Cuando en 2021 sor Nathalie Becquart, miembro de la Congregación de Xavières, fue nombrada la primera mujer subsecretaria del Sínodo de los Obispos, hizo una observación que recorrió el mundo. En una conferencia de prensa en el Vaticano, les dijo a los periodistas que su nombramiento evidenciaba que “la mentalidad patriarcal de la Iglesia estaba cambiando”. ¿Es verdad?
En el mensaje difundido en marzo con motivo del Dia Internacional de la Mujer, Becquart dijo que ya el 20% de las personas que trabajan en el Vaticano son mujeres. Reiteró que Francisco es pontífice que ha designado más mujeres en puestos de autoridad. Otras cifras del Vaticano emitidas en 2019 se referían con entusiasmo al aumento del personal femenino al 24% en comparación con el 17,6% en 2010. Entonces, Benedicto XVI afirmó que de un total de 4.053 personas que trabajaban en la Santa Sede 697 eran mujeres. En 2019, la Santa Sede y la Ciudad del Vaticano tenían un total de 4.618 empleados, de los cuales 1.016 eran mujeres, el 22%. En 2020, la cifra subió a 24%.
Sin duda, la Iglesia Católica sigue siendo una institución dominada por hombres. La restricción de que solo un obispo ordenado puede gobernarla impone hasta adónde pueden aspirar las mujeres. Una muralla insalvable que algunas mujeres han denominado “techo de cristal”. No se ve, tampoco deja pasar.
Otro día sin la otra mitad de la humanidad
Las mujeres no han ganado la igualdad, apenas algún terreno. El aumento gradual, pero muy lento, comenzó después del Concilio Vaticano II que se celebró en octubre de 1962, pero no en puestos de dirección o liderazgo. La gran mayoría de las mujeres que trabajan en el Vaticano se encargan de las operaciones diarias de los dicasterios, congregaciones y secretarías de la Curia Romana y de la Ciudad-Estado del Vaticano. Los archivos de la gobernación vaticana registran que la primera mujer laica empleada a tiempo completo fue Anna Pezzoli en 1915. Pezzoli trabajaba para las monjas que dirigían el taller de restauración de tapices del Vaticano.
Gudrun Sailer, de Radio Vaticano, que ha investigado sobre las mujeres en el Vaticano, escribió que si bien Pezzoli fue la primera mujer cuya información laboral fue archivada es posible que haya otras antecesoras femeninas. Sailer asegura que «las primeras mujeres educadas» comenzaron a trabajar en la Biblioteca Apostólica del Vaticano en 1929, y la primera mujer en ocupar un puesto de liderazgo fue la laica Rosemary Goldie, subsecretaria del Consejo Pontificio para los Laicos, en 1967. Antes hubo muchas mujeres, pero como personal de servicio (limpieza, cocineras, ayudantes de cámara, lavanderas).
Es en el siglo XXI cuando más mujeres han asumido roles de liderazgo de alto rango en el Vaticano. En abril de 2004, Juan Pablo II nombró a sor Enrica Rosanna, monja salesiana de 66 años de edad, subsecretaria de la Congregación para los Institutos de la Vida Consagrada. La primera mujer que accedía a un cargo tan alto en la Curia romana. También fue la primera mujer en obtener un doctorado en la Pontificia Universidad Gregoriana y también la primera en enseñar en una universidad pontificia. En este Dicasterio participa como jefe de oficina Sharon Hollland.
Acercar el Evangelio y la economía
Todavía en 2009 solo 3 mujeres ocupaban cargos de importancia, en 2019 el número subió a 8, incluidas la viceministra de Relaciones Exteriores y la subdirectora de la Oficina de Prensa del Vaticano. Francisco le dijo a Reuters que debió “vencer” resistencias en el Vaticano para nombrar en 2016 a la periodista española Paloma García-Ovejero como vicedirectora de la Oficina de Prensa del Vaticano. Permaneció dos años y medio en el cargo.
Ahora, según Sailer, que compiló estadísticas sobre las mujeres en el Vaticano, hay seis mujeres que ocupan puestos de liderazgo, incluido el Sínodo de los Obispos. El 24 de mayo de 2019, la hermana Nathalie Becquart, monja francesa javeriana fue nombrada consultora de la secretaría general del Sínodo de los Obispos de la Iglesia Católica. La primera vez que se nombraba a mujeres para ese cargo. Sor Becquart vio el nombramiento como parte del esfuerzo de Francisco «para implementar la sinodalidad en todos los niveles de la vida de la Iglesia» y beneficiarse de la importante contribución que las mujeres pueden hacer. Becquart propuso el gesto simbólico de pedirle a una mujer que dirigiera algún año el retiro de la Curia romana.
El 6 de febrero de 2021, Francisco designó subsecretaria del Sínodo de los Obispos y la convirtió en la primera mujer en tener derecho a voto en el Sínodo Católico de los Obispos. Es la representación del poder de la mujer en los asuntos doctrinales.
«Bajo el techo de cristal, las mujeres ganan terreno. En 2019, el 24% de los empleados de la Santa Sede eran mujeres, en comparación con el 17,6% en 2010. El aumento gradual comenzó en serio después del Concilio Vaticano II. En 2022, una década después, el número se había duplicado»
El grupo incluye a la economista Alessandra Smerilli, designada secretaria interina —el segundo cargo más alto en un departamento, similar a un vicepresidente— en el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Es la mujer de más alto rango en la Curia romana y la primera mujer «número dos» de la Curia Romana. Antes se desempeñó como consejera del Estado de la Ciudad del Vaticano, consultora de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos y coordinadora del Grupo de Trabajo de Economía de la Comisión Vaticana para la COVID-19. Ella dice que su tarea es acercar el Evangelio y la Economía.
Cuando le dijeron que con su nombramiento aumentaba la cantidad de mujeres en cargos importantes en el Vaticano, la hermana Smerilli, contestó que Dios creó al hombre a su imagen. «Varón y mujer los creó. Hombre y mujer son imagen de Dios, que es comunión. Esta vocación de alianza y reciprocidad debe llevarse no solo en el ámbito familiar, sino en todos los demás ámbitos, incluso el laboral», explicó.
Hay casadas y con hijos, también monjas
En 2017 Francisco nombró a Gabriella Gambino y Linda Ghisoni, dos mujeres casadas y con hijos, subsecretarias del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. La hermana Carmen Ros Nortes es subsecretaria en la Congregación para la Vida Consagrada, la tercera mujer en este cargo. Hasta 2004 los subsecretarios siempre fueron sacerdotes.
En el Dicasterio para las Comunicaciones del Vaticano, dos mujeres ocupan altos cargos directivos. La eslovena Natasa Govekar es jefa del Departamento Teológico-Pastoral y la brasileña Cristiane Murray es vicedirectora de la Oficina de Prensa del Vaticano. Hace diez años sólo había tres. El número de mujeres en puestos directivos de la Curia romana se ha triplicado en diez años. A finales de 2019, nueve mujeres, junto a Francesca Di Giovanni, ocupaban puestos de responsabilidad en la Santa
Ninguna mujer ha roto el techo del cristal del Vaticano
La que más se ha acercado a romper el «techo cristal» es la teóloga argentina Emilce Cuda, que a mediados de febrero fue designada secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, que desempeñará a la par con el mexicano Rodrigo Guerra.
También han sido nombradas mujeres en puestos que anteriormente solo ocuparon hombres, incluida la mujer de más alto rango en la gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, Barbara Jatta, directora de los Museos Vaticanos. Los museos son una importante fuente de ingresos para el Estado de la Ciudad del Vaticano, una entidad separada de la Curia Romana que contribuye a su balance final del presupuesto
Jatta guio los museos durante el tumultuoso 2020, cuando la pandemia de coronavirus cerró los museos durante meses y la cantidad de visitantes cayó un 82%. El museo, entonces, se centró en las ofertas digitales. Publicó siete nuevos recorridos virtuales de los museos y una serie de videos llamada «Los secretos de los Museos Vaticanos».
Un poder totalmente absolutista
Lo que complica todavía más el ascenso de la mujer en puestos de dirección en el Vaticano es la forma como se ejerce el poder. Totalmente absolutista. Mientras en otras organizaciones los empleados pueden presentarse para ascensos, en el Vaticano los puestos de alto rango se hacen por nombramiento. Desde la contrarreforma existe un tabú. No se puede hacer campaña para ocupar puestos más altos, aunque ciertamente esto todavía sucede tras bambalinas.
Cuando se hace un nombramiento para un cargo en el Vaticano, lo más probable es que el designado describa su puesto en términos de servicio en lugar de poder. Así, las discusiones sobre el “empoderamiento de las mujeres” son escasas y la creación de metas medibles para el liderazgo de las mujeres es casi una utopía. Un imposible. No obstante, cualquier objetivo generalmente se enmarca en términos abstractos como «dar a las mujeres un puesto en la mesa» y «garantizar que se escuchen las voces de las mujeres».
Algunas mujeres tienen ideas específicas sobre cómo lograrlo. Por ejemplo, a María Lía Zervino le gustaría que el Vaticano instituyera un Observatorio Mundial de la Mujer. «Sería muy útil reunir las investigaciones científicas sobre los problemas que enfrentan las mujeres en todo el mundo, ayudaría a la Iglesia a buscar una solución de manera más efectiva», dijo.
Nombres nuevos, pero no modernos
De las 22 sedes más importantes de la Curia, (Secretaría de Estado, Secretaría de Economía, 3 Dicasterios, 9 Congregaciones, 5 Consejos, 3 Tribunales), ya 5 cuentan con mujeres en el equipo directivo. Hasta ahora ningún papa había nombrado a una mujer en un puesto de responsabilidad. Y no las nombra por ser de sexo femenino, para estar al frente de la Secretaría de Estado no se necesita ser sacerdote. En algunas oportunidades han sido laicos.
En 2018, Francisco nombró a Paolo Ruffini prefecto del Dicasterio de la Comunicaciones y hasta se mostró abierto de nombrar a una mujer como prefecto de la Secretaría de Economía, pero finalmente se decantó por el sacerdote jesuita Juan Antonio Guerrero Alves. No obstante, con regularidad afirma que la Iglesia Católica necesita más mujeres en puestos de liderazgo.
Una feminista en la Santa Sede
La historiadora, escritora y periodista Lucetta Scaraffia dio una charla en su parroquia, San Roberto Bellarmino, en Roma. Después se quedó a cenar con los cinco sacerdotes. Un detalle le llamó la atención. Las cuatro monjas ecuatorianas que limpiaban y servían a los curas comían en una habitación aparte. Preguntó por qué y le respondieron que «en Navidad se sentaban juntos”. Desde 2012, Scaraffia dirigió «Donne Chiesa Mondo», («Mujeres de la Iglesia Mundial»), el suplemento femenino semanal de L’Osservatore Romano, que auspició Benedicto XVI para llenar la falta de una visión femenina en diario oficial de la Santa Sede.
La periodista –que se declara abiertamente feminista, fue atea durante muchos años y hasta marxista– en marzo de 2019 logró lo inimaginable. Tocar las heridas de la Iglesia y recordar la posición de inferioridad en la que se encuentran las mujeres en la institución. Pero todo tiene su final. Le envió una carta a Francisco para anunciarle que se rendía, dijo que las integrantes de la redacción se sentían rodeadas de un clima de desconfianza y de una deslegitimización progresiva y renunciaban en conjunto. Denunciaron presiones internas para silenciarlas.
Presiones internas a favor del silencio, el modo mute
La polémica que causó la publicación de una carta de Benedicto XVI en la que elogiaba la formación teológica de Francisco, pero que omitió varias partes, llevó a la renuncia del sacerdote Dario Edoardo Viganò como prefecto de la Secretaría de Comunicación, que se había creado en 2015 con la intención del papa de juntar todos los medios informativos de la Santa Sede. Desde Radio Vaticano, el Centro Televisivo Vaticano, el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, la oficina de prensa, el servicio de fotografía hasta la editorial y tipografía Vaticana. Para sustituirlo Francisco prefirió un laico muy bien relacionado con la Iglesia: Paolo Ruffini, que se desempeñaba como director de TV2000, la televisora de la Conferencia Episcopal de Italia.
Muy preocupado porque «la mayor crisis actual es la del sentido» y en no quedarse estancado «en una visión estática de la comunicación», el prefecto Ruffini abusa de galimatías y asombra que se atreva a decir «que las nuevas posibilidades de acercarse a los lectores a través de las redes sociales y los medios de comunicación digitales, requieren el dominio del «lenguaje de este tiempo». Con la misma satisfacción de aquel que descubrió el agua tibia, pontificó: «Internet no significa la muerte de los medios de comunicación tradicionales».
La obediencia, el «don» más buscado
Los nuevos directivos, con Andrea Monda como director «están volviendo a la práctica de seleccionar mujeres que aseguren obediencia, a la autorreferencialidad clerical y renuncian a la valentía que Francisco pide con tanta frecuencia». Su misiva no tuvo respuesta del papa, pero en un boletín de la oficina de prensa del Vaticano presentó su versión. «En ningún momento he seleccionado a nadie, hombre o mujer, por criterios de obediencia. Pese a la renuncia colectiva de las redactoras la historia del suplemento no se interrumpe, continúa y sin clericalismos de ningún tipo».
En el suplemento Donne Chiesa Mondo todo parecía ir bien hasta que su atrevimiento tocó algunos temas incomodos para la burocracia y al alto funcionariado. El número sobre las deplorables condiciones de trabajo de muchas monjas en la Santa Sede no gustó, pero su irreverencia periodística llegó al límite con un editorial que valientemente denunciaba los abusos sexuales a las religiosas y obligó a Francisco a reconocer, por primera vez, su existencia. Pese a sus posturas, Scaraffia era considerada conservadora.
No defiende que las mujeres puedan ser sacerdotes, pero le gustaría deberían ocupar más lugares de responsabilidad como consejeras, prefectas, cardenales, jefas de órdenes religiosas y principales asesoras de Francisco. Repite que en ninguna parte está escrito que solo los curas pueden ser purpurados. “Soy feminista, pero podemos lograr la igualdad siendo diferentes a los hombres”, subraya. Mantiene que el aborto es un pecado, pero considera que no debe ser penalizado. Afirma que la Iglesia está demasiado centrada en la teología y no en la vida real. “El 70% de los católicos no sigue sus preceptos sobre el control de nacimientos”, agregó.
Menos críticas y muy eficientes
Sin embargo, dentro del Vaticano, donde las mujeres son menos críticas públicamente, también se está produciendo un cambio. A medida que más mujeres han ocupado puestos en el Vaticano, los empleados de mucho tiempo dicen que han visto cómo la cultura clerical comienza a erosionarse lentamente. Al mismo tiempo, las mujeres que recientemente comenzaron a trabajar con el Vaticano están presentando una nueva perspectiva sobre lo que las mujeres aportan a la mesa de la iglesia. En lugar del escurridizo «genio femenino» que los miembros de la jerarquía a menudo se han esforzado por describir, dicen que el don de las mujeres los ha dotado de otra a perspectiva.
En 2020, el papa Francisco también nombró a seis mujeres laicas para el Consejo de Economía , que anteriormente estaba compuesto únicamente por hombres , que supervisa las estructuras financieras y administrativas de la Santa Sede y el Estado de la Ciudad del Vaticano, y nombró a la primera mujer promotora de justicia (en el lenguaje estadounidense, un fiscal) en la Corte de Apelaciones del Vaticano.
“Un nuevo rostro, el de la iglesia ‘mujer’, comienza a asomar en sectores de la Santa Sede, con sus rasgos de cercanía, compasión y ternura, así como de inteligencia e intuición femenina”, escribió María Lía Zervino, presidenta de la la Unión Mundial de Organizaciones de Mujeres Católicas , en una entrevista por correo electrónico con América. Según su sitio web, el grupo busca “promover la presencia, participación y corresponsabilidad de las mujeres católicas en la sociedad y la Iglesia”.
Mujeres y poder
Aún así, Zervino y otras mujeres familiarizadas con las operaciones del Vaticano creen que hay un largo camino por recorrer antes de que las voces de las mujeres se integren satisfactoriamente en el liderazgo central de la iglesia. Lo que es «satisfactorio» también sigue siendo esquivo. La Iglesia Católica no ordena mujeres, y muchas funciones del Vaticano, como vestir de blanco, están reservadas a miembros del estado clerical. Por lo tanto, las estadísticas sobre paridad de género son de ayuda limitada para comprender cuánto poder tienen las mujeres en el Vaticano.