La deuda pública de un gran número de países supera el 100% del PIB. Durante la pandemia, el gasto público se dispara y se contraen los ingresos. Las grandes multinacionales tecnológicas parecen estar haciendo su agosto, mientras que la desigualdad social aumenta. El futuro de las pensiones cada vez es más incierto, al igual que el de las entidades de crédito y gran parte del sistema financiero. Es imperativo acometer grandes reformas, y es aquí donde el euro digital tendrá un papel sin precedentes. ¿Qué implicaciones traerá para el sistema financiero?
Estamos viviendo un cambio de época en la historia de la humanidad. Gran parte de los conceptos teóricos y de las instituciones que tenían todo el sentido en un mundo industrial pasan a estar obsoletos en la nueva sociedad digital. La economía moderna que se estudia en la universidad, o incluso la propia universidad como institución, están concebidas para dar servicio a una sociedad industrial, que en gran medida ya no existe. Lo mismo le sucede a la Administración Pública y a gran parte del sistema financiero. Se impone el revisionismo y la reforma de prácticamente todo el sistema.
En este contexto vamos a estudiar el dinero. Se considera dinero al instrumento que sirve simultáneamente como depósito de valor, unidad de cuenta y facilita las transacciones económicas sirviendo como medio de pago. Este concepto se ha mantenido inmutable en la sociedad de base agraria, en la sociedad feudal, en la industrial y, probablemente, siga siendo así en la sociedad digital. Ahora bien, para que el dinero pueda ser considerado como tal debe tener una serie de características que sí que dependen del grado de desarrollo tecnológico de la sociedad: estandarización, aceptación social, facilidad de transporte, divisibilidad, incorruptibilidad o ser difícilmente falsificable, entre otras.
El dinero de la sociedad industrial, cuando trata de funcionar en un medio totalmente líquido como es Internet, demuestra ser lento, torpe e ineficiente. Las transferencias tardan días. Los céntimos de euro no permiten cuantificar los cientos de miles de transacciones que ocurren en Internet en apenas minutos. El despilfarro y la falta de control de las Administraciones Públicas, o la dificultad de automatizar los diferentes procesos son claros síntomas de la necesidad de cambio.
ORÍGENES DEL DINERO INDUSTRIAL Y TEORÍA ECONÓMICA MODERNA
Para poder profundizar en el análisis y la repercusión que va a tener el fenómeno del euro digital, es necesario realizar un pequeño viaje histórico.
La imprenta se inventó en el año 1440, y no fue hasta más de 200 años después, en el año 1661, cuando se imprimieron los primeros billetes en Europa por el precursor del Banco Central de Suecia. Más de un siglo después, en el año 1776, Adam Smith publica La riqueza de las naciones, siendo por muchos considerado el padre de la economía moderna. La economía moderna es hija pues de la imprenta.
La imprenta cambió la manera de funcionar del mundo. De no ser por la imprenta, Lutero probablemente hubiese sido quemado por hereje en el año 1517. Descartes, con la impresión de su Discurso del Método en 1637, estableció las coordenadas sobre las que Newton desarrolló sus Principios naturales (Principia) en 1687. El conocimiento volaba a la misma velocidad a la que se iban imprimiendo las nuevas ediciones de los libros. Con toda esta base primero filosófica y luego teórica, es razonable considerar el posterior desarrollo de la revolución industrial como una consecuencia más de la imprenta.
La reforma y la contrarreforma, la burocracia, las ideologías, los nacionalismos, el concepto de Estado, las fábricas, los trabajadores o los sindicatos son consecuencias de la revolución que significó transmitir la información y el conocimiento de forma impresa. En este sentido, el funcionamiento tanto de la Administración Pública, como del sistema financiero responde a un mundo industrial, herederos también de la imprenta.
LA INERCIA Y LAS ECONOMÍAS DE ESCALA
SEGURIDAD Y PRIVACIDAD. El euro digital protegerá la privacidad del consumidor ante la ‘amenaza’ de las criptomonedas, según el Banco Central Europeo DEPÓSITOS. Morgan Stanley estima que una moneda digital del banco central de la Unión Europea podría absorber el 8% de los depósitos de la eurozona
La primera ley de la dinámica de Newton es conocida también como el principio de la inercia: cuanta más masa y más velocidad tiene un objeto, más esfuerzo requiere cambiar el rumbo del objeto. Adicionalmente, en un mundo industrial, cuanto mayor es la producción, cuanto más grande es la fábrica, mejor se podrá repartir el coste fijo asociado con los medios de producción. Son las economías de escala, que llegaron a su culmen con el fenómeno low cost, la globalización, las teorías del crecimiento sin fin o las grandes multinacionales, entre otras majaderías económicas de corte inhumano.
Debemos adelantarnos al futuro, diseñar un nuevo sistema económico y financiero, y no dejarnos llevar por las multinacionales
Combinando la inercia y las economías de escala se pueden explicar gran parte de los fenómenos que se están produciendo durante estos últimos años. En un mundo industrial es necesaria la mano de obra. Las sucursales bancarias daban un servicio local, y de la mano de las economías de escala se fueron fusionando entidades para dar un mayor servicio con menos recursos. Decenas de miles de empleados en miles de sucursales. La Administración Pública es otra institución con gran inercia. Millones de funcionarios que, para conseguir su plaza tienen que estudiar cientos de temas durante años, para presentarse a una oposición como si de una gran línea de producción se tratase. ¿Es fácil cambiar el rumbo de un sistema con tanta inercia?
Tanto los bancos como la Administración Pública son dos grandes ballenas cuyo funcionamiento tenía todo el sentido en un mundo industrial, pero que en la actualidad se encuentran varadas en la playa del nuevo mundo digital.
POLÍTICA MONETARIA Y POLÍTICA FISCAL
Cualquier manual de teoría económica moderna dedica varios capítulos a hablar tanto de política monetaria como de política fiscal. La política monetaria tiene que ver con el control de la cantidad de dinero que circula de forma que los precios de las cosas sean estables y el sistema pueda funcionar. La política fiscal la lleva a cabo el gobierno y consiste básicamente en, mediante los ingresos públicos (impuestos principalmente), acometer el gasto público redistribuyendo la riqueza, dando servicio e inversiones ayudando también al correcto funcionamiento del sistema.
En un mundo industrial, la política monetaria la realizaba el Banco Central manteniendo la base monetaria estable, y jugando con los tipos de interés para multiplicar en mayor o menor medida la cantidad de dinero que circulaba por el sistema. El sistema bancario multiplicaba la masa monetaria. Durante décadas la base monetaria tanto de la FED como del BCE ha ido creciendo a una tasa menor del 5% anual.
Por su parte, en un mundo industrial la Administración Pública cobraba impuestos directos e indirectos, procedentes de las rentas del trabajo, de los intercambios económicos o de los medios de producción industriales, por ejemplo, los vehículos (hidrocarburos, impuesto de circulación, IVTM, ITV, IVA, entre otros). En un mundo industrial no había ni grandes multinacionales tecnológicas ni grandes fondos de inversión y por ello, por la inercia, apenas se les cobra ahora impuestos. En el mundo industrial el déficit público, la diferencia entre los ingresos públicos y el gasto público era sostenible en el medio plazo, y se financiaba con deuda pública.
INTERNET HACE QUE EL SISTEMA FINANCIERO SE ROMPA
Igual que los cambios sociales asociados con la imprenta sucedieron una vez transcurrieron décadas, los cambios asociados con Internet no sucedieron de manera instantánea. La crisis de las puntocom de 2001 fue un primer aviso de lo que estaba por venir. El mundo estaba cambiando, a una velocidad nunca vista. En el año 2008 tras la quiebra de Lehman ya no hubo vuelta atrás.
La tradicional separación entre política monetaria y política fiscal saltó por los aires. Los bancos centrales rescataron al sistema financiero y a los estados, inyectando grandes cantidades de liquidez. La base monetaria de la FED en menos de un año se multiplicó por dos, y desde entonces se ha multiplicado por más de siete. Algo sin precedentes, que resulta contrario a los postulados de la teoría económica moderna.
Desde 2008 la situación del sector bancario continuó empeorando, la deuda pública de los países creció, pero todavía había gente que creía que toda la situación era transitoria. Por si quedaban dudas de que todos estos cambios eran permanentes, llego en 2020 el COVID-19 para ponernos delante del espejo de la realidad. La FED no tuvo más remedio que volver a doblar la base monetaria y el BCE continuó siguiendo los pasos de la FED, aunque con algún matiz.
ENTRE LA DISTOPÍA Y LA UTOPÍA
Y así llegamos a la compleja situación actual. Los bancos centrales están sosteniendo a las grandes ballenas varadas que son los bancos y la Administración Pública mediante enormes inyecciones de liquidez. Prácticamente toda la población dispone de un teléfono móvil en su bolsillo, mediante el cual se informa de todo lo que pueda resultar de su interés, e interactúa con el mundo en tiempo real. Ahora ya resulta evidente que la brecha digital no puede seguir creciendo. Es un imperativo reformar el sistema, liberar a las ballenas.
La economía moderna, con sus raíces en un mundo industrial, no sirve para dar solución a esta encrucijada. La mayor parte de los contenidos que se estudian en la universidad, lejos de ayudar a resolver esta situación, son parte del problema, ya que contribuyen a alimentar la inercia del sistema. Tan importante como es distinguir entre hechos y opiniones, resulta ser consciente de que el mundo tal cual lo conocíamos ya ha cambiado, y por ello no queda más remedio que cambiar también nuestros esquemas mentales.
Adam Smith y el resto de los economistas modernos dispusieron de una vida entera para entender y explicar todos los procesos que llevaban ya años sucediendo. Nosotros en cambio tenemos que hacer un ejercicio diferente. Debemos adelantarnos al futuro, diseñar un nuevo sistema económico y financiero, y así evitar dejarnos llevar por la inercia de las grandes multinacionales, de un sistema industrial obsoleto y de los grandes grupos de poder paralizados por el miedo. Todo lo que sigue es, por tanto, economía ficción.
LA POLÍTICA MONETARIA Y EL EURO DIGITAL
La política monetaria actual se está llevando a golpe de manguerazo por los Bancos Centrales. Inyecciones de liquidez que pretenden llenar una infinita torre de copas de champán de arriba abajo. No nos engañemos, el champán solo llega a las copas que se encuentran en los niveles superiores, alimentadas por las puertas giratorias del IBEX. A los niveles inferiores con el sistema actual solo llega la miseria.
El dinero de la sociedad industrial, cuando trata de funcionar en un medio líquido como es Internet, demuestra ser lento, torpe e ineficiente
¿Cuál es la propuesta? Inyectar el dinero de manera directa en los bolsillos de aquellos ciudadanos que lo necesiten. A estas inyecciones podemos llamarlas pensiones, ingreso mínimo vital, ayuda al estudio o, incluso, renta universal. Da igual la nomenclatura. Lo que no da igual es asegurar que todo el mundo tenga a mano un salvavidas, un balón de oxígeno por si vienen mal dadas. Todo el mundo necesita seguir consumiendo, ya que si alguien no consume probablemente fallezca por inanición. En la sociedad digital el esfuerzo físico lo realizan los robots, y mucha gente tiene todavía que aprender a vivir y trabajar en este nuevo entorno.
CRIPTOMONEDA. El euro digital no funcionaría como una criptomoneda, ya que esta modalidad no compete al banco central. El principal motivo por el que no lo usan es por el cambio brusco de sus precios, que hacen que se dificulte su método de pago, además de no estar respaldados por ninguna institución pública
Ahora bien, igual que se inyecta dinero en el bolsillo de aquellos ciudadanos que lo necesiten, también se debería drenar parte del dinero de aquellos bolsillos que reciban ingresos asociados con su capacidad de crear riqueza. A estas extracciones de liquidez se las podría denominar con un ingenioso nombre: impuestos.
En gran medida todo seguiría igual. Salvo que en este nuevo modelo la política monetaria y la política convergen en el bolsillo del ciudadano. La tecnología así lo permite. ¿Qué función tendrían los bancos en esta nueva economía? Perfectamente podrían seguir dando préstamos si fuesen capaces de captar depósitos. La función del préstamo seguirá siendo necesaria, así como toda la gestión de riesgos que tradicionalmente ha estado desempeñando el sector financiero. Estas funciones son tan necesarias como las grandes plataformas tecnológicas y sus infraestructuras. ¿Convergerá el sector bancario con las grandes multinacionales tecnológicas? ¿Y todo ello con la Administración Pública?
LA POLÍTICA FISCAL Y LA IDENTIDAD DIGITAL
El euro digital es a la política monetaria lo que la identidad digital va a representar para la política fiscal. En el mundo industrial, para realizar un trámite administrativo había que llevar la documentación asociada con el trámite desde multitud de registros. Esto representaba para el ciudadano multitud de viajes y de tiempo invertido. En paralelo, la falta de comunicación entre los diferentes registros abría la puerta a la falta de control, al derroche y hasta a la corrupción.
El euro digital va a transformar la experiencia del usuario en su relación tanto con la Administración Pública como con todo el sistema económico
La identidad digital va a permitir centralizar en cada individuo toda la información personal asociada con el individuo. Esta circunstancia, junto con la automatización de los procesos administrativos y la potencia del euro digital va a transformar completamente la experiencia del usuario en su relación tanto con la Administración Pública en particular como con todo el sistema económico en general.
Toda esta transformación vendrá de la mano de las tecnologías de registro distribuido (DLTs), entre las que destaca el BlockChain, tecnología en la que España es líder mundial.
En España, desde el consorcio Alastria, asociación nacional con más de 500 empresas, y fundado en la Universidad Pontificia Comillas, llevamos ya años preparando el camino. Es el momento de tender puentes con Europa, con Alemania o Italia, por ejemplo, para armar un gran proyecto europeo que nos permita competir en igualdad de oportunidades en un entorno global cada vez más complejo y competitivo.