El elefante es el animal más grande de nuestro planeta y, por ello, es símbolo de fortaleza. Sin embargo, la codicia humana lo ha convertido en uno de los más frágiles: cada 15 minutos asesinan un ejemplar para extraerle los colmillos. “Podría desparecer para siempre si no reaccionamos a tiempo”, recordó la organización WWF a propósito del Día Mundial del Elefante.
La fecha del 12 de agosto fue instituida en 2012 por una iniciativa internacional impulsada por la Fundación para la Reintroducción de los Elefantes. El propósito es concienciar sobre la situación delicada de estos grandes mamíferos. Su población ha disminuido más del 60% en los últimos años y puede llegar a extinguirse.
“Cada año, la fiebre del marfil provoca la muerte de más de 20.000 elefantes”, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés). “El marfil de sus colmillos se ha convertido en símbolo de lujo y poder en los países asiáticos. Las mafias que controlan su venta ilegal actúan como una poderosa red criminal que contribuye a financiar guerrillas paramilitares o grupos terroristas”, advirtió.
En la primera mitad del siglo XX había en África entre tres y cinco millones de elefantes. Pero la caza furtiva derivada del comercio de marfil ha diezmado esta especie, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Estimaciones de la organización señalan que la población mundial de elefantes ha mermado en los últimos tres años en 110.000 ejemplares, hasta llegar a 415.000.
Los elefantes asiáticos, que en los últimos 200 años han perdido 95% de su distribución histórica, enfrentan un mayor riesgo de extinción. Concentrados mayormente en el Sudeste Asiático, se estima que su población actual es de 50000 a 63000 ejemplares. De ellos, entre 36000 y 46000 viven en estado salvaje, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Una supervivencia difícil
La sobrevivencia de estos animales, por su propia naturaleza, es difícil. Es el mamífero con el período de gestación más largo: 22 meses. Las hembras paren cada cuatro o cinco años y en cada embarazo nace solo un ejemplar.
Además de la caza ilegal de elefantes, el adiestramiento y cautiverio constituye otra forma de maltrato físico y psicológico para estos animales. Los capturan con la finalidad utilizarlos como animales de transporte y carga en la industria de la madera; o con fines turísticos y de entretenimiento (paseos, exhibiciones y espectáculos circenses).
A muchos elefantes bebés los separan de sus madres antes de tiempo para someterlos a esos dolorosos procesos de “entrenamiento”. Diana Muñoz, una activista colombiana protectora de animales en Tailandia, contó a la revista Semana Sostenible que muchas veces los elefanticos terminan suicidándose – se pisan la trompa – porque no soportan los niveles de estrés en estos lugares.
El crecimiento poblacional, la expansión agrícola, la deforestación de grandes superficies también están acabando con la vida de los elefantes. La proliferación de plantaciones para la producción de aceite de palma, principalmente en el Sudeste Asiático, está acabando con el hábitat natural del elefante asiático. Esto ha traído conflictos entre esta especie y el hombre, porque los elefantes se han tenido que acercar a zonas habitadas en busca de alimento. En India, estos conflictos causan la muerte, al año, de unos 100 elefantes y de 400 personas a causa del comportamiento agresivo de los paquidermos.
Pero la amenaza más grande para los elefantes africanos es la caza furtiva, a pesar de que el comercio de marfil quedó prohibido en 1989. Antes, los cazadores mataban a los adultos más grandes pues eran los que tenían los colmillos más grandes. Pero como ya escasean o han desaparecido, ahora matan todo lo que encuentran, sin importarles la edad. El 90% de los elefantes de la reserva de Selous (Tanzania) desapareció a manos de cazadores.
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