es la más complicada por el veto y el cordón sanitario impuesto por el dirigente de Ciudadanos y porque no sería aceptada por la gran mayoría de la militancia y votantes del PSOE.
La primera lección de estas elecciones generales es el batacazo y el desplome del Partido Popular. El fracaso evidente es de Pablo Casado y no solo por el voto fragmentado de los partidos de la derecha.
La foto de Colón y la derechización del PP, que ha abandonado la centralidad, le han llevado al peor resultado de su historia con la pérdida de 71 escaños. Casado y el Partido Popular tienen que hacer una profunda reflexión.
El segundo ganador de estos comicios es Albert Rivera, no solo por haber logrado 25 escaños más, sino que se presenta y pretende ser el líder de la oposición, disputándole a Pablo Casado la hegemonía de este cargo en una nueva lucha fratricida.
Por otra parte, se puede decir que Podemos ha salvado los muebles a pesar de un importante retroceso. La formación de Pablo Iglesias se ha mostrado dispuesto a dialogar con Sánchez para lograr un gobierno de coalición. Pero la formación morada sabe que no puede exigir, por ahora, ministerios como hace dos años.
Finalmente y aunque no haya obtenido los resultados deseados Vox entra con fuerza y con 24 diputados en el Congreso. Es cierto que no van a ser determinantes, pero no es una buena noticia para la democracia.
Tampoco podemos obviar los excelentes resultados obtenidos por los nacionalistas e independentistas en Euskadi y Cataluña que van a obligar, a precisar y a desplegar mucho diálogo y pragmatismo.
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