Por Juan Emilio Ballesteros
08/01/2017
La eliminación de cualquier enfermedad de carácter endémico requiere de un proyecto global que implica a todo tipo de instituciones y organismos y precisa, igualmente, un importante respaldo financiero que haga frente a los costes del tratamiento y garantice la prevención y el seguimiento médico. Este objetivo no sería posible sin la solidaridad de todos aquellos agentes políticos, económicos y sociales implicados en un esfuerzo sanitario que exige desde permisos gubernamentales y complejos trámites administrativos hasta el trabajo desinteresado del voluntariado. La compañía biofarmacéutica MSD, líder internacional en salud que opera bajo la marca Merck, ha coordinado el programa de erradicación de la oncocercosis, la enfermedad denominada ceguera de los ríos.
La oncocercosis es la segunda causa de ceguera de origen infeccioso en el mundo. Según la Organizacióm Mundial de la Salud (OMS), al comienzo de la década había 37 millones de personas infectadas. En Latinoamérica al menos 270.000 están ciegas y 500.000 tienen graves problemas visuales. En el mundo se contabilizaron más de 100 millones de personas que vivían bajo riesgo de contraer la infección.
La enfermedad tiene su caldo de cultivo en las zonas tropicales y el 99% de los casos registrados se produden en 31 países del África subsahariana: Angola, Benin, Burkina Faso, Burundi, Camerún, Chad, Côte d’Ivoire, Etiopía, Gabón, Ghana, Guinea, Guinea-Bissau, Guinea Ecuatorial, Kenya, Liberia, Malawi, Malí, Mozambique, Níger, Nigeria, República Centroafricana, República del Congo, República Democrática del Congo, República Unida de Tanzania, Rwanda, Senegal, Sierra Leona, Sudán, Sudán del Sur, Togo y Uganda. La oncocercosis también se ha transmitido en el Yemen y Latinoamérica, donde tuvo una incidencia relevante y fue considerada endémica en seis países: México, Guatemala, Venezuela, Brasil, Ecuador y Colombia. En la actualidad ha sido erradicada de la mayor parte de la región, aunque persiste en amplias zonas de la selva pluvial amazónica de Brasil y Venezuela, donde el contagio amenaza sobre todo a la población indígena yanomami.
Ni vacuna ni tratamiento
La oncocercosis es una enfermedad parasitaria causada por la filaria llamada Onchocerca volvulus. Se transmite a los humanos por las moscas negras (género Simulium). La enfermedad es conocida comúnmente como ceguera de los ríos porque las larvas de la mosca negra se reproducen en ríos y arroyos de corriente rápida, principalmente en aldeas remotas situadas cerca de tierras fértiles donde la población depende de la agricultura.
Según su etiología, la enfermedad tuvo su origen en el comercio de esclavos. La OMS especifica que es una afección grave de la piel y los ojos. Los síntomas están provocados por las microfilarias, que se desplazan por el cuerpo humano en el tejido subcutáneo y dan lugar a respuestas inflamatorias intensas cuando mueren.
Las personas infectadas pueden presentar síntomas como prurito intenso y diversas alteraciones cutáneas desfigurantes. Algunas personas infectadas desarrollan lesiones oculares que pueden producir discapacidad visual y ceguera permanente. En la mayoría de los casos se forman nódulos subcutáneos alrededor de los gusanos adultos.
No fue hasta mediados de la década de los 70 cuando se sintetizó un medicamento capaz de hacer frente a la enfermedad. La investigación vino de la mano del científico William C. Campbell, en aquella fecha parasitólogo del MSD Research Laboratories (MRL), que lideraba un equipo en la búsqueda de posibles tratamientos para enfermedades causadas por parásitos en animales. El hallazgo se produjo en la muestra de suelo Nº OS3153 del profesor Satoshi Omura del Instituto Kitasato de Japón. El desarrollo de la ivermectina llevó a la conclusión de que el Mectizan era eficaz frente a la oncocercosis en los seres humanos. La OMS recomienda el tratamiento con ivermectina al menos una vez al año durante un periodo entre 10 y 15 años.
En 1987 la compañía MSD anunció que iba a donar el medicamento a todas las personas que lo precisaran durante todo el tiempo necesario hasta que se erradicara la oncocercosis. El programa lo dirige el Grupo de Trabajo para la Salud Mundial ubicado en Atlanta (Estados Unidos), que coordina las actividades de MSD, la OMS, el Banco Mundial y una serie de instituciones públicas y privadas. En palabras de Kenneth C. Frazier, presidente y CEO de MSD, el objetivo final es la erradicación de una enfermedad incapacitante que afecta a las personas y a sus familias, así como al sistema sanitario y a la economía.