En el imparable mundo de las redes existen aplicaciones que ofrecen conectar a extraños en busca de nuevas amistades o romances. Otras, aunque comparten muchas características con aquellas que pactan citas con desconocidos, se anuncian como herramientas para establecer contactos o crear comunidades dirigidas a trabajadores remotos aislados y nómadas digitales. La intención es atenuar la soledad.
El encierro obligado de la pandemia avivó este tipo de encuentros virtuales. Una manera de compartir y escapar de los temores que cercaban aún más los espacios físicos. Ahora las citas son en restaurantes, con reservación de por medio y un rico menú escogido por los ‘nuevos amigos’ que se conocerán gracias a la aplicación.
La cena se organiza a través de Timeleft. Una aplicación relativamente nueva que ayudar a forja conexiones entre extraños. Usa el algoritmo para conectar a cinco personas de ideas afines y organizar una cena. En una ubicación que les resulte céntrica y, dependiendo del presupuesto del grupo y sus gustos. Sin pantallas ni deslizamientos ni interrupciones.
Citas con desconocidos, pero no ciegas
Fundada por el empresario francés Maxime Barbier, Timeleft para tratar de unir a las personas en función de sus aspiraciones y sueños en el «tiempo restante». Anima a los usuarios a realizar un cuestionario básico de personalidad. Las preguntas son básicas: edad, trabajo, orientación sexual. Pero cada vez son más abstractas: «¿Te formas opiniones sobre la lógica y los hechos o sobre las emociones y los sentimientos?»; «¿Eres una persona inteligente o divertida?»; «Si tu vida fuera una declaración de moda, ¿serías clásica y atemporal, o moderna y cara?»; «En una escala del uno al diez, ¿cuánto disfrutas del humor políticamente incorrecto?».
Explican en la aplicación que los participantes no saben nada de sus compañeros. Los únicos detalles llegan la noche anterior, cuando la herramienta asoma algunos datos, como por ejemplo, en qué empresas trabajan tus acompañantes y cuáles son sus signos del zodíaco. En la mañana de la cena informará la ubicación del restaurante. Varios grupos cenan en la misma ciudad en varios restaurantes cada semana. Para algunos, las experiencias son tan buenas que se hacen adictivos y cada semana reactivan sus datos para un nuevo encuentro con otras cuatro personas desconocidas.
Vinícius Ogawa dedica sus miércoles por la noche para cenar con extraños en diferentes restaurantes de Sao Paulo. «Se han convertido en momentos en los que puedo socializar. Siempre son una sorpresa, con gente e historias nuevas», comentó. Sergio de Sousa asegura que su experiencia fue fantástica. «Todos mis compañeros eran divertidos y teníamos mucho en común. Hemos viajado mucho y somos en promedio de 30 años. Hablamos de música, parejas, deportes y de tecnología», apuntó.
Un salvavidas para trabajadores remotos
Las cenas con desconocidos también son ofrecidas por plataformas como Confra, creada en Brasil el año pasado, que invita a tener la oportunidad de sumergirse en «la magia de los encuentros casuales», tener conversaciones que podrías perderte y conocer a personas que «jamás hubieras podido conocer». «Una alternativa para combatir la soledad urbana», oferta.
TimeLeft está en 170 ciudades de 37 naciones. México, Estados Unidos y Canadá, en América del Norte. Inglaterra, Bélgica, Escocia, Francia, Irlanda, Italia, España, Luxemburgo, Países Bajos, entre otros, en Europa. En América Latina, incluye Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.
Los servicios para no cenar solos proliferando en un momento en que los habitantes de las ciudades se sienten alejados de sus comunidades locales. Una encuesta de Gallup encontró que uno de cada cinco trabajadores experimenta soledad, los que laboran totalmente en remoto tienen más probabilidades de sentirse solos.
Encuentros, afinidades y ¿amistades por siempre?
Raymond Ou tiene 41 años y no trabaja remoto. Es uno de esos habitantes de la ciudad a los que les ha costado mucho hacer amigos. Solía asistir a eventos tecnológicos para conocer gente. Como productor de transmisiones en una estación de televisión local, su jornada comienza a las 7:00 pm. De allí que sus tardes no están libres para reunirse con amigos. «He sacrificado mi vida social por este trabajo», comentó.
El sacrificio valió la pena, pero le gustaría tener más amigos que estén disponibles durante el día. Se registró en la aplicación de citas con desconocidos Creative Lunch Club después de ver un anuncio en Instagram que prometía conectar a personas de sectores similares. En sus primeros tres meses como miembro, pagó 11 dólares para que lo emparejaran con otras dos personas para un almuerzo. Un horario de trabajo poco ortodoxo puede dificultar la vida social.
Otro relato sorprendente es el de Katya Gratcheva. Una mujer casada de 52 años, cansada de las redes transaccionales, se descargó una aplicación llamada The Breakfast. Por una tarifa, conecta a desconocidos que buscan una conversación profunda para desayunar en 17 ciudades del mundo. Gratcheva, que es rusa, finalmente se unió a una joven ucraniana cuya disposición a hablar del conflicto entre sus dos países la transformó. «Pudo ver en mí a una amiga, aunque representa a la nación que bombardeó su país y mató a sus amigos», sostuvo Gratcheva. Ella ha asistido a unas 30 citas de este tipo con desconocidos en los últimos 9 meses. «El resultado es gratificante», afirma.
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