Por Carlos Martínez, presidente de IMF Business School
04/07/2018
Como ya era previsible, un año más, los datos del empleo del mes de junio han sido los esperados. A pesar de la desaceleración del sector turístico (en el 2017, entre enero y junio, el turismo creció un 11%, frente a un 2% en 2018), el verano nos ha traído buenos datos para el empleo. Según los datos conocidos del mes de junio observamos que ha disminuido la cantidad de desempleados en casi 90.000 personas, fijando el total en 3,16 millones; el mejor dato de los últimos 10 años. Como dato más importante, se ha conseguido retomar la cifra psicológica de los 19 millones de cotizantes a la Seguridad Social, alcanzado niveles de 2008.
También es importante destacar que el empleo no se ha creado sólo en el sector servicios, sino que la construcción y la industria han mejorado también sus cifras (creando un empleo más estable y de mayor calidad). El lado negativo, como suele ser habitual también, lo hemos tenido en el sector agrícola.
Es igualmente importante también resaltar que se han registrado casi 193 mil contratos de carácter indefinido, el 9,39% del total, con un incremento del 15,9% sobre igual mes del ejercicio anterior. Se trata de una cifra que irá mejorando conforme vaya disminuyendo la cifra de desempleados.
Aunque observamos una desaceleración con respecto a años anteriores (son los peores registros de los últimos cinco años), los datos no son malos.
Parece que todavía es temprano para conocer el impacto que tendrá en la economía real y, por tanto, en el empleo, la inestabilidad política generada en el último mes. Los mensajes que están recibiendo los mercados de momento son difusos; parece que el nuevo Gobierno se va a volcar en la mejora del estado de bienestar queriendo introducir cambios en la legislación laboral (reforma laboral), destacando los salarios más altos las cuotas a la seguridad social (con el fin de aumentar la recaudación de la Seguridad Social y mejorar la situación de las pensiones) o haciendo que lo autónomos paguen en función de lo que facturan.
Deberemos esperar a ver en qué se concretan todas estas ideas, pero de lo que no cabe duda es que nuestra capacidad de endeudamiento está en máximos y tendremos que conseguir implantar medidas que, por un lado, no aumenten el gasto público y, por otro, que no aumenten la carga fiscal de los españoles; esto tendría un impacto directo sobre el crecimiento de la economía y por extensión sobre el empleo.
Hemos tenido un crecimiento de nuestra economía desde el 2013, principalmente basado en un petróleo barato, una moneda débil y unos tipos de interés muy bajos. Esta situación empezó a cambiar en el 2017 y este año el aumento del precio del petróleo está siendo considerable, lo que está teniendo un impacto directo en la inflación. A corto plazo veremos el impacto sobre los tipos de interés.
El crecimiento del empleo de estos años se ha debido fundamentalmente a empleos de corta duración, con salarios bajos y poco cualificados. Sin embargo, y aun a pesar de que España ha sido uno de los países donde este fenómeno más se ha producido, en la Unión Europea, en global, casi la mitad de los empleos creados en estos cinco últimos años han sido infraempleos.
Por lo tanto, vemos que este será uno de los principales retos del Gobierno en materia de empleo y debemos saber que esto no se arregla modificando la reforma laboral; el problema es mucho más profundo y requiere una seria reflexión y una apuesta decidida por complementar nuestro tejido productivo basado en el turismo y cíclicamente en la construcción, por apuestas de valor añadido (tecnología, energía, etc.) que creen puestos de trabajo más estables y de mayor valor añadido.
Como pasa siempre, la temporada estival maquillará la realidad, veremos (como ha sucedido este mes) que el desempleo descenderá en decenas de miles de personas y muchos empleados encontrarán trabajos que les permitan sobrevivir en muchos casos en el umbral de la pobreza y, todo ello, basado en empleos poco cualificados.
Un año más el momento más crítico será el 31 de agosto, momento en el que, de media, se destruyen 250 mil contratos en un solo día, siendo un dato más de los conocidos de la estadística de agosto; que haya dejado de llamarnos la atención es muy significativo sobre lo asumido que tenemos los ciclos del empleo en nuestro país. En cualquier caso, no podemos conformarnos con este tipo de situaciones que lastran nuestro crecimiento, nuestra competitividad y, sobre todo, nuestro estado de bienestar, creando empleo así, a medio plazo peligrarán todavía más nuestro sistema público de salud, nuestra educación y, por supuesto, nuestras pensiones.