Las imágenes del brutal asesinato se hicieron virales a finales de noviembre pasado en las redes sociales rusas. El vídeo muestra a un hombre sirio, conocido por sus amigos y familiares como Hamdi Bouta, tendido en el suelo, rodeado de hombres de habla rusa con uniforme militar. Golpearon sus extremidades con un mazo antes de decapitarlo, prenderle fuego a su cuerpo y posar para fotografías con sus restos. Los perpetradores aún no han sido acusados, pero los indicios apuntan al tristemente célebre Grupo Wagner de mercenarios rusos.
Novaya Gazeta fue el medio de comunicación independiente ruso que identificó a los autores del asesinato como contratistas privados de seguridad militar para el llamado Grupo Wagner. La víctima fue identificada como Muhammad Taha al-Abdullah.
El asesinato de Bouta es sintomático del vacío de responsabilidad, de total impunidad, en el que opera el Grupo Wagner. Si bien los equipos de mercenarios están prohibidos en Rusia, han servido en el extranjero de punta de lanza en las guerras de poder del Kremlin. ¿Geopolíticas?
¿Qué es el Grupo Wagner?
El Grupo Wagner es una compañía militar privada rusa creada en 2014 por Yevgeny Prigozhin. Un oligarca que mantiene estrechos vínculos con Vladimir Putin. También ha servido durante mucho tiempo como representante-agente ruso para ayudar a Moscú a alcanzar sus objetivos estratégicos de seguridad nacional.
Prigozhin fue acusado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos por su papel en la gestión y operación de la llamada fábrica de trolls, en nombre de la Agencia de Investigación de Internet de la Federación de Rusia. Los esfuerzos del oligarca ruso se dirigieron a influir en las elecciones de mitad de período de Estados Unidos en 2018.
Por eso, Prigozhin fue sancionado también por el Departamento del Tesoro, de conformidad con la Orden Ejecutiva 13848. Esta recurso se utiliza para imponer sanciones por interferir en una elección estadounidense. Antes había sido sancionado por su papel en la guerra de Rusia en Ucrania. Si la historia de Prigozhin está cargada de subterfugios, mentiras e ilegalidades, también lo están las actividades del Grupo Wagner.
Operaciones de guerra
Cerca del gobierno ruso, pero nominalmente independientes, los contratistas militares privados le dan al Kremlin un grado de «negación plausible». Una condición que ha complicado y hasta evitado los esfuerzos de los responsables políticos occidentales para formular una respuesta defectiva. «Sirven como multiplicadores de fuerza, comerciantes de armas, entrenadores del personal militar y de seguridad local y consultores políticos», según un informe del Carnegie Endowment for International Peace.
Los analistas dicen que como el gobierno ruso no reconoce oficialmente la existencia de los mercenarios, puede negar o minimizar cualquier incidente, mientras mantiene una presencia militar. Este estilo de guerra híbrida se ha convertido en una piedra angular en los movimientos de Rusia para proyectar sus intereses geopolíticos en el extranjero. En 2016, se utilizó una combinación similar de entidades públicas y nominalmente privadas para influir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Prigozhin se dedicó a alimentar las divisiones entre la ciudadanía estadounidense.
Los combatientes del Grupo Wagner aparecieron por primera vez en 2014 en el este de Ucrania. Allí entrenaron y lucharon junto a los rebeldes separatistas contra el ejército ucraniano. Los operativos han surgido en todas partes, desde Venezuela hasta la República Centroafricana, Madagascar Siria y Libia.
Tres periodistas rusos que investigaban la participación del Grupo Wagner en la República Centroafricana fueron asesinados a tiros en 2018. En ese momento, había informes de que los mercenarios rusos operaban allí. El Kremlin negó cualquier vínculo con los asesinos. Sin embargo, envió 180 entrenadores a Bangui en febrero de 2018, después de recibir la aprobación de la ONU para entrenar y armar al ejército centroafricano.
Investigando al Grupo Wagner
Un informe de Frontline Forensics, una iniciativa conjunta de la Universidad Estatal de Arizona y el grupo de expertos New America, reveló las circunstancias de la muerte de Bouta. Utilizaron registros de la compañía y análisis de redes sociales. Los resultados de la investigación, publicados en junio, revelan cómo el asesinato se convirtió en un punto de encuentro en línea para los ultranacionalistas rusos.
«Hay una evolución dinámica en la fusión de los grupos ultranacionalistas rusos y los paramilitares rusos a la que nadie presta atención», dijo Candace Rondeaux, profesora de práctica en la Escuela de Política y Estudios Globales de la Universidad Estatal de Arizona y autora del informe.
«Si bien se necesita más investigación para verificar las identidades de los perpetradores y las circunstancias que rodearon la muerte de Abdullah, el rastro de pistas digitales apunta fuertemente a la participación del Grupo Wagner en el incidente», dice el informe.
También señala que el equipo de mercenarios rusos contaría con el apoyo financiero y logístico de Siria y las empresas rusas que estaban activas en el área en ese momento, incluidas las estatales Gazprom y Stroytransgaz. Esta última fue sancionada por Estados Unidos por su participación en apoyar la anexión rusa de Crimea en 2014.
Las revelaciones del informe tienen implicaciones escalofriantes. «Los mercenarios rusos, instigados por el dinero, operan cada vez con menor control en algunos de los países más frágiles del mundo».
Presencia en Libia
Esta semana, el ejército estadounidense acusó al grupo mercenario ruso de colocar minas terrestres y otros dispositivos explosivos en Trípoli y sus alrededores. Con ello habría violado un embargo de armas de la ONU contra Libia. El Comando Africano del Pentágono dijo que había «verificado evidencia fotográfica» de que el Grupo Wagner plantó las minas «indiscriminadamente» alrededor de Trípoli y hacia Sirte, al este de la capital, a mediados de junio.
«El Grupo Wagner, patrocinado por el Estado ruso, está demostrando un total desprecio por la seguridad de los libios«, dijo el director general de operaciones de Africom, mayor general Bradford Gering.
«Las tácticas irresponsables del Grupo Wagner prolongan el conflicto y son responsables del sufrimiento innecesario y la muerte de civiles inocentes. Rusia tiene el poder de detenerlos, pero no la voluntad«, agregó.
Estados Unidos ha acusado repetidamente a Rusia de introducir armas militares en el conflicto libio. Entre ellas, se incluyen al menos 14 aviones de combate MIG-29, con las insignias rusas cubiertas, en contra del embargo de armas de la ONU.
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