Por Cambio16
31/01/2018
La falta de unidad de los partidos independentistas catalanes volvió ayer a quedar en evidencia. El independentismo catalán se divide y lo hace por la forma en la que investir a Carles Puigdemont como president de la Generalitat. Una investidura que, según el Tribunal Constitucional, solo sería legal si el expresident pide autorización judicial para acudir al Parlament. Algo que el exmandatario huido ya ha dicho que no pedirá.
La división se reflejó ante la decisión del presidente del Parlament, Roger Torrent, de aplazar el pleno previsto para la tarde de ayer. El máximo jefe de la cámara autonómica, de ERC, molestó con su iniciativa al partido de Puigdemont, Junts per Catalunya. De hecho, su portavoz, Elsa Artadi, compareció públicamente confiando en que Torrent daría marcha atrás y recapacitaría, volviendo a convocar el pleno para esa misma tarde.
Esto no sucedió. Y la decisión de Torrent fue firmemente defendida por su propio partido. El portavoz de ERC en el Parlament, Sergi Sabrià, consideró que el aplazamiento había sido la posición idónea. La juzgó acertada para garantizar la investidura de Puigdemont en un pleno posterior. Y que ésta pudiera resultar exitosa a pesar de los límites establecidos por el Constitucional.
Cinco llamadas
El independentismo catalán se divide también en torno a la comunicación que supuestamente quiso realizar Torrent a Puigdemont. Y que finalmente no se produjo. ERC, el partido del presidente del Parlament, aseguró que Torrent había telefoneado sin éxito al expresident en hasta cinco ocasiones. Y que éste no cogió el teléfono en ninguna de ellas. Desde Junts per Catalunya aseguraron, en cambio, que esas llamadas no se habían producido. Ya que no le constaban al entorno de Puigdemont.
Además, el independentismo catalán se divide desde el mismo lunes. Fue entonces cuando Puigdemont dirigió una carta al presidente del Parlament instándole a que garantizara su investidura. Le pedía «amparo» ante la decisión del Tribunal Constitucional de prohibir su designación telemática o por sustitución. Este gesto fue muy mal visto por el partido republicano.
ERC consideró que, con su misiva, Puigdemont y, por ende, el conjunto de Junts per Catalunya, situaban a Torrent en la diana. Y consideraban que suponía una presión añadida a la que ya le impusieron el Gobierno, con las permanentes llamadas de Rajoy a la responsabilidad. Y el propio Tribunal Constitucional.
El independentismo catalán se divide
Ambos organismos le habían advertido una y otra vez de que el pleno solo se podía celebrar si Puigdemont asistía. Por eso, los republicanos alertaron de las consecuencias que habría tenido para Torrent la celebración del pleno. Y que Puigdemont hubiera sido investido por una de las fórmulas consideradas como ilegales. Desde ERC han señalado que Torrent hubiera incurrido en desobediencia al TC. Y que se hubiera abierto un nuevo proceso judicial que se sumaría a las decenas que ya hay abiertos contra exdirigentes catalanes.
En cambio, Junts per Catalunya defendió que tenían un acuerdo desde hace tiempo con ERC. En función de ese pacto, la Presidencia del Parlament sería para los republicanos. Y, a cambio, se tenía que investir a Puigdemont. A juicio del partido del expresident Torrent, con su decisión, no ha cumplido la segunda parte del acuerdo.
«Mis intenciones permanecen intactas», aseguraba Puigdemont en un mensaje grabado en vídeo a última hora de la noche. «Creemos que la democracia no se puede aplazar ni se puede suspender. No aceptamos que se puedan aceptar presidencias desde Madrid. De ninguna manera. Hacerlo sería hipotecar de ahora en adelante y para siempre los resultados electorales de Cataluña. Hacerlo sería rendirse a las maniobras del Estado y traicionar la voluntad de los electores», dijo el expresident.
Llamadas a la unidad
El líder de Junts per Catalunya aseguraba que «lamentablemente» el presidente del Parlament, Roger Torrent, había optado por aplazar el pleno de investidura. Y, aunque dijo»respetar» su decisión, advertía de que no hay «ningún otro candidato posible». Asimismo, llamaba al independentismo a no perder la «unidad». Porque, a su juicio, es «lo que sueñan los que nos quieren en prisión o en el exilio por años».
Para hacer frente a la aplicación del 155, Puigdemont considera que las fuerzas independentistas deben dar una «respuesta unitaria y coordinada para el despliegue del mandato del 1-O y del 21-D». Pero a pesar de las llamadas del expresident, lo que quedó ayer en evidencia es que el independentismo catalán se divide.