Recientes estudios realizados casi en simultáneo a ambos lados del Atlántico demuestran la fragilidad de los cuerpos de agua ante el doble envenenamiento ocasionado por los plásticos y los fármacos. Los científicos están alarmados. Los contaminantes incluyen filtros solares, aditivos plásticos, almizcles sintéticos, productos de cuidado personal y pesticidas.
El equipo científico del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC), en colaboración con el Institut Català de Recerca de l’Aigua y la Universidade da Coruña, detectó un total de 63 contaminantes orgánicos en los muestreos realizados en el Mar Menor y el delta del Ebro. Los más abundantes fueron tres disruptores endocrinos presentes en las cremas solares. Alcanzaron concentraciones que podrían tener efectos biológicos adversos en los organismos acuáticos.
Un disruptor endocrino que puede interferir el sistema hormonal del cuerpo y afectar la producción, liberación, transporte, metabolismo, unión o eliminación de hormonas naturales. También pueden imitar o bloquear la acción de las hormonas y tener efectos negativos en la salud de los organismos expuestos.
María del Mar García Pimentel, investigadora del Centro Oceanográfico de Murcia del IEO-CSIC y primera autora de ambos estudios, dijo que los filtros solares están presentes no solo en las cremas y cosméticos que usamos cada vez con más frecuencia, sino también en las formulaciones de muchos materiales plásticos. «Son especialmente perjudiciales», asentó.
El plástico libera sus componentes tóxicos
La investigación determinó que los residuos plásticos tienen la capacidad de absorber los contaminantes orgánicos presentes en el agua circundante. Encontraron 91 contaminantes adheridos a los plásticos, incluyendo filtros solares, hidrocarburos aromáticos policíclicos, fármacos y almizcles sintéticos. Además, no solo concentran los contaminantes presentes en su entorno, sino que también liberan sus propios componentes al agua con la que están en contacto.
Leve mejoría con los fármacos
Otro estudio del mismo equipo científico, publicado en la revista Environmental Research, tuvo resultados más alentadores. Demostró que la mejoría en la depuración y reutilización de aguas residuales incide positivamente en las cantidades de fármacos presentes en el agua y sedimento del Mar Menor. Hubo una reducción significativa en las muestras tomadas en 2018 y 2019 con respecto a las de 2010.
Encontraron analgésicos, antiinflamatorios, reguladores lipídicos y medicamentos psiquiátricos en determinadas especies del Mar Menor, como el galupe, la caracola y el berberecho. Todavía existen fuentes y vías de acceso a esta laguna costera de medicamentos. Asimismo, observaron un aumento significativo en la concentración de fármacos después de las riadas que periódicamente afectan la zona. Especialmente de antibióticos como la claritromicina y la sulfapiridina.
Aguas subterráneas comprometidas
Investigadores estadounidense obtuvieron resultados tan preocupantes como los científicos españoles. En las aguas superficiales y subterráneas de varias regiones de Wisconsin encontraron que la mayoría de los pozos privados que abastecen de agua a 450 hogares dieron positivo en sustancias químicas nocivas. «Encontramos PFAS en la mayoría de los pozos, aunque a niveles muy bajos», dijo Steven Elmore, director del programa de la Oficina de Agua Potable y Aguas Subterráneas del Departamento de Recursos Naturales de Wisconsin.
El estudio encontró que el 71% de los pozos de agua en los que buscaban 44 tipos de sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas estaban contaminados. Superaban en 4% los niveles máximos de contaminantes de la Agencia de Protección del Medio Ambiente. El 1% presentaba niveles superiores a las normas estatales recomendadas para las aguas subterráneas.
Las sustancias PFAS son un grupo de más de 4.700 agentes químicos sintéticos ampliamente utilizados. Se conocen como los «químicos eternos» porque son extraordinariamente persistentes en el medio ambiente y en los organismos. La exposición a las PFAS puede causar daños hepáticos, enfermedad tiroidea, obesidad, problemas de fertilidad y cáncer.
Muchos «químicos eternos» son indetectables
Hay más de 12.000 tipos de PFAS, muchos de los cuales no pueden detectarse con las pruebas disponibles actualmente. Un análisis realizado en 2022 encontró niveles detectables de PFAS en cerca del 83% de las vías fluviales de Estados Unidos. Steven Elmore señaló que es corriente encontrar niveles detectables de PFAS en aguas subterráneas poco profundas. Se han encontrado en el agua de lluvia de todo el país y en los lagos Michigan y Superior. Aproximadamente una cuarta parte de los residentes de Wisconsin obtienen el agua potable de más de 800.000 pozos privados.
Las denominadas «sustancias químicas para siempre» no se descomponen de forma natural y pueden filtrarse al agua potable desde instalaciones industriales, plantas de tratamiento de aguas residuales, vertederos o determinadas espumas contra incendios. Las empresas 3M, DuPont y otras que fabrican las sustancias perennes proporcionarán a las comunidades miles de millones de dólares para realizar pruebas de detección de PFAS y eliminarlos del agua potable.
Las pruebas de PFAS en los pozos son costosas. Alrededor de 500 dólares por análisis de muestra, y requieren tiempo y experiencia. Aunque algunos estados, como New Hampshire, han analizado exhaustivamente sus pozos privados en busca de PFAS, se necesita realizar más pruebas en otros estados, incluyendo en los pozos públicos.
Tanto la investigación realizada en España como la de Wisconsin encontraron altos niveles de contaminantes orgánicos en el agua. Incluyendo aditivos plásticos, fármacos y productos químicos de uso industrial. Estas sustancias pueden tener un impacto negativo en la salud humana y el medioambiente. Sus resultados ponen en evidencia la urgencia de tomar medidas para proteger las aguas y evitar su progresivo envenenamiento.