Cuando la pandemia finalice deben venir cambios importantes. No sería descabellado, en el caso de España, pensar que esos cambios deben comenzar en el mismo Parlamento.
El politólogo Julio Embid es de los que cree que debe ser adaptado “a las maneras de 2020. La sociedad civil está avanzando y la etiqueta parlamentaria no se puede quedar en los tiempos de Cánovas y Sagasta».
El autor del artículo «Ideas para acortar la distancia. Parlamentos en emergencia», publicado por la Fundación Felipe González, plantea que diputados y senadores deben tener la posibilidad de trabajar desde casa.
En una entrevista a la agencia EFE sostiene que hay que reformar los reglamentos del Congreso, Senado y parlamentos autonómicos para que un pleno virtual tenga el mismo valor que uno presencial. Esta reforma legal permitiría que el confinamiento domiciliario no frene la acción parlamentaria.
Embid va más allá al plantear también una reforma a la Constitución, con la finalidad de que el acceso a Internet se considere como un derecho fundamental.
“El derecho a tener datos es tan importante como el derecho a la protección de la salud», sobre todo cuando el confinamiento ha obligado a que las clases se sigan en forma telemática, pero hay un 15% de los hogares sin conexión.
Derecho a la privacidad en red
Esa reforma a la Carta Magna, que califica como «ambiciosa» pero necesaria e inevitable, debe también incluir el derecho a la privacidad en la red: no ser vigilado, a utilizar cifrado y al anonimato.
“Todo el mundo tiene derecho a la protección de datos, incluyendo el control sobre la recolección, retención, transformación, eliminación y divulgación de sus datos personales», indicó el escritor y exsubdirector del Laboratorio de la Fundación Alternativas.
Y es que cada vez que una crisis se presenta en una sociedad sus grandes fortalezas y debilidades quedan al descubierto. La actual pandemia está revelando situaciones que hasta ahora eran desapercibidas o poco conocidas como lo que ocurre con las aerolíneas que en ocasiones deben volar con las aeronaves vacías para proteger sus principales rutas.
Tampoco era del dominio público que a los presos en el estado de Nueva York se les paga menos de un dólar por hora para embotellar desinfectantes de manos que no pueden usar, pero sí deben comprar su jabón en una tienda en sitio. Ni hablar de la realidad de los centros de mayores en España o la de las personas en situación de calle en Francia.
La realidad que descubre la pandemia
Aunque toda la energía debería concentrarse en enfrentar la pandemia, la ocasión se utiliza con fines personales y partidistas. En los Estados Unidos, el presidente Donald Trump se ha esforzado por calificar el SARS-CoV-2 como inherentemente «chino», usa el coronavirus como pretexto para estrechar las fronteras y aceptar menos solicitantes de asilo. Mientras desde China impulsan la teoría de la conspiración de que el brote llegó a ese país a través de soldados estadounidenses. En Europa, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, se refiera a la lucha actual de una guerra de dos frentes: por un lado la migración y por el otro el coronavirus.
Para los gobiernos y las compañías que buscan monitorear de cerca a los ciudadanos, una pandemia global es una crisis perfecta para hacerlo. Hoy el gobierno de Xi Jinping utiliza drones para buscar personas sin mascarillas. Alemania, Austria, Italia y Bélgica utilizan datos anónimos, por ahora, de las principales compañías de telecomunicaciones para rastrear el movimiento de las personas. En Israel, la agencia de seguridad nacional puede acceder a los registros telefónicos de las personas infectadas. Y Corea del Sur envía mensajes de texto al público para identificar a las personas potencialmente infectadas y compartir información sobre dónde han estado.
Para Embid, cuando este fin de semana, de cuatro o cinco semanas acabe, muchos países podrán también valorar la gestión de sus gobiernos ante la actual pandemia. A España le queda mucho para su próximo periodo electoral, pero no así para las autonómicas en Cataluña, Galicia o País Vasco. Y las de Estados Unidos serán en noviembre.
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