El panorama del feminismo, visto desde la perspectiva que nos ofrece la Internet puede lucir decepcionante. Muchas de las discusiones parecen posfeministas. Apropiadas para un mundo en el que el movimiento ha logrado sus objetivos. Pero la realidad dista mucho de ese espejismo. Distraídos por la voz de influencers, el mundo digital parece querer distanciarse de los problemas reales y de ser posible regresar al pasado. Como las tradwife.
El feminismo, un movimiento con una larga historia, ha experimentado varios momentos clave que han moldeado su evolución e identidad. Aunque el término “feminisme” fue registrado por primera vez en 1837 por el socialista francés Charles Fourier, no fue hasta finales del siglo XVIII, durante la Revolución Francesa, cuando las mujeres comenzaron a cuestionar sus roles en la sociedad y a exigir igualdad de derechos, que el movimiento cobró relevancia.
Documentos influyentes como la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana de Olympia de Gouges en 1791, y “Una vindicación de los derechos de la mujer” de Mary Wollstonecraft en 1792, sentaron las bases para el feminismo. Estos trabajos abogaban por la igualdad de derechos para las mujeres en todas las áreas de la vida y argumentaban que las mujeres no eran inherentemente inferiores a los hombres.
Tres oleadas
La primera ola del feminismo, a finales del siglo XIX hasta principios del siglo XX, se centró en obtener el sufragio femenino y otros derechos legales. La segunda ola, desde la década de 1960 hasta la de 1980, se centró en la liberación sexual, los derechos reproductivos y la igualdad en el lugar de trabajo. La tercera ola, que comenzó en la década de 1990 y continúa hasta hoy, se caracteriza por su diversidad e interseccionalidad. Reconoce que las mujeres enfrentan diferentes formas de opresión basadas en factores como la raza, la clase y la orientación sexual.
El movimiento sigue evolucionando y adaptándose, con nuevas voces y perspectivas que emergen para desafiar el statu quo y abogar por la igualdad de género. Hoy en día, el movimiento feminista enfrenta nuevos desafíos, como el auge de movimientos políticos de extrema derecha y la proliferación del acoso en línea y la misoginia. La internet es uno de los principales escenarios de los nuevos retos.
Redefinido en internet
Internet parece estar inundado de nuevas conversaciones sobre el significado “real” del feminismo. Las discusiones más visibles sobre qué es el feminismo y si ha ido demasiado lejos podrían deshacer muchos avances. La redefinición del feminismo en Internet no es un proceso nuevo, pero ahora está ganando fuerza nuevamente.
Podría decirse que comenzó con el feminismo de “elección”, una corriente de feminismo cuyo principio rector era que cada elección que hace una mujer para su propio interés o disfrute es una elección feminista válida. Luego, ganó terreno la versión más envenenada con ironía: el “feminismo disociativo”. Esta era una estética única que puede describirse mejor como mujeres jóvenes hermosas y de élite que se autodestruyen con glamour.
Era sólo cuestión de tiempo antes de que esto colapsara y se convirtiera en un resurgimiento del conservadurismo disfrazado de “elección”. Más recientemente, apareció un ensayo en The Cut, que defendía la tradicional idea de que casarse con un rico es la mejor forma resolver las cosas. A lo que suma el renacimiento de las esposas tradwife, cortesía de Nara Aziza Smith. Su comportamiento agradable, al estilo de las perfectas esposas de Stepford, hace que muchos se pregunten si dejar la fuerza laboral remunerada y quedarse en casa no es, después de todo, algo tan malo.
¿Retrocedemos?
De ahí que surja la interrogante sobre si el movimiento está atravesando por un proceso de regresión en Internet. El feminismo en línea hoy parece estar impulsado por el espíritu de las respuestas y definiciones fáciles. Las conversaciones hiper en línea sobre el feminismo en nuestros días son realmente posfeministas: pertenecen a un mundo en el que el feminismo ha alcanzado sus ideales. Esas portavoces del feminismo quieren que las cosas vuelvan a ser fáciles. Porque las complejidades rara vez se aplican a ellas. En algunos casos, las complejidades desafían directamente sus posiciones de privilegio.
A principios de los 2000, al parecer la estrategia era convencer a la gente de que el feminismo no era algo que debían temer. El proyecto en Internet era hacer que la palabra fuera lo más cómoda posible para asociarse. Por lo tanto, se redujo a lo que parecían ser los fundamentos: el feminismo es igualdad para todos. “Igualdad” se convirtió en un proyecto sencillo e incuestionable. Apto para innumerables hashtags y campañas en Internet.
Pero ¿qué entendemos por igualdad? Podríamos pensar en la famosa imagen de tres personas de distintas alturas mirando por encima de una valla. La igualdad es darle a la persona más baja el taburete más grande, para que todos puedan mirar por encima de la valla. Esa fue la definición a la que se apegó el feminismo, porque tenía sentido estadístico. Los salarios y las tasas de educación de las mujeres son cuantificables. Por tanto, se puede demostrar que son abismales en comparación con los de los hombres. Lógica e intuitivamente, la igualdad tiene sentido y es un lema popular en Internet.
Bueno para las campañas
Parecía un razonamiento sólido para atraer a los hombres y crear campañas para hacer que el feminismo fuera seguro, no amenazante. Esas campañas tomaron los argumentos de venta más fáciles (ningún hombre decente estaría a favor de la violación y la discriminación) y los convirtieron en un eslogan de movilización para que todos, incluidas las marcas y las corporaciones multinacionales, se sumaran y reforzaran sus propias credenciales progresistas.
La campaña #HeForShe de Emma Watson y la de la ONU llamada trivialmente MARD: hombres contra la violación y la discriminación, que atrajo a muchos hombres famosos, se diseñaron con ese enfoque. Se trataba de campañas centradas en encontrar el denominador más común que pudiera unir las simpatías de los hombres con los intereses de las mujeres.
En lugar de llegar al corazón de las desigualdades sistémicas que mantienen a los hombres en ventaja a un costo para todas las mujeres, especialmente las mujeres trans, dalit (casta más baja en la India) y negras. En otras palabras, las campañas en Internet se centraron en los más privilegiados en lugar de centrarse en los más marginados.
#MeeToo
El movimiento #MeToo, un movimiento social contra el acoso y la agresión sexual marcó un hito en el feminismo en Internet. Surgió en 2017, cuando numerosas mujeres en la industria del entretenimiento denunciaron acoso y abuso sexual por parte de figuras prominentes de la industria. Se extendió a otras industrias y países, con mujeres compartiendo sus experiencias de acoso sexual en las redes sociales utilizando la etiqueta #MeToo. El movimiento contribuyó a crear conciencia sobre la prevalencia del acoso y la agresión sexual, y generó pedidos de cambios en las políticas y responsabilidad para los perpetradores.
Fue quizás el primer momento real en el que el activismo feminista digital fue verdaderamente posible. Revistas, blogs, publicaciones convencionales, medios de comunicación, Hollywood, Bollywood y todos los aspectos de la sociedad tuvieron conversaciones más difíciles sobre las áreas grises, el consentimiento, el poder y cómo no siempre es posible sancionar el mal comportamiento incluso cuando la injusticia es evidente.
Su error fue el insistir en que las personas influyentes en línea hablaran a favor del movimiento. Algunos lo hicieron. Pero muchos no estaban dispuestos a aventurarse más allá de las verdades que eran cómodas para ellos. Denunciar la explotación, es una tarea mucho más comprometedora que afirmar que el feminismo es una lucha por la igualdad. Lo cual podría afectar la “influencia” y los ingresos en línea.
Deep Vs Head
La emisión en streaming del juicio Johnny Depp vs Amber Heard dio como resultado un circo mediático y popular permanente que duró seis semanas. Cuando se viralizó en Internet, los relojes retrocedieron. Los fanáticos acudieron en masa a defender a Depp. Se burlaron y acosaron brutalmente a Heard. Los sobrevivientes de abuso doméstico se pusieron del lado del actor y lo reclamaron como un compañero.
El caso se convirtió, por su viralidad, en mucho más que un litigio entre dos partes. Su interés mediático lo transformó en un juicio al movimiento MeToo y si sus implicaciones sociales habían ido demasiado lejos. Creadores de contenido y medios digitales de todo el mundo se lanzaron a la tarea de desarticular la defensa de la actriz como parte de un proceso espejo para desmontar la falacia de un nuevo orden feminista.
Juicio a #MeeToo
Internet convirtió el juicio contra Heard en el juicio contra el MeToo. A los fans de Depp que empezaron a colonizar los algoritmos de las redes sociales y de streaming, se unieron plataformas de derecha radical, movimientos misóginos y un ejército de trolls. Lo pusieron como un ejemplo de lo que sucede cuando el feminismo va demasiado lejos: se obtiene una “feminidad tóxica”.
No resultó extraño que se invocara de nuevo la “igualdad” como concepto. Y, según la definición del feminismo, se prometiera apoyo a Depp como un sobreviviente legítimo. El caso evidencia la manera en la que la estructura de internet puede utilizarse como arma. El juicio Deep vs Heard fue estratégico y ejemplarizante. Lo alarmante es que no hace falta mucho. Un par de miles de dólares para comprar bots que promuevan tendencias, y un ecosistema de microinfluencers que se suban al carro de la tendencia más polémica. Ya que cuanto más polarización, más ojos te miran, y cuantos más ojos más dinero.
Barbie consolida simplificación del feminismo
Después de #MeToo, parece haber un rechazo generalizado a la idea de que el feminismo es complejo, implica poder y complica el deseo. Los temas sobre la mesa son, una vez más, genéricos, simples y amplios: igualdad salarial, acceso a la educación e igualdad para todos. Defenderlos no es intrínsecamente malo. Pero es la forma en que se defienden (demasiado simplistas, banales, sin crítica estructural) la que permite a la gente construir una marca a partir del feminismo sin promover significativamente sus objetivos.
Un ejemplo de la consolidación del regreso de la simplificación excesiva del “feminismo = igualdad” fue el éxito en la taquilla y en las redes de Barbie. En las giras de prensa, Greta Gerwig, junto a Margot Robbie, fueron enfáticas en que la película pretendía transmitir que el feminismo también es para los hombres (“también es una película humanista”; “quien cree que hombres y mujeres deben ser iguales es feminista”).
De vuelta a 2015
Como era de esperar, muchos feministas se preguntaron cómo se produjo ese retroceso a 2015, cuando aforismos concisos como “el feminismo es para todos” abundaban en vallas publicitarias, revistas, bolsas de compras, camisetas y pisapapeles corporativos. Hay críticos que perciben a Barbie como un producto del cinismo descontendo con la política del #MeToo, impulsado por la implosión de los muchos sub-movimientos que desencadenó. Lo que permitió el resurgimiento del tipo más privilegiado de autodenominadas feministas centradas en sí mismas.
Cuando las personas privilegiadas con influencia están en posición de establecer los términos de la conversación, invariablemente hablan por sus propios intereses. Un criterio aplicable a las mujeres en línea, que plantean el matrimonio, la maternidad y el cuidado como deberes sagrados que son opciones igualmente válidas para las mujeres. Para las mujeres ricas, la salud, la educación, la vivienda, los derechos reproductivos y más ya son accesibles. Lo que significa que la tarea feminista para ellas es renunciar a sus privilegios, o usarlos para el beneficio de otros, en lugar de luchar por ellos.
Fenómeno en internet: Tradwife
En un mundo cada vez más autoritario, la familia nuclear heterosexual se convierte en el bastión del nacionalismo y la identidad, regulando estrictamente la agencia reproductiva y sexual de las mujeres. Aquellas que se conforman con este modelo, las ‘tradwives’, ganan seguridad y aprobación, mientras que las que se desvían encuentran dificultades. La ‘tradlife’ es un retorno a las normas de género tradicionales y homogéneas, donde la feminidad blanca (o savarna en India) es el patrón oro. No es sorprendente que las ‘tradwives’ hayan surgido; es una consecuencia natural de estirar la definición de feminismo hasta que se rompe, dejando a cada uno con su propia interpretación.
Las “tradwives” o esposas tradicionales, son una marca de personalidades de Internet que construyen su influencia a partir de ser una esposa tradicional, hermosa, de los años cincuenta. Son mujeres convencionalmente atractivas que representan en las redes la felicidad matrimonial. Son mujeres cis-het que se ajustan a las normas de género tradicionales, ganando la aprobación de otras mujeres que rechazan la lucha por la emancipación individual. Su énfasis en la limpieza, el orden y la homogeneidad encaja perfectamente en esta distopía.
No es feminismo conservador
Pero el fenómeno de las esposas tradicionales no representa una corriente conservadora del feminismo. Las tradwives no son más que los avatares en Internet de mujeres que hacen lo que la socióloga Deniz Kandiyoti llamó el “trato patriarcal”.Tal vez ni siquiera tengan en cuenta a otras mujeres en sus objetivos – tal y como el feminismo Lean In también nos enseñó a hacer.
El contenido de las tradwives llega al corazón de lo que Internet hace al feminismo: crea algo hermoso y fascinante, y te reta a criticarlo por ser inútil o incluso perjudicial. Decir que las tradwives están haciendo retroceder al feminismo suena a perogrullada, pero no es una crítica que se sostenga porque no aborda la causa de fondo: el trabajo no remunerado. Puede que haya liberado a algunas mujeres de la dependencia económica, pero no a casi todas, y en última instancia no ha desmantelado nada. Las tradwives dicen una verdad implícita: ser feminista no les sirve. El feminismo de los movimientos, la solidaridad y la franquicia colectiva no les ha funcionado.
Volver a las raíces
El problema del debate feminista en la internet radica en depender demasiado de las influencers para difundir su mensaje. Usualmente esas personalidades, cuya popularidad descansa en los algoritmos de las redes, se guían por sus propios intereses. Si algo se aprendió del juicio Deep Vs Head es que no todas las tendencias colectivas son naturales, u orgánicas. No todo lo que vemos en las redes es real o inevitable.
Como han demostrado muchas pensadoras feministas, las acciones individuales no pueden cambiar la cultura. Se necesitan miles de mujeres, como ocurrió con MeToo, para iniciar un cambio radical en la conversación sobre el feminismo. Internet puede ser un medio para el cambio sistémico, en lugar de una plataforma para que los individuos realmente comprometidos adquieran influencia. Pero no puede sustituir el trabajo de campo de los colectivos en el mundo real. Dejar todo en manos de internet abre las puertas a la regresión y da fuerza a fenómenos como las tradwifes.