La tecnología del hidrógeno verde está «lista para el gran momento». Los gobiernos deben canalizar las inversiones hacia este tipo de combustible limpio, dijo Fatih Birol, jefe de la Agencia Internacional de Energía.
Estas declaraciones se producen en momentos en los que los defensores del uso de esta alternativa energética buscan una oportunidad para impulsar de manera definitiva una transición, de cara a una economía para los tiempos que se avecinan después de la crisis sanitaria.
Un mar de ventajas
El hidrógeno es un generador de energía altamente versátil, con una densidad de energía excepcional (más del doble que la del gas natural). Hoy en día, se producen alrededor de 70 millones de toneladas métricas de hidrógeno en todo el mundo, que se utilizan en una variedad de sectores: fertilizantes, refinación, petroquímicos, paneles solares y fabricación de vidrio.
El hidrógeno es el elemento más simple y abundante en el universo, pero rara vez existe como un gas en la Tierra. Debe estar separado de otros elementos. En el futuro tendrá un papel importante que desempeñar en la descarbonización de la economía global, especialmente en los sectores difíciles de descarbonizar. Pero, primero, hay muchos desafíos.
En el sector de la automoción, el hidrógeno se ha convertido en uno de los elementos más prometedores para la reducción de la contaminación local de las ciudades y ha conseguido un cierto grado de penetración en las flotas de transporte público.
Verde o azul
El hidrógeno se puede producir a partir de diversos recursos domésticos, incluidos los combustibles fósiles, la energía nuclear, la biomasa y otras fuentes de energía renovables como la solar, la eólica y la geotérmica, utilizando una amplia gama de procesos.
La gran mayoría (95%) del hidrógeno actual se produce a partir de hidrocarburos, a saber, gas natural y carbón. Como resultado, su producción es una fuente abundante de emisiones de dióxido de carbono (CO2).
Alrededor del 71% es hidrógeno «gris» (reforma de metano de vapor o SMR) y el resto es hidrógeno «marrón» (gasificación de carbón o lignito). Estos procesos han existido durante décadas. El desafío es lidiar con el carbono y las altas emisiones que resultan.
El futuro de la tecnología tiene que ver con el hidrógeno «azul». Aquí, el proceso de producción se combina con la captura y almacenamiento de carbono (CCS). Aún no es ampliamente comercial, pero existe la posibilidad de extraer hidrógeno «verde» del agua con electrólisis. Este proceso consume mucha energía, pero no contiene carbono si funciona con electricidad renovable.
Funcionarios de la UE creen que el hidrógeno verde podría reemplazar a los combustibles fósiles en sectores que carecen de alternativas para alinear las operaciones con el plan Green Deal de la UE, con el fin de reducir las emisiones netas a cero para 2050.
Esto podría provocar que el uso de hidrógeno aumente más rápido de lo que se pensaba antes de la pandemia.
Necesidades de inversión
El hidrógeno verde hoy es caro en comparación con la producción de hidrógeno a través de combustibles fósiles. Pero según la consultora Wood Mackenzie, la producción de hidrógeno verde puede ser competitiva para 2030.
Cualquier intento serio de uso a gran escala, ya sea en la industria o el transporte, también requeriría grandes inversiones en infraestructura. Por ejemplo, la energía de un parque eólico marino necesitaría conectarse a un electrolizador que produzca hidrógeno verde. De allí debería transportarse luego a los usuarios finales.
Para ayudar a reducir los costes se están trabajando varios proyectos en los sectores de infraestructura de gas, industria, minería y energía.
Afortunadamente, el coste de las celdas de combustible ha disminuido en un 60% desde 2006, según la Oficina de Eficiencia Energética y Energías Renovables de los Estados Unidos. La durabilidad de la pila de combustible también ha aumentado en un factor de 4 desde 2006, y ahora es equivalente a 190.000 kilómetros.
De cara al futuro
Un gran temor para la industria del hidrógeno es que no podrá aprovechar la oportunidad única que ofrecen los vastos paquetes de estímulo económico. Estiman que los gobiernos favorecerán el apoyo a los sectores tradicionales de combustibles con alto contenido de carbono que se han visto afectados por un colapso en la demanda de energía.
«La pandemia ha dejado más claro que nunca que los suministros de energía confiables son indispensables para que las sociedades modernas sigan siendo resistentes ante la crisis. Lo que también es indispensable es poner rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero en un declive estructural para orientar al mundo hacia el cumplimiento de los objetivos climáticos internacionales», subrayó Birol.
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