El Gobierno de Brasil despidió a Lubia Vinhas, coordinadora de la Agencia Espacial Nacional INPE, responsable del monitoreo satelital de la selva amazónica. Tres días antes había autorizado la publicación de los datos de deforestación de junio, que reflejaban un aumento continuo en la degradación ambiental.
El Ejecutivo dijo que la medida formaba parte de la reestructuración del equipo de la agencia espacial responsable del monitoreo de la deforestación. Expertos en medio ambiente manifestaron su preocupación por la alta interferencia política contra las medidas ambientales a medida que la destrucción se dispara en la selva amazónica.
Poca información oficial
El Gobierno federal anunció el lunes en la mañana, en el boletín oficial, la remoción de Lubia Vinhas, pero no ofreció una explicación. Vinhas fue la coordinadora general del Instituto de Observación de la Tierra. No está claro si la remoción estaba relacionada con la publicación de los datos. El INPE dijo en un comunicado en su página web que el cambio era parte de una sacudida «para mejorar las sinergias».
El despido conllevó una protesta de los ambientalistas. Afirman que puede ser un eco de un despido de alto perfil contra la misma agencia el año pasado. El presidente Jair Bolsonaro es un crítico de los ambientalistas. Defiende el fomento de un mayor desarrollo económico en la Amazonía. Muchos ven esa posición como un espaldarazo a los mineros y madereros ilegales.
Antes de tiempo
Vinhas fue escogida en 2018 por un período de cuatro años. Pero el ministro de Ciencia y Tecnología, Marcos Pontes, decidió retirarla después de 2 años y 3 meses en el trabajo. El INPE dijo en su declaración que el antiguo departamento de Vinhas se fusionará con otros, y supervisará la implementación de una nueva base de datos de georreferenciación.
Las cifras que el INPE publicó el viernes muestran 1.034 km2 de deforestación en la Amazonía. La cifra supone récord mensual desde que los datos comenzaron a recopilarse en 2015.
La deforestación total en la Amazonía brasileña de enero a junio fue de 3.069 km2, 25% más que en el mismo semestre del año pasado.
Gestión ambiental en la mira
Los observadores externos vigilan de cerca la gestión ambiental de Brasil. Falta muy poco para la llamada temporada de quema. Un período en que los propietarios de tierras usan el fuego para «limpiar» matorrales y bosques.
La preocupación por la destrucción de los bosques y la diversidad llevó a firmas administradoras de activos a plantear la posibilidad de dejar de trabajar con empresas de Brasil. La semana pasada hablaron con el ministro de Medio Ambiente y el vicepresidente, el general Hamilton Mourão, y le manifestaron su alarma por la alta tasa de deforestación.
Los incendios del año pasado llevaron la destrucción al nivel más alto en 11 años. Bolsonaro puso al Ejército a cargo del esfuerzo para frenar la deforestación en mayo. Sin embargo, los datos del INPE muestran que siguió subiendo.
Remoción cuestionada
Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Observatorio Climático Brasileño, una coalición de grupos de la sociedad civil, alegó que el gobierno había dejado en claro su deseo de intervenir en el INPE. «La remoción de Lubia Vinhas podría ser una indicación de que el plan nunca fue abandonado. Esto está sucediendo a medida que la deforestación se acelera, cuando la administración necesita detener las amenazas de desinversión», dijo Astrini.
El Ejército a cargo
Suely Vaz, ex directora del regulador ambiental del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables, dijo antes de la publicación de los datos de junio que el Ejército no usando la planificación técnica y la inteligencia requerida. «El personal castrense no está capacitado en métodos para detener la deforestación. Al Ejército le cuesta más de 10 millones de dólares por mes operar en la Amazonía. Esto es más de la mitad de lo que el Ibama gasta en supervisión en un año», sentenció.
«El control de la deforestación no se realiza enviando al campo a muchas personas sin experiencia. Pueden ayudar, pero las operaciones deben ser realizadas por las autoridades ambientales», agregó.
En medio de la protesta internacional por los incendios en el Amazonas en agosto, Bolsonaro acusó al entonces jefe del instituto de investigación espacial de Brasil, Ricardo Galvão, de manipular los datos de deforestación satelital para socavar su gobierno. Galvão respondió públicamente los reclamos. Fue despedido.
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