Por Aldana Vales | Efe
La solución al escándalo por el traspaso presidencial en Argentina, donde un fallo judicial tuvo que determinar el momento del fin del mandato de Cristina Fernández, es la «expresión acabada» de la «judicialización de la política» en el país suramericano.
Entre la novela y el bochorno, el escenario en el que asume Mauricio Macri no ha tenido precedentes en un país que ya pasó por cinco presidentes en una misma semana en la crisis de 2001.
No importó que el escribano de la Presidencia explicara que el mandato de Fernández terminaba a la medianoche del jueves 10, a menos que Macri jurara antes.
Después de días de desencuentros y críticas cruzadas entre el kirchnerismo y el gobierno electo, el macrismo recurrió a la Justicia e interpuso una medida cautelar para que la aclaración del escribano no tuviera efecto y Fernández terminara ayer a medianoche.
La Justicia argentina finalmente le dio la razón a Macri y Fernández decidió no asistir a la ceremonia.
Entre el cese de Cristina Fernández y el acto de asunción de Macri -que se ha producido este jueves-, el presidente provisional del Senado ha estado a cargo del poder Ejecutivo del país.
«Es una de las expresiones acabadas de que la política se ha judicializado», dijo a Efe Pablo Knopoff, analista de la consultora Isonomía.
La pelea revela parte del adn de cada uno de los bandos: El kirchnerismo, aficionado a las batallas casi desmedidas ante cualquier evento, y la oposición, que buscó la solución en el poder Judicial, tal como ha hecho durante los últimos años.
«Esto tiene que ver con los símbolos. Los argentinos eligieron en estas elecciones por formas además de por fondos», explicó el analista político. El kirchnerismo, agregó, «logra mucha aceptación con las políticas públicas», pero cosecha varias «críticas sobre las formas».
Precisamente, la novela del traspaso no es sólo un escenario ridículo de la política argentina, sino que es apenas un evento dentro de una serie asociada a la estrategia que permitió a Fernández mantenerse como figura central del panorama local.
Una serie que comenzó en 2013, cuando el candidato de Fernández perdió las legislativas y terminó institucionalmente «el sueño de lo que se llamó Cristina eterna», la iniciativa kirchnerista que buscaba una reforma de la Constitución que habilitara un tercer mandato de la presidenta saliente.
Para Knopoff, desde ese día, Fernández ha desafiado «de manera cotidiana» la figura del «pato rengo» (pato cojo), habitual en los altos cargos próximos a la retirada, que se enfrentan a la posibilidad de ser eclipsados por los nuevos protagonistas.
Fernández «transitó 2014 y 2015, fue figura central en la campaña y sigue siendo una figura de enorme centralidad política aún con presidente electo», remarcó Knopoff.
En los últimos días, la discusión giró sobre el lugar de la ceremonia y, mientras Macri quería la foto del traspaso en Casa Rosada, Fernández buscaba un acto en el Congreso, con el kirchnerismo movilizado frente al recinto.
Asi saludaba el pueblo a @CFKArgentina en la Plaza pic.twitter.com/S6n3DDWf65
— Casa Rosada2003-2015 (@CasaRosadaAR) diciembre 10, 2015
Entre protocolos, artículos legales y tuits contra Macri, Fernández mantuvo el protagonismo en la escena hasta los últimos momentos de su gobierno.
En este punto, en el de la iniciativa, reside el gran desafío del ya presidnete después de la asunción: ser presidente y actor central de la política argentina.
«Lo que logró este evento es retrasar la figura de Macri como figura central de Argentina», aseguró Knopoff.
«En los últimos años, discutimos mucho sobre ‘el fin de ciclo’. Macri, desde el momento que asume, tiene que lograr que discutamos un ciclo nuevo», agregó el analista.