La filósofa española Susana Monsó reflexiona sobre lo que enseñan los animales ante la muerte
Una madre se aferra el cuerpo de su bebé muerto. Es una orca. Su lamento es el de una madre ante la muerte de su cría. Una filósofa española explora cómo los animales responden a la pérdida y dan sus lecciones. La única certeza de los humanos es que algún día morirán, pero no comprenden el fenómeno ni saben cómo enfrentarlo.
La muerte ha sido un eterno tema central en la reflexión humana. Se ha desarrollado una amplia gama de creencias, rituales y prácticas . La manera como se afronta la muerte refleja convicciones, experiencias y la relación con el cosmos. Las diversas formas en que las culturas abordan la muerte muestran sus valores, cosmovisiones y sistemas de creencias. Desde los vibrantes festivales del Día de Muertos en México, en los que se celebra la vida de los difuntos con altares coloridos y ofrendas, hasta los solemnes rituales funerarios de algunas culturas asiáticas. La muerte y su relación con la vida.
Más allá de la existencia
La filosofía ha explorado la muerte desde múltiples ángulos. Sócrates y Platón veían la muerte como una liberación del alma. Mientras que los pensadores existencialistas como Sartre la consideraban una parte intrínseca de la condición humana que le otorga sentido a la vida. La muerte, en este sentido, se convierte en un catalizador para la reflexión sobre el significado de la existencia y la búsqueda de un propósito.
Las culturas indígenas americanas ven la muerte como un tránsito hacia otro plano existencial donde los ancestros velando por sus descendientes. En contraste, las sociedades occidentales, tienden a asociar la muerte con dolor y pérdida que se reflejan en los rituales funerarios y en las creencias sobre el más allá.
El cristianismo enseña que hay vida eterna después de la muerte. Lo que puede ofrecer consuelo a los creyentes, pero también generar miedo al juicio divino. En el islam, se considera que los actos en vida determinan el destino eterno del alma.
El budismo enseña que la muerte es parte del ciclo de reencarnación y el sufrimiento se libera alcanzando el nirvana. Las religiones africanas, por su parte, conciben la muerte como un retorno a la comunidad de los ancestros, que continúan influyendo en la vida de los vivos.
Tras los misterios de la muerte
La tanatología, como disciplina científica, se dedica a estudiar la muerte y los fenómenos relacionados. Abarca aspectos médicos, sicológicos, sociales y espirituales. Susana Monsó, filósofa de la mente animal de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Madrid, se adentra en el campo de la tanatología comparativa y cómo los animales en su diversidad perciben y responden a la muerte y la agonía.
En 2018, cerca de las costas de Columbia Británica, a una orca llamada Tahlequah se le rió la cría 30 minutos después de nacer. Por 17 días, Tahlequah se aferró el cuerpo de su cría. Un dolor, un lamento, que conmovió a muchos. Tahlequah recordó la profunda conexión que existe entre madres e hijos, independientemente de la especie. Monsó señala que este tipo de comportamiento es más común de lo que creemos. «Para quienes hemos experimentado una pérdida, podemos identificarnos con esa madre aferrada al cadáver de su bebé durante 17 días», afirma la filósofa.
Cauto antropomorfismo
Aunque es tentador proyectar las propias emociones y experiencias en los animales, la tanatóloga española advierte sobre los peligros del antropomorfismo. Recomienda cautela al asumir que ciertas capacidades cognitivas y emocionales son exclusivas de los humanos. Sería subestimar las capacidades cognitivas y emocionales de otras especies..
Monsó centró su interés en las capacidades que se consideran únicas de los humanos, como la moralidad y la racionalidad. Monsó en su libro «Playing Possum» argumenta que una variedad de especies animales tiene un concepto básico de la muerte. Son muchos los estudios sobre las reacciones de los animales ante los cadáveres.
La muerte un estímulo, no un concepto
Monsó plantea que un animal no necesita tener un «concepto» de muerte para reaccionar ante ella. Muchos comportamientos son simples respuestas automáticas a estímulos específicos. La presencia de un cadáver puede tener significados diferente: alimento para los carroñeros o una amenaza si el cadáver contiene patógenos peligrosos. Algunos animales incluso tienen adaptaciones especiales para detectar cadáveres. Las hormigas, por ejemplo, sacan las muertas de la colonia y las arrojan a la basura.
Cada comportamiento estaría relacionado con la detección de ciertas señales químicas, como el ácido oleico que se produce durante la descomposición. Si se aplica ácido oleico a una hormiga viva, las demás la tratarán como si estuviera muerta y la expulsarán. Acción que sugiere que reaccionan a un estímulo específico y no realmente la muerte.
Monsó afirma que algunos animales van más allá de las reacciones automáticas y muestran indicios de una comprensión más profunda de la muerte. Tienen un «concepto mínimo de la muerte». La comprensión de que los individuos muertos no pueden realizar las acciones que suelen hacer los seres vivos y que se trata de un estado irreversible.
Un caso notable ocurrió con un chimpancé nacido con albinismo, una enfermedad muy rara entre la especie. Los demás miembros del grupo reaccionaron con miedo y emitieron llamadas de alarma. Finalmente el macho alfa lo mató y los chimpancés cambiaron su actitud. Mostraron curiosidad por el cadáver. Oliéndolo, tocándolo y tirándole del pelo, sin mostrar miedo.
Ese cambio de actitud sugiere que los chimpancés comprendieron la irreversibilidad de la muerte y que el bebé no era ya una amenaza.
Monsó plantea que el «concepto mínimo de muerte” puede estar presente en algunas especies animales, aunque no de la misma manera que en los humanos.
Universalidad de la muerte
Cuando le preguntan si los animales sufren ante la muerte, Monsó responde que el comportamiento de Tahlequah, cargando su bebé muerto, no es un caso aislado. Muchas madres mamífero exhiben comportamientos similares cuando pierden a sus crías. El duelo es una respuesta emocional común en el reino animal. “No creo que sea descabellado suponer que se trata de un ejemplo de duelo. El duelo es un proceso emocional de aceptación de la muerte de otro individuo, y eso parece ser lo que están haciendo estas madres. Nos impacta el lamento de la orca, podemos conectarnos y entender su dolor”, afirma.
Reflexionar sobre cómo los animales afrontan la muerte y cómo la aceptan puede brindarnos una perspectiva útil sobre la propia mortalidad. “Puede ayudarnos a entender que la muerte no es algo injusto que nos sucede a nosotros, sino un trato que todo animal vivo debe aceptar. Al final, no somos más estos cuerpos que funcionan hasta cierto punto y terminan descomponiéndose de manera irreparable. Lo mismo que a cualquier otro animal”.