Han transcurrido unas cuantas horas y todavía se escucha el lamento de los napolitanos ante el fallo del “prodigio del milagro” de san Genaro. Incluso, los más fervientes creyentes de su santo patrón, temen que algo malo pueda suceder en esa festiva región de Italia.
Cientos de fieles de Nápoles colmaron expectantes una de las capillas de su catedral para celebrar una vez más el «milagro del mártir». Pero miércoles 16 no fue un buen día para los creyentes pobladores.
El abad Vincenzo de Gregorio, acompañado de un séquito de sacerdotes, sustrajo el relicario que contiene la sangre firme, solidificada de san Genaro desde1497. Y ante la mirada de los feligreses, lo movió de un lado a otro. Una y otra vez, y la sangre no se licuó para desdicha de los presentes.
Entonces, los asistentes al tradicional culto no han dejado de murmurar sobre los posibles infortunios que pudieran ocurrir en la bonita localidad sureña. Ya agobiada con la pandemia y sus sentidas secuelas y con la muerte de su ídolo Diego Armando Maradona.
Tres veces al año, el relicario es sometido a la prueba del “prodigio del milagro”, que consiste en que la sangre seca del santo se hace líquida a los ojos de sus seguidores. Cuando eso ocurre, los napolitanos se siente seguros y confiados en que estarán protegidos por san Genaro.
Esta vez falló. Y la creencia popular milenaria lo asocia a malos augurios. De ahí los comentarios que presagian que lo peor está por venir. El «anuncio», que aún retumba en calles y esquinas, fue reseñado y desplegado a dos páginas por el diario Il Mattino y ha ganado espacio en las redes sociales.
El milagro de san Genaro en la historia
Napolitanos creyentes en la fe católica refrescan el milagro de san Genaro, aunque no ha sido refrendado por la Santa Sede, tres veces al año. El primer domingo de mayo, el 19 de septiembre (fiesta del patrono napolitano) y el 16 de diciembre. Esta última fecha en memoria del milagro producido por la intercesión del santo que evitó una catástrofe tras la erupción del volcán Vesubio en 1631.
El «prodigio», como lo denomina la jerarquía católica, viene produciéndose durante muchos años. Se observó en 1848 delante del papa Pío IX. El milagro, en cambio, no sucedió durante las visitas de Juan Pablo II en 1979 ni de Benedicto XVI en 2007. Y no ocurrieron hechos de lamentar, contraviniendo por fortuna, las creencias de malos presagios.
Sin embargo, el 19 de septiembre de 1980 no se licuó la sangre y un hubo un terremoto masivo el sur de Italia dos meses después y murieron más de 3.000 personas. En 1939 tampoco ocurrió el milagro, poco antes de que la Alemania nazi comenzara la Segunda Guerra Mundial.
El 16 de diciembre pasado se celebraron dos misas en la catedral de Nápoles para comprobar si se producía el «milagro», pero ni siquiera en la última se produjo la licuación de la sangre. Algo que no ocurría desde diciembre de 2016. Y a pesar de que los fieles se congregaron en el templo para rezar y pedir que se obrara el milagro de san Genaro. Término con el que en realidad la Iglesia católica se refiere a este los fenómenos inexplicables por la ciencia.
Mártir de la Iglesia Católica
San Genaro, patrono de Nápoles, fue obispo de Benevento. Durante la persecución contra los cristianos lo hicieron prisionero y sometido a terribles torturas. Finalmente, lo arrojaron a los leones con sus amigos, pero las bestias sólo rugieron sin acercárseles. Entonces, fueron tildados de usar magia. Como consecuencia, los condenaron a morir decapitados cerca de Pozzuoli, donde los enterraron.
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