El sector nuclear francés está en malas condiciones. Durante mucho tiempo ha sido una fuente estable y económica de energía, para la exportación y para el mercado energético propio. Durante el verano la mayoría de sus 56 plantas de energía nuclear han estado desconectadas o a niveles mínimos de operación.
Se detectaron niveles preocupantes de corrosión y las olas de calor redujeron los niveles de los ríos y la temperatura del agua subió por encima del límite regulado. Las plantas eléctricas nucleares requieren un suministro adecuado y continuo de agua.
Algunos problemas son temporales, pero otros no se pueden resolver a corto plazo. La flota de plantas nucleares de Francia se construyó en los años setenta y ochenta, podría ocurrir que algunas no alcancen las extensiones que se les han otorgado. Además, es poco racional destinar ingentes cantidades de dinero en tecnología, en general obsoleta.
Además, los grandes planes para incrementar la capacidad se han demorado por fallas técnicas e incompetencia administrativa. La planta de Flamanville, en el norte del país, lleva 10 años de retraso y ha multiplicado por 5 su presupuesto inicial desde 2007.
Un cúmulo de problemas deja el movimiento antinuclear
El reactor de agua a presión elegido para Flamanville y el proyecto Hinkley Point en Somerset perdió la confianza de la industria eléctrica. También siguen a décadas de su realización la serie estaciones adicionales que anunció Macron en la campaña electoral presidencial. La Électricité de France, que representó la renovación industrial francesa de la posguerra, fue estatizada en su totalidad como una solución a sus múltiples problemas. Obviamente, no habrá una recuperación inmediata ni nada la garantiza.
Los problemas de envejecimiento de la industria nuclear son graves en muchos países. La campaña antinuclear tiene ahora sus consecuencias. El ritmo de fabricación de reactores se desaceleró casi a cero y la corriente era desmantelar, no modernizar.
Aunque Francia no fue tan radical como Alemania en el cierre de las planta nucleares y se ha basado en la energía nuclear para generar el 70% de su electricidad y la reducción de la dependencia de suministros, sus emisiones de carbono no son más bajas que las de otras economías europeas importantes.
La electricidad faltará de país a país
Las ganancias se esfumaron. Francia se encuentra en déficit energético y tendrá que depender de las importaciones. Y habrá consecuencia. Áreas, como el norte de Italia, que dependen de las exportaciones francesas de electricidad, ahora deben encontrar suministros en otros lugares. El efecto dominó recorrerá Europa, incluida la Gran Bretaña.
Sin duda, Francia dirigirá toda la electricidad de sus centrales nucleares a sus propios consumidores. Habrá escasez de energía a la vuelta de la esquina y presentan el gas natural como la única opción posible. Un elemento que escasea y que multiplicó sus precios con un mínimo aumento de la demanda y con el aberrante juego geopolítico que puso en marcha Rusia con la invasión de Ucrania.
La energía renovable, la eólica y solar, mantiene su atraso de tres años y voluminosas cantidades de contrariedades sin resolver, tecno-tecnológicas y de codicia.
Europa tiene en el horizonte la perspectiva de un invierno muy oscuro. Con cortes en el suministro físico y facturas desorbitadas. Mientras, la naturaleza pierde su ritmo y equilibrio por el calentamiento global y los gobiernos y las organizaciones mundiales en manos de burócratas que solo velan por su propio bienestar.