El Índice de Masa Corporal (IMC) es fácil de medir, económico y de uso masivo en los centros de salud. También tiene puntos de corte estandarizados para el sobrepeso y la obesidad. Pero la Asociación Médica Estadounidense (AMA) considera que es una medida clínica imperfecta porque no evalúa directamente la grasa corporal.
La asociación sostiene que el uso del IMC como una métrica en sí misma es una medida clínica imperfecta que, incluso, ha causado un «daño histórico». En su informe de Ciencia y Salud Pública para el año 2023, la AMA criticó el sistema de clasificación del IMC por ser engañoso sobre los efectos de la grasa corporal en las tasas de mortalidad.
Argumenta que existen muchos aspectos en juego. “Numerosas comorbilidades, problemas de estilo de vida, género, etnias, factores de mortalidad médicamente significativos determinados por la familia. Así como el tiempo que uno pasa en ciertas categorías de IMC y la acumulación esperada de grasa con el envejecimiento probablemente afecten significativamente la interpretación de los datos de IMC. Particularmente en lo que respecta a tasas de morbilidad y mortalidad”.
El índice de masa corporal es esencialmente una fórmula para medir la «gordura», dice. Y se calcula dividiendo el peso de un adulto en kilogramos por su altura en metros al cuadrado. La Organización Mundial de la Salud señala, por ejemplo, que para los adultos, el rango saludable de IMC está entre 18,5 y 24,9. El sobrepeso se define como un IMC de 25 a 29,9 y la obesidad se define como un IMC de 30 o más.
Mientras los puntos de corte en adultos son los mismos para hombres y mujeres, independientemente de su edad o diferencias biológicas.
Derribando al Índice de Masa Corporal
En las últimas décadas, los médicos han utilizado el Índice de Masa Corporal como un referéndum sobre la salud individual. Pero su historia demuestra que nunca se supuso que este indicador fuera utilizado como una medida clínica. Mucho menos como una guía óptima para todos los problemas de salud.
“Existen numerosas preocupaciones con respecto a la forma en que se ha utilizado el IMC para medir la grasa corporal y diagnosticar la obesidad. Sin embargo, algunos médicos consideran que es una medida útil en ciertos escenarios”, señala el expresidente de AMA, Jack Resneck, Jr. MD.
“Es importante que los médicos”, agrega, “comprendan los beneficios y las limitaciones del uso del IMM en entornos clínicos para determinar la mejor atención para sus pacientes”, reseña The Swaddle.
Sylvia Gonsahn-Bollie, especialista en obesidad, cree que es como comprar ropa y un asociado de ventas demasiado entusiasta insiste en que te pruebes una camisa. “No le queda bien, pero el empleado insiste en que la camisa debe quedar bien porque todas las personas de su estatura deberían poder usarla”, escribió para Medscape Medical News. Sí, suena ridículo, comenta. “Pero así es como hemos llegado a usar el IMC. En lugar de pensar que las personas de la misma altura pueden tener el mismo tamaño, declaramos que deben tener el mismo tamaño”.
El IMC se reconoció inicialmente como el índice de Quetelet de 1892. A su vez se derivó de la necesidad de demostrar que el peso medio matemático de una población era su ideal. Y, por lo tanto, la métrica para cuantificar el peso de l’homme moyen (el hombre promedio).
Imperfecto y éticamente cuestionable
Quetelet obtuvo la fórmula basándose únicamente en el tamaño y las medidas de los participantes franceses y escoceses. Una demografía muy limitada que ya restringe el alcance de sus resultados. En el siglo siguiente, ganó prominencia y llegó a usarse como una medida de salud óptima y una justificación científica para la eugenesia. Una disciplina que creía en la creación de seres humanos perfectos mediante la eliminación de los llamados males sociales a través de la genética y la herencia.
E inversamente participó en la castración sistémica de todos los que no son hombres blancos, caucásicos y sin discapacidad, como personas discapacitadas, autistas, inmigrantes, pobres y personas de color.
Si bien el Índice de Quetelet tenía motivos cuestionables, siempre se pensó como un método para medir poblaciones, no individuos. Fue diseñado con fines estadísticos, no de salud individual. Esta siguió siendo la norma hasta la década de 1970, cuando Ancel Keys, un investigador de obesidad y fisiólogo que estudió la dieta, realizó un estudio a gran escala sobre la gordura. Los resultados del estudio fueron superiores a todos los intentos anteriores de cuantificar las tablas de altura y peso y, por lo tanto, el QI se renovó como IMC, la métrica que conocemos hoy.
Esta trayectoria continuó filtrándose en las principales definiciones de atención médica. En 1985, los Institutos Nacionales de Salud revisaron su definición de «obesidad» para vincularla al IMC de pacientes individuales. Y con eso, el IMC totalmente imperfecto y éticamente cuestionable se consolidó en la política pública de EE UU, advierte la asociación.
Observan discriminación
Al ser una medida conveniente para categorizar a los pacientes sin un enfoque individualizado en las historias y variaciones de pacientes, el Índice de Masa Corporal se ha convertido en una parte estándar de los controles médicos. A pesar de que los estudios reiteran que una medida creada por y para personas blancas y hombres, es aún menos precisa para las personas de color y mujeres. Esto conduce a diagnósticos erróneos.
Según estudios publicados por la Endocrine Society, el IMC sobreestima la gordura y los riesgos para la salud de las personas negras. Un gran estudio de 2003 publicado en The Journal of the American Medical Association (JAMA) demostró que los IMC más altos tienden a ser más óptimos para las personas negras. Y que las mujeres negras no necesariamente muestran un riesgo significativo de mortalidad hasta que cruzan un IMC de 37.
“Cuando hablamos de salud en comunidades marginadas, necesitamos conocer los problemas de salud en el terreno”, dice Sabrina Strings, PhD, profesora asociada de sociología en UC Irvine. “Necesitamos comprender su contexto, sus historias, y luego debemos trabajar con ellos para mejorar su salud. No es necesario que tengamos un enfoque de arriba hacia abajo (como las categorías de IMC) que sirve para estigmatizar”.
Un estudio de 2016 de 40 000 estadounidenses encontró que casi la mitad de los clasificados con sobrepeso según su IMC, el 29 % clasificados como obesos. E incluso el 16 % con obesidad severa eran cardiometabólicamente saludables. Esto significa que su riesgo de diabetes y enfermedad cardíaca era bajo basado en marcadores como el colesterol, la glucosa en sangre y la presión arterial.
Mientras que más del 30% de las personas clasificadas bajo peso normal no eran metabólicamente saludables.
Grasa corporal y salud metabólica
Los expertos también han señalado que el Índice de Masa Corporal no tiene en cuenta factores como la cantidad de grasa en comparación con el músculo que tiene un paciente. La distribución de la grasa en su cuerpo (por lo general, la grasa alrededor de la cintura aumenta el riesgo de enfermedad más que la grasa en otros lugares). Y su salud metabólica.
El hecho de que el uso del IMC en la profesión médica es engañoso y dañino es algo que se ha reconocido y discutido en gran medida. Pero ha habido muy pocos intentos de revisar esta medida.
Las autoridades aún promueven el índice debido a su conveniencia, y mientras esto continúe, se pueden esperar muy pocos cambios. Nick Trefethen, profesor de análisis numérico en el Instituto Matemático de la Universidad de Oxford, cree que un mejor cálculo que el actual peso/altura 2 para el IMC sería aumentar el peso/altura a 2,5.
El informe planea apoyar investigaciones adicionales sobre la aplicación de percentiles de IMC extendidos y su conexión con otras medidas. Factores de riesgo y resultados de salud y esfuerzos para educar a los profesionales médicos sobre estos problemas con el IMC y otras formas de diagnosticar la obesidad.
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