“Todos los hombres somos hermanos. ¿No será el horizonte nuestra patria común? ¿No será también el presente en el que vivimos otra frontera, otro límite, otro lugar sin dimensión como el horizonte? Todas estas interrogantes y otras muchas forman parte de la naturaleza y hacen que mi obra busque en ella y en sus leyes todo lo que, siendo patente, es difícil de alcanzar”
Eduardo Chillida, Escritos, p. 33 (La Fábrica, 2005)
En Chillida Leku la fusión entre arte y naturaleza se produce de una forma consustancial, inherente. Es la obra de arte total. Las esculturas se integran en el paisaje como si siempre hubieran formado parte de él. En el jardín, las hayas, los robles y los magnolios conviven con las monumentales esculturas de acero y granito ubicadas en perfecto diálogo con el entorno. Transcurrido un año desde su reapertura, Luis Chillida hace balance y recuerda el espíritu y la obra de su padre, Eduardo Chillida, un artista universal que supo adelantarse a su tiempo.
En Cambio16 estamos convencidos de que se está gestando una nueva humanidad, con una conciencia colectiva elevada, y lo acertado es que ya en 1990, hace 30 años, el maestro Chillida nos señalaba el camino para la construcción de esa nueva humanidad con su obra Elogio del horizonte.¿Cuál fue su inspiración y significado?
Para mi padre el horizonte era la patria de todos los hombres, algo que tenemos en común y que a pesar de ello es inalcanzable. En este sentido me atrevo a decir que esa concepción de una conciencia colectiva se encuentra implícita en este mensaje de comunión, de patria común. Esta obra estuvo en su mente durante años, pero para poder realizarla necesitaba encontrar el lugar y la escala necesaria para orientarnos hacia el horizonte de manera natural, como algo que forma un conjunto armónico entre arte y naturaleza.
No hay duda de que Chillida fue un gran pensador y visionario, ¿cuál es su mayor legado desde el punto de vista artístico y humano?
Para él, ambos puntos de vista, el artístico y el humano, debían ser totalmente coherentes. El uno llevaba al otro y viceversa. Sin duda, una buena manera de acercarse a su obra es a través de su forma de ser. De sus escritos y pensamientos, de su ansia por adentrarse en lo desconocido. Siempre pensó que cuanto más crees saber de algo, más te das cuenta de lo que no sabes. Ahí radica la impronta de su legado, en esta cohesión entre el arte y el mensaje social y humano que subyace. Solía decir, con mucho acierto, que los valores sobre los que trabajaba eran universales, como lo son la paz, la tolerancia, el diálogo, y siempre iban a ser contemporáneos.
Ahora bien, como padre y persona, ¿cuáles eran sus principales valores, principios y reglas?
La honradez. Yo no puedo imaginarlo tratando de aparentar algo que no sea real y verdadero, y curiosamente, al mismo tiempo, era un gran amante de las utopías. En su fragua tenía escrito con tiza “Más vale ciento volando que pájaro en mano”. También la libertad, de la que decía: “¿No será el único camino hacia la libertad el amar la libertad de los otros?”. Es muy importante entender que para realizar su trabajo necesitó de ambas, de honradez y de libertad. En su obra podemos ver la honradez con la que está trabajado cada uno de los diferentes materiales, donde pueden hablar en su lenguaje natural sin ver coartada su expresividad. Y podemos entender de la libertad que necesitó para poder afrontar cualquier trabajo honestamente. Nunca sometido a reglas de terceros, siempre libre y honesto consigo mismo y con sus reglas.
Museo Chillida Leku. Interior del Caserío Zabalaga. 2019
Se ha cumplido un año de la reapertura de Chillida Leku, el lugar utópico soñado por Eduardo Chillida, un espacio que seduce, que expande la obra del artista más allá de sus paredes. ¿Qué valoración hace de la reapertura y de la adaptación del museo al siglo XXI?
Déjame decirte que ha sido una verdadera maravilla este comienzo conjunto que hemos iniciado con Hauer & Wirth para la puesta al día de Chillida Leku. Su experiencia y respeto a esta gran obra que es este museo para nuestros padres aseguran un futuro magnífico. Este primer año nos confirma cuán importante es que Chillida Leku siga siendo fiel a lo que es, un espacio, una obra de autor que representa lo que mi padre entendía como su “leku”, su lugar.
Una utopía adonde su obra pertenece, donde parece que ha nacido y donde se siente en su casa. Cuando la gente camina por el bosque, la campa o se adentra en el caserío Zabalaga comienza un viaje hacia lo que no se ve, se interroga a sí mismo sobre cuestionas básicas, filosóficas, que pasan desapercibidas en nuestro día a día. Y así nos lo han transmitido los más de 80.000 visitantes que hemos recibido en los 11 primeros meses desde la reapertura. La valoración no puede ser más satisfactoria.
Podemos percibir claramente que el maestro Chillida era un amante del medio ambiente, siempre buscando integrar su obra con la naturaleza, con el paisaje, comprometido con el problema de la emergencia climática. ¿Cuál fue su pensamiento en cuanto a la intervención de espacios naturales, qué buscaba? ¿Dialogan sus esculturas con la naturaleza?
Para él la naturaleza era su gran maestra y, por tanto, para una intervención en ella el respeto era máximo. Ausente de ningún protagonismo y en busca de una simbiosis que llegara a convertir la obra en un lugar único donde arte y naturaleza se complementaran. Por eso, la palabra que mejor hace referencia a sus trabajos es la de lugar, algo que va más allá de una escultura. Cuando entran a colación la naturaleza y el ser humano a través de la obra vemos claramente por qué se trata de un lugar y no de una escultura.
Hierro, acero y granito entre robles, hayas y chopos. ¿Es la conjunción perfecta entre arte y medio ambiente?
Cuando a principios de los años ochenta buscábamos un lugar donde pudiera hacerse un taller y sus obras fuesen oxidándose llegamos a Zabalaga y el flechazo fue instantáneo. Yo creo que en su mente lo vio no como un taller, sino como su lugar en el mundo y en ese mismo momento le preguntó a nuestra madre: “¿Pili, podemos comprarlo?”. Lo que hoy es Chillida Leku nació en ese momento y en ese lugar maravilloso que tenía en su mente. La sensación de pertenencia que se atisba en las obras en Chillida Leku responde perfectamente a tu pregunta.
Con la obra Elogio al agua pareciera que el maestro Chillida predijo el futuro y entendió que el agua iba a ser el bien más importante y escaso para la humanidad. ¿Por qué escogió el agua, el viento u otros elementos naturales?
Como amante de la naturaleza tanto el agua como el viento, el fuego y el aire, todo lo elemental de la naturaleza, le atraía y cuando tenía entre manos algún proyecto pasaban a ser los protagonistas. El agua es básica en la vida y en la naturaleza por lo que una obra directamente relacionada tendrá cabida siempre.
¿Qué puede aportar a su legado la declaración de El peine del viento como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco?
Creo que vaticina un futuro esperanzador y una protección y cuidado del lugar para las futuras generaciones muy importante. La protección de la Unesco sería un paso inmenso y representaría un hito en sí mismo, al tratarse de un lugar/obra que puede catalogarse como arte contemporáneo. También es muy interesante al proteger férreamente el lugar de posibles modificaciones que en las obras de arte públicas muchas veces se quieren acometer con el paso del tiempo.
Según el artista, la escultura debe siempre dar la cara y estar atenta a todo lo que alrededor de ella se mueve y la hace viva. ¿Es este el juego que propone al espectador?
Recuerdo paseos con él observando sus obras y como me decía: “Fíjate bien, no volverás a ver estas nubes, esta luz y este color de los árboles que completan la obra”. Ciertamente, cada momento es único y hay que observarlas con todos nuestros sentidos. El universo de una escultura es todo lo que la rodea, cuando lo que está alrededor cambia, la obra cambia.
Otra obra futurista pareciera ser el Monumento a la tolerancia. ¿Está el mensaje actualizado a los tiempos en que vivimos?
Indudablemente y se me había olvidado nombrarla entre sus valores. Curiosamente mi padre era muy tolerante con todos cuantos trabajaron con él en la creación de sus obras, pero al mismo tiempo era muy estricto consigo mismo y si algo no le convencía lo destruía y comenzaba de nuevo. La obra de Tindaya era algo sumamente especial al tratar de convertirnos a todos en iguales, de ahí su nombre, y demostró lo lejos que estábamos aún de conseguirlo. Como él decía: “Hoy parte el último refugiado de la ciudad. Mañana seremos tolerantes”.
¿En qué contribuye Chillida Leku al ecosistema cultural vasco?
Mi padre siempre dijo que él era un vasco universal. Y Chillida Leku es exactamente igual. Un espacio para la concordia del ser humano, del arte, de la naturaleza, de las tradiciones, de la historia. La importancia para este ecosistema cultural vasco es vital ya que representa una manera de hacer las cosas, con respeto, tolerancia y humanidad para con la propia naturaleza que no abundan. Chillida Leku es una obra en sí misma, una obra de arte total, una “gesamtkunstwerk” donde el material nace de la tierra para volver a ella transformado, que no desfigurado ni coartado, creando un círculo de transición donde ver la huella positiva y respetuosa del ser humano.
Finalmente, una anécdota curiosa: ¿cómo fue ese cambio del maestro Chillida de portero de la Real Sociedad a escultor?
Fue muy duro para él. Con 19 años de edad era una persona muy fuerte y atlética. Cuando sufrió la lesión que le hizo abandonar el fútbol quedó muy afectado. Por aquel entonces ya tenía interés por el arte, dibujaba mucho, pero no tenía ni idea de lo que el destino le tenía preparado. Es muy bonito ver y leer entrevistas de los años sesenta, cuando ya era un artista reconocido, y le preguntaban por su paso por la portería de la Real Sociedad. Siempre defendía que lo que él hacía en los campos de fútbol era lo mismo que estaba haciendo ahora con la escultura: manejar el tiempo y el espacio.
Estos y otros contenidos están en la edición 2270 de Cambio16
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