Por Antonio Hermosín (Efe)
8/08/2016
En un mensaje televisado sin precedentes en Japón, el emperador Akihito ha planteado su deseo de abdicar debido a su edad avanzada y a su frágil salud, lo que hace necesaria una reforma de la ley nipona que no contempla la sucesión en vida.
Akihito, de 82 años, afirmó que padece «muchas limitaciones» y que ha sentido «un declive en su estado físico» tras ser intervenido quirúrgicamente en dos ocasiones, por lo que le será difícil «seguir asumiendo responsabilidades importantes», explico en un discurso que había generado una enorme expectación en el país asiático.
Durante su intervención, de diez minutos de duración, el monarca evitó referirse de forma directa a su abdicación o a cuándo ésta tendría lugar, puesto que esa mención podría haber sido considerada como una vulneración de las limitadas funciones que le asigna la Carta Magna nipona. Pero de las ambiguas palabras de Akihito -algo que también se debe a solemnidad de su cargo y a la cultura japonesa- se desprende claramente su intención de abandonar el cargo en el futuro, tal y como adelantaron los medios nipones hace casi dos meses.
«En los últimos años he reflexionado sobre mi papel como Emperador y a contemplar mis funciones y deberes de cara al futuro (…) Me preocupa que pueda hacerse difícil para mí desempeñar mis responsabilidades como símbolo del Estado, tal y como he venido haciendo hasta ahora con todas mis energías», dijo Akihito. El emperador leyó este mensaje mientras sujetaba un papel ante las cámaras y sentado en un escritorio de madera, en un sobrio escenario donde también podían verse un «shoji» (puerta o ventana de papel translúcido típico de la arquitectura tradicional nipona), un plato de cerámica y una piedra.
Se trata de su segundo discurso televisado y dirigido al pueblo nipón desde que accedió al Trono de Crisantemo en 1989, tras el que realizó a raíz del terremoto y el tsunami que devastaron el noreste del país en marzo de 2011, y del primero en que el emperador expresa sus reflexiones personales relacionadas con su cargo.
«Cuando un emperador enferma o su estado de salud es grave, me preocupa que, como ha sucedido en el pasado, la sociedad entre en punto muerto o la situación pueda impactar en las vidas de la gente (…) En ocasiones me planteo cómo sería posible evitar esta situación», señaló. Aunque recalcó que la Constitución no le otorga «ningún poder político» y por tanto no está capacitado para pronunciarse sobre cómo o cuándo debería llevarse a cabo su sucesión, expresó su deseo de que «las funciones del Emperador como símbolo de Estado puedan continuar de forma estable y sin ninguna interrupción».
Para que el emperador pueda renunciar a su cargo y éste recaiga automáticamente en el Príncipe Heredero Naruhito, de 56 años, será necesario modificar la normativa que rige a la Casa Imperial nipona desde 1947 y que no contempla la sucesión en vida.
El primer ministro nipón, Shinzo Abe, ha tomado nota del discurso y ha afirmado que el Ejecutivo estudiará «de manera cuidadosa qué hacer para afrontar el declive de la salud del emperador y el efecto que tendrá en el peso de su cargo». Asimismo, entre un 80 y un 90 por ciento de los japoneses han afirmado que entenderían una eventual abdicación de Akihito por motivos de salud, según las encuestas publicadas por varios medios nipones.
El proceso legislativo para facilitar la sucesión del monarca también podría reabrir el debate público sobre otras posibles modificaciones, como permitir el acceso de mujeres al Trono de Crisantemo, una cuestión abordada anteriormente y que no llegó a salir adelante.
En cualquier caso, de producirse, la abdicación de Akihito sería la primera en la línea sucesoria imperial nipona desde la del emperador Kokaku en 1817. Sin embargo, se trata de una práctica frecuente en la historia de la dinastía reinante más antigua del mundo, ya que prácticamente la mitad de los 125 ocupantes que hasta la fecha ha tenido Trono de Crisantemo abdicaron en vida.