El porcentaje de muertes por enfermedades asociadas a la obesidad en el mundo aumenta sostenidamente desde 1990. A la par, en la última década ha crecido también el número y alcance de contenidos de redes sociales que promueven la antidieta. Un discurso que incita cambios drásticos en las pautas nutricionales de las personas con sobrepeso que podrían ser riesgosos.
El portal de procesamiento de datos Statista muestra que 8,52 % de las muertes registradas en 2019 fueron causadas por complicaciones derivadas de la obesidad. En 1990 el porcentaje era de 5,36 %. La Organización Mundial de la Salud reportó que en 2022 las cuatro principales enfermedades no transmisibles que causaron más muertes fueron las cardiovasculares, el cáncer, las afecciones respiratorias crónicas y la diabetes, que son las principales enfermedades asociadas a la obesidad.
Una víctima en Wisconsin
La multiplicación de redes sociales y el nacimiento del influencer como un nuevo tipo de comunicador ha masificado contenidos de toda clase. Su consumo distraído y desinformado puede ser muy riesgoso en el campo de la salud. Una investigación publicada por The Washington Post presenta el caso de una mujer estadounidense de 51 años residenciada en Wisconsin, con problemas de obesidad, que por desesperación tras una vida de dietas y restricciones alimenticias para perder peso, “compró” el discurso antidieta.
Siguiendo los “consejos” de nutricionistas certificados e influencers, algunos de ellos pagados por grandes corporaciones de alimentos procesados, la mujer comenzó a comer sin limitaciones ni atención a las grasas, calorías excesivas ni carbohidratos. En 2 meses aumentó 25 kilos y se acercó peligrosamente a los 150 kilos de peso.
Nicho vulnerable
¿Cómo saber si solo tenemos unos kilitos demás o tenemos sobrepeso y vamos rumbo a la obesidad? Una persona se considera con sobrepeso si su índice de masa corporal es de más de 25. Entraría en la categoría de obesidad pasa de 30.
La relación entre obesidad y enfermedades crónicas mortales es clara y un problema de salud pública. Con un agravante: los niños han comenzado a padecerla de manera alarmante. El abordaje del problema con estrategias alternativas a los tratamientos médicos ha tomado por asalto las redes sociales.
El movimiento antidieta ha encontrado la comunicación masiva en redes sociales, el exceso de información sobre un mismo tópico, los intereses de las grandes empresas y la avidez de algunas personas con influencia sobre otras para lucrarse rápidamente cómo difundirse con eficacia. La diferencia entre ser víctimas de mensajes manipulados o mal informados sobre la correcta nutrición y tener libertad y autonomía respecto a lo que comemos es una línea muy delgada. Una mezcla de conciencia crítica con sentido común puede salvarnos de contenidos en redes sociales que en lugar de ayudarnos a preservar o recuperar la salud, la dañen o empeoren.
¿Interpretaciones ingenuas o premeditadas?
El caso de la mujer de Wisconsin, Estados Unidos, sirve para recordar que detrás de todo mensaje de alcance masivo (sea político, de mercadeo, religioso o de cualquier otra naturaleza) siempre habrá intereses específicos. El consumidor de redes sociales necesita detenerse frente a los contenidos que lo bombardean cada segundo y preguntarse: ¿Quién se beneficia con esto?
El movimiento antidieta surgió en los años noventa de las nutricionistas Elyse Resch y Evelyn Tribole a través de un libro en el cual popularizaron el término “alimentación intuitiva”. Su intención no era denostar de las dietas, sino plantear a las personas con bulimia, anorexia y otros trastornos una aproximación diferente a la alimentación. La alimentación intuitiva original procura que las personas escuchen su cuerpo y aprendan a identificar las señales de hambre.
La mala interpretación -ingenua o intencionada- de la propuesta dio origen a un discurso globalizado según el cual las enfermedades atribuidas al sobrepeso son causadas por los estigmas y las dietas. Sin duda, elementos psicológicos, culturales y psicosociales tienen un rol importante en la aparición del sobrepeso y la obesidad. Pero la ciencia ha demostrado que ambos padecimientos, más allá de sus causas, inducen enfermedades mortales.
#HealthAtEverySize
En su investigación, el equipo de The Washington Post analizó las publicaciones de 68 nutricionistas con al menos 10.000 seguidores. Casi la mitad de los nutricionistas, cuyo alcance combinado superaba los 9 millones de personas, utilizó un lenguaje antidieta. Además, muchos recibieron dinero para promocionar productos de empresas de alimentos, bebidas y suplementos nutricionales dentro o fuera de sus mensajes antidieta.
La dieta intuitiva no ha sido la única propuesta nutricional de impacto global mal interpretada por factores interesados. Con el lema “Salud en todos los tamaños” (Health at every size), la Asociación de Diversidad de Tallas y Salud (ASDAH) defiende la no discriminación de las personas por su peso. Su objetivo es promover acceso a todas las personas sin discriminación por su peso al sistema de salud estadounidense. La etiqueta #HealthAtEverySize se utiliza para sugerir que las personas obesas pueden estar sanas.
Sus directivos admiten que hoy su trabajo “ha sido distorsionado en redes sociales”. Mientras casi medio millón de estadounidenses mueren cada año por sobrepeso, proliferan personas que utilizan un lenguaje antidieta de forma indiscriminada y sin limitaciones éticas.