Por Cambio16
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l gran pacto por la Educación, ese objeto de deseo que lleva décadas en agenda tropezando una y otra vez con ellos, los políticos, su ideologización y sus intereses electoralistas, vuelve a escena. La duda es si esta vez se materializará. El debate Religión versus Educación para la Ciudadanía, la enseñanza concertada, la desvertebración del sistema, la financiación y, por supuesto, la organización curricular son los principales obstáculos que los dirigentes tendrán que salvar en la carrera hacia el ansiado acuerdo.
La educación española lleva mucho tiempo en barbecho. Y no por una cuestión de leyes –siete en 35 años–. “Nuestros políticos no se han dado cuenta de que la educación no se cambia con una ley, se cambia en las aulas. Y, por lo tanto, hay que contar con las personas que trabajan en ellas y su entorno más próximo, las familias”, explica José Antonio Marina, autor del Libro blanco sobre la profesión docente, encargado por el Ministerio de Educación.
Éste es el primer escollo que se debe superar: el consenso. Y no sólo entre los distintos partidos políticos. La comunidad educativa, ignorada por completo en la última legislatura, es una pieza clave en el acuerdo.
“Es curioso oír hablar ahora de un pacto después de la aprobación de la ley Wert. El gobierno de Mariano Rajoy ha desoído el clamor de toda la comunidad educativa, con dos huelgas generales incluidas”, pone sobre la mesa Ana García, secretaria general del Sindicato de Estudiantes. En un punto de partida similar se sitúa Nicolás Fernández, presidente del sindicato de enseñanza ANPE: “El PP ha dejado una situación diabólica, se ha refugiado en su mayoría absoluta y así es muy difícil avanzar. La educación no puede ser la visión de un partido”.
Fernández apela a hacer de la educación una verdadera prioridad y a sacarla de la confrontación política. “Nos hemos dejado llevar por debates superficiales debido a los elementos ideológicos y a debates maniqueos como la asignatura de Religión. Éstas son cuestiones menores. Hay que buscar un pacto, al menos, de mínimos”. Con él coincide Jesús Salido, presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA). “No es que sea algo irrelevante hablar de Religión o Educación para la Ciudadanía, el problema es que se utilice como arma arrojadiza entre dos partidos o corrientes distintas. El debate no debería ser ése”.
No obstante, superar esta cuestión no parece tan fácil teniendo en cuenta los programas de los dos grandes partidos –PP y PSOE–. Los populares mantienen el protagonismo dado a la asignatura de Religión en la LOMCE e insisten en que seguirán “respaldando el sistema de conciertos educativos” y el “derecho que asiste a los padres a educar a sus hijos conforme a sus propias convicciones religiosas”. Algo que parece una respuesta clara a la propuesta del secretario general socialista, Pedro Sánchez de retirar del currículo y del horario escolar la asignatura de Religión, recuperando a su vez Educación para la Ciudadanía como una materia obligatoria.
Éste es uno de los puntos de confrontación con la enseñanza concertada (en su gran mayoría católica), pero no el único. Para afrontar esta situación hay que tener en cuenta que entorno al 32% de las familias matricula a sus hijos en colegios privados, la mayor parte subvencionados por el Estado, por ello “no podemos confrontar la escuela pública con la concertada. Esta enseñanza ha funcionado razonablemente bien. Hay que conciliar. Eso sí, lo que no se puede hacer es liberalizar suelo público y dárselo gratis a estos centros abandonando la escuela pública como ha hecho el Partido Popular”. O en el caso de la segregación de alumnos, “si un colegio quiere hacerlo, que lo haga, pero no con fondos públicos”, critica el presidente de ANPE, Nicolás Fernández.
Por su parte, José Antonio Marina reflexiona: “Es posible que se esté facilitando la privatización de la educación en España, pero eso no depende de la ley, depende de las comunidades autónomas. Hay autonomías como el País Vasco o Madrid donde la enseñanza concertada representa casi la mitad de su sistema. Éste es un tema en el que hay que profundizar ya que tiene algunas disfunciones admitidas por todos los gobiernos y que convendría resolver. Hay que detectar cuáles son las ventajas y los defectos”.
“Otra cosa es que venga Podemos y diga que hay que desmantelar la educación concertada –reprocha Marina–. Eso es que literalmente no conoce el sistema ni las consecuencias. Los conciertos los estableció Felipe González, los ha mantenido el PP y a ningún gobierno autonómico se le ha ocurrido ni siquiera plantear el tema porque tiene unas ramificaciones económicas tremendas. Y no porque sea un gran negocio, sino porque ahorra mucho dinero a la administración”.
17 MINISISTEMAS
“La educación como proyecto de país debe ser coordinada, liderada y vertebrada por el ministerio. Por ello, uno de los principales problemas es que actualmente tenemos 17 minisistemas educativos, está desvertebrada”, analiza Nicolás Fernández, presidente del sindicato ANPE. “En España hay que garantizar unas enseñanzas coordinadas y mínimas en todo el Estado, incluido el derecho a la lengua común, sin confrontar con las lenguas vernáculas que son un riqueza”, demanda.
Por ello, el exministro de Educación Ángel Gabilondo insiste en que el pacto ha de ser social y político, “pero también territorial”. Apunta a que hay que “articular programas de cooperación entre todas las comunidades para lograr cumplir con los objetivos educativos que nos marca Europa”. Gabilondo también alerta del peligro que supone pretender resolver todo desde y a través del sistema educativo. “No es adecuado tratar de solucionar los problemas sobre la configuración del Estado de las autonomías con leyes educativas. Creo que éstos son asuntos constitucionales”, manifiesta.
No obstante, de esta descoordinación también se puede aprender de cara a una futura reforma. Cuando resuena la tasa de abandono escolar hay que ser consciente de que no es una realidad en todo el territorio. Hay comunidades como Cantabria, Navarra y País Vasco que superan la media europea, el problema es cuando se habla de la media nacional. En este marco, Jesús Salido, presidente de CEAPA, se pregunta: ¿“Por qué no hay un intercambio de comunicación y metodología con las CCAA que están por encima de la media?
Este polvorín educativo lo completa la financiación. Evidentemente para impartir una educación de calidad se necesitan recursos, unos recursos que se recortaron por primera vez en 30 años en 2010. “La política de Mariano Rajoy ha sido durísima. Este año se ha invertido un 4,31% del Producto Interior Bruto, cuando la media europea es de 5,25%”. En los últimos cuatro años se han perdido 7.764 millones de euros para profesores, apoyos, becas…
Datos que chocan con el coste de implantación de la LOMCE. Más de 2.100 millones de euros hasta 2020, según el propio Ministerio de Educación y Cultura. Esta cantidad se dividió entre las distintas comunidades. “El Gobierno central sólo se comprometió a pagar una parte, pero la carga mayor cayó en las comunidades. Ésta era otra de las razones por la que muchas de ellas se negaban a implantarla. La nueva Formación Profesional era lo que mayor coste suponía”, desvela José Antonio Marina.
El autor del Libro blanco sobre la profesión docente asegura que el presupuesto no debería ser una excusa a la hora de enfrentarse al pacto educativo y a una posterior reforma. “Con un 5% en cinco años sería suficiente para conseguir cinco objetivos: reducir el fracaso escolar al 10%, subir 35 puntos en PISA, disminuir la brecha entre los mejores y peores alumnos, favorecer que todos lo niños alcancen su máximo desarrollo personal y fomentar la adquisición de habilidades del siglo XXI”. Ésta es la propuesta que ha presentado a los partidos y que llama Objetivo 5-5-5.
Los socialistas, por su parte, de la mano de José Miguel Pérez, apuestan por la inversión de un 7% y “convertir nuestro sistema educativo en el mejor de Europa en ocho años”. Desde el sindicato de enseñanza ANPE, consideran un 7% ideal, pero se conformarían con un 6%.
EL CURRÍCULO
Después de todos estos obstáculos, resta lo más importante: ¿Qué es lo que debemos enseñar? ¿Qué es lo que queremos conseguir con esa enseñanza? “Necesitamos una reforma profunda que siente las bases de un sistema educativo moderno, de calidad, que haga compatible los principios de equidad y excelencia –reivindica el presidente de ANPE, Nicolás Fernández– y que sirva para acabar con las altas tasas de abandono, de fracaso escolar, al tiempo que aborde la situación del profesorado”.
Marina insta a implantar un “currículo base cero”, del que dice que debería encargarse el Consejo Pedagógico que recomienda en su libro. “Tenemos unos currículos enormes e incoherentes, donde cada especialista o cada administración ha querido meter lo suyo y que por su longitud impiden dedicar tiempo a las tareas de aprender, reflexionar, utilizar lo aprendido, aplicarlo a situaciones diferentes. Algo que han mantenido las últimas leyes educativas”.
El presidente de ANPE va más allá y critica que “la LOMCE (2013) es una reforma parcial que se inserta en la estructura y arquitectura de la ley que pretende derogar, la LOE (2006). Y ésta, a su vez, de la LOGSE (1990) –la LOCE (2002) nunca llegó a implantarse–”. “La LOGSE es la raíz que sustenta nuestro sistema educativo, aunque implícitamente derogada se mantiene el mismo modelo y estructura de los 90. Es decir, “Infantil son los mismos cursos, la Primaria, la Secundaria… sólo se han introducido algunos cambios en la mejora de la flexibilidad y la diversificación entre las enseñanzas profesionales y académicas”.
¿Pero qué ha pasado en estas décadas? ¿Por qué no se ha abordado esta situación? “Vamos por detrás de la realidad. El modelo de educación comprensiva que se aprobó en la LOGSE fue copiado de la enseñanza británica e incluso de la enseñanza francesa –analiza Fernández-. Ya había mostrado debilidades y aquí llegamos tarde. Sacrificamos todo en función del derecho a la educación, a la universalización, a la comprensión y todo lo demás, pero nos olvidamos del potencial que tienen todos los alumnos”. El presidente de ANPE explica que “hubo grandes errores en la configuración de los centros, en la separación traumática que hay entre Primaria y Secundaria –traumática con respecto al nivel–. Un alumno que hasta sexto de Primaria tiene un mismo profesor pasa con 12 años al instituto, donde se encuentra con ocho. Hay un escalón grande en el que se pierden y pierden la relación alumno-profesor”.
Jesús Salido (CEAPA) también incluye en el debate “los horarios comprimidos, las asignaturas troncales demasiado específicas, unos profesores centrados en dar un programa, en seguir un libro… definamos qué queremos ser. El alumno necesita motivarse –continúa Salido– y no podemos decirle que su obligación es asistir a unas clases cuyo contenido le aburre soberanamente y ni siquiera tiene claro para qué le va a servir en su vida diaria… Hay que ir evolucionando, hay que ir progresando”.
Para finalizar, Jesús Salido hace una reflexión en la que todos coinciden: “Cuando se hable del sistema educativo o de la educación se debe pensar única y sencillamente en ellos: los alumnos”.