Por Ores Lario
26/10/2015
No cuenta con aulas propias ni con un edificio emblemático. Tampoco tiene cafetería ni despachos. Los alumnos de esta escuela reciben clases en salas de alquiler o espacios de coworking. “Tener un edificio no aporta valor al alumno. Es un coste y cuando lo tienes sólo piensas en llenarlo”. Habla Fernando de la Rosa (Barcelona, 1973), Tito para los amigos, fundador de Foxize School, una escuela de negocios especializada en el mundo digital. “Durante 12 años di clases y tenía la sensación de que los alumnos de másters y posgrados no estaban contentos porque a todos les explicaban lo mismo, cuando cada profesional tiene diferentes necesidades”.
En 2012, desde su blog, Titonet.com, hizo un experimento. “Durante un máster, un grupo de alumnos pidió una ampliación de mi clase. La ofrecí y se apuntaron 25 personas. ¿Conclusión? Había alumnos descontentos, una oferta innovadora inexistente y demanda por aprender”. Siguió su olfato y fundó Foxize, la primera escuela digital que ofrece formación presencial y online “a la carta”, según cada necesidad.
Los negocios y el mundo digital son el eje de esta escuela en la que imparten cursos con títulos como Social selling, aprende a vender en red, ¿Cómo diseñar mecánicas promocionales? y Cómo crear campañas de comunicación y marketing integral. Tiene una plataforma de más de 200 docentes que ha impartido clase a 15.000 alumnos en tres años. “Me parecen pocos pero estamos súper contentos”, asegura De la Rosa.
Aunque también tiene cursos online, la mayoría de las clases son presenciales (tres horas por 90 euros). “En vez de comprar un programa largo, cada alumno, en su mayoría profesionales, se organiza los cursos que le interesan. Bajo la teoría de que todo el mundo no debería aprender lo mismo, hacemos un test para ver las carencias de cada uno y se diseña su programa. A nosotros acuden dos tipos de alumnos: los que quieren profundizar en temas digitales y los inmersos en procesos de reinvención laboral”.
Foxize es el cuarto negocio de Fernando. Formado en Económicas en la Universidad de Barcelona y con un máster de Esade, su primera incursión empresarial fue una start up de telecomunicaciones. Después le siguieron una empresa de alquiler de coches y una agencia de publicidad. Apasionado por la educación, “que ayuda a que el mundo sea algo más justo”, en 2012 creó Foxize. “Arrancamos con 60.000 euros y tenemos previsto cerrar 2015 con una facturación de 900.000”. Las clases se imparten en España –Barcelona, Madrid, Valencia, Tarragona, Gerona y Palma de Mallorca–, pero, ya están pensando en crecer. “Colombia e Irlanda son nuestros próximos objetivos”.
Campaña de ‘crowdfunding’
Para convertir en accionistas del centro a sus profesores, alumnos y a todos aquellos que también creen que los modelos de formación deben adaptarse a las necesidades de los profesionales del siglo XXI, Foxize School ha lanzado este año una campaña de crowdfunding. “El aporte mínimo era de 250 euros a cambio de participaciones en la sociedad. En sólo dos semanas cubrimos el 100% de la inversión. Lo obtenido lo invertiremos en tecnología e internacionalización”, relata orgulloso el fundador de Foxize.