En el estado de Maine, en el noroeste de Estados Unidos, dos familias de agricultores se encuentran en una encrucijada. Jim Buckle y su esposa, Hannah Hamilton, habían establecido una granja de poco más de 7 hectáreas con la intención de cultivar alimentos saludables, orgánicos. Irónicamente, un análisis de su operación en 2022 reveló una sorpresa desagradable: el agua del pozo que utilizaban para lavar y regar las verduras estaba contaminada con sustancias químicas tóxicas permanentes denominadas per y polifluoroalquilas (PFAS).
La causa fue el lodo del alcantarillado que se usó hace unos años como fertilizante en tierras cercanas estaba impregnado de PFAS. Ante la evidencia de que sus cosechas podían estar contaminadas con estas peligrosas sustancias, Jim y Hannah cerraron su granja mientras buscaban soluciones para limpiarla y protegerla de contaminaciones.
Un año antes, Katia Holmes y su esposo, también agricultores orgánicos, enfrentaron una crisis similar en 283 hectáreas dedicadas a la ganadería en Albion, Maine. Aunque el agua de su pozo estaba limpia, los análisis de la leche de sus vacas y del heno que compraban para alimentar a los animales encontraron niveles elevados de PFAS. Investigaciones posteriores establecieron que un antiguo propietario de la tierra había esparcido lodo de alcantarillado en ciertos campos hace 20 años y contaminó de PFAS el suelo. La pareja inmediatamente retiró sus productos de las tiendas. Su granja también estaba afectada por PFAS.
En peligro las operaciones agrícolas
Muchos casos de granjas contaminadas se deben al uso de lodo de alcantarillado como fertilizante. Durante el proceso de tratamiento de aguas residuales, los sólidos se separan de los líquidos y los “biosólidos” resultantes se venden como fertilizante para ayudar al crecimiento de cultivos y pastizales. Sin embargo, la presencia de PFAS en estos biosólidos puede tener consecuencias devastadoras en los cultivos.
Los PFAS han sido utilizados durante décadas en una amplia variedad de productos y procesos industriales y de consum, pero se ha demostrado que además de ser perjudiciales para la salud humana y ambiental son eternos. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos ha calificado nueve tipos de PFAS como sustancias peligrosas, debido a sus impactos tóxicos, carcinogénicos y dañinos para las personas y los animales.
Las pruebas positivas de PFAS han tenido consecuencias devastadoras para granjas y operaciones ganaderas en varios estados. La Asociación Nacional de Departamentos Estatales de Agricultura considera que los PFAS representan un “riesgo importante” para los agricultores y ganaderos. Instan a las agencias estadales y federales a ofrecer apoyo financiero y crear programas de asistencia.
Es difícil determinar la magnitud de la contaminación con PFAS. La organización sin ánimo de lucro Environmental Working Group calcula que cerca de 8 millones de hectáreas de tierras de cultivo son fertilizadas con lodos de aguas residuales. Los agricultores son inconscientes de los niveles de PFAS en sus granjas hasta que es demasiado tarde. En Maine han encontrado hasta ahora productos químicos PFAS en 73 granjas, pero se sospecha que cientos de sitios más pueden estar contaminados. Los biosólidos de las aguas residuales agregan nitrógeno, fósforo y carbono orgánico al suelo y ayudan a que crezcan los cultivos.
Contaminación generalizada y permanente
En Maine, por ejemplo, en las décadas de los ochenta y noventa se alentó a los agricultores a esparcir lodos mezclado con residuos industriales de fábricas de papel. Los residuos estaban contaminados con PFAS. Sin embargo, todavía se emplean regularmente en tierras de cultivo. Aproximadamente 60% de los lodos de plantas de tratamiento de aguas residuales se vierten anualmente sobre tierras agrícolas. La contaminación abarca mucho más que áreas de cultivos. Más de 26 millones de personas en cientos de comunidades están afectadas por los “químicos permanentes” y tóxicos presentes en el agua potable.
La EPA exige que las empresas hídricas analicen el agua potable para detectar 29 compuestos PFAS diferentes. Datos preliminares confirman la presencia de PFAS en 431 sistemas de agua en niveles superiores a los límites mínimos. Un estudio de 2020 del Environmental Working Group calculaba que más de 200 millones de estadounidenses consumían PFAS en el agua.
Los sistemas de agua públicos y privados están contaminados con PFAS en más de 2.800 ubicaciones en 50 estados, el Distrito de Columbia y dos territorios. Las cifras pueden aumentar cuando agreguen los nuevos datos que arrojarán las pruebas que se están realizando. Los análisis de laboratorio detectan presencia generalizada de PFAS en el agua del grifo no solo en Austin, Denver y Los Ángeles, sino también en comunidades más pequeñas como Glencoe, Illinois, Monroe y Nueva Jersey.
Beber PFAS día tras día
Los investigadores calculan que hay 30.000 contaminadores industriales liberando PFAS al medioambiente y las fuentes de agua potable. Los PFAS se conocen como “sustancias químicas eternas”. Una vez liberadas, no se descomponen y pueden acumularse en la sangre y los órganos. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades han detectado PFAS en la sangre del 99% de los estadounidenses, incluidos bebés recién nacidos.
Se han relacionado dosis muy bajas de PFAS con la supresión del sistema inmunológico y al aumento del riesgo de cáncer y daños el desarrollo fetal. La Administración de Alimentos y Medicamentos anunció que eliminará la venta de envases de alimentos que contienen PFAS, incluso en envoltorios de comida rápida y envases para llevar.
La FDA ha encontrado niveles elevados de PFAS en mariscos, pero el 97% de los 718 alimentos frescos y procesados han estado libres de PFAS. El PFAS rara vez se ha detectado en carne de res, cerdo, pollo y bagre criado en granjas.
Maine es el único estado que prohíbe las aplicaciones terrestres de lodos de aguas residuales, mientras que otros dirigen los esfuerzo a limitar la cantidad de PFAS que ingresa a las plantas de tratamiento de aguas residuales. En 2018, Michigan comenzó a pedir a las plantas de tratamiento de aguas residuales que identificaran en su sistema a las industrias que descargan altas concentraciones de dos productos químicos PFAS.
Las instalaciones de tratamiento empezaron a requerir que estos usuarios pretraten los productos químicos antes de que sus desechos lleguen a la planta de tratamiento y las concentraciones de PFOS tanto en desechos líquidos como en biosólidos disminuyeron en muchas plantas de tratamiento.
Controlar el desastre
Mientras que legisladores y reguladores avanzan hacia la prohibición de las PFAS, un equipo internacional de investigadores propuso una forma de eliminar los productos disponible en el mercado que contengan PFAS. La vía para hacerlo es clasificando los productos en tres categorías: no esenciales, reemplazables y esenciales.
El equipo dirigido por el profesor Ian Cousins, de la Universidad de Estocolmo, adelantó un proyecto internacional que consiguió eliminar gradualmente la producción y el uso de clorofluorocarbonos, otro producto químico que destruye la capa de ozono. Ahora sugiere una vía similar para las PFAS. Sin embargo, el reto es encontrar una alternativa viable a las PFAS que no solo sea respetuosa con el medio ambiente, sino también rentable. Propone a los fabricantes diseñar moléculas que se degraden después de su uso, siguiendo el principio de la química ecológica o sostenible.
La industria alimentaria está probando con varios métodos para producir envases de alimentos sin PFAS. Algunas de estas innovaciones utilizan para los embalajes sostenibles bambú, hojas de palma, cera ecológica y revestimientos de arcilla. También ácido poliláctico, un plástico que se hace a base de maíz.
La transición hacia una sociedad libre de PFAS llevará algún tiempo. Se necesitan regulaciones más estrictas sobre el uso de biosólidos y una mayor conciencia pública sobre los riesgos de los PFAS. Además, los agricultores están explorando alternativas más seguras para fertilizar sus tierras, como el uso de compost y otros métodos naturales. La contaminación por PFAS es un desafío urgente que afecta las operaciones agrícolas no solo de Estados Unidos.