Por Óscar Abou-Kassem
27/06/2016
Seis meses después vuelve el dilema. El PSOE es el único que tiene en su mano la posibilidad de posibilitar un gobierno (por iniciativa) o de permitirlo (por omisión).
Repetir el pacto con Ciudadanos parece complicado teniendo en cuenta que ni con la suma de las dos formaciones se acercaría al resultado del PP.
El PP es el claro ganador, por votos, escaños y diferencia con sus rivales. Sin embargo, Mariano Rajoy tendrá que superar dos condiciones que han marcado sus rivales en la campaña. Ciudadanos dijo que no apoyaría un gobierno liderado por Rajoy. El PSOE dijo directamente que no entraría en una gran coalición y que votaría en contra del candidato del PP en la investidura.
El PSOE respira porque resiste al sorpasso. Triste alivio tras obtener los peores resultados en democracia. Pedro Sánchez tendrá que pelear por su supervivencia interna para aspirar después a La Moncloa. Un camino tortuoso que pasa por pactar con Unidos Podemos y lograr el voto activo y pasivo de los partidos independentistas catalanes. Una ecuación indeterminada de pronóstico complejo.
Decepcionante resultado para Ciudadanos, que con un porcentaje de votos similar al de diciembre pierde casi un quinto de su representación. Su margen para ser relevante también se ha reducido.
Y amarga noche para la coalición de Unidos Podemos. Las encuestas les habían aupado a liderar un posible gobierno de izquierda. La suma de siglas con IU no ha sido matemática en votos.
Las expectativas generadas en las últimas semanas y los sondeos a pie de urna hacen ver los resultados con una perspectiva que va más allá de los escaños obtenidos.
El PP parece haber logrado una gran victoria pero en realidad tiene complicado gobernar. Sobre todo con Mariano Rajoy como líder.
El PSOE respira de alivio pero está más lejos de La Moncloa que en diciembre.
Podemos fracasa en su asalto al segundo puesto y en su proyecto de liderar un gobierno de izquierdas. La expectativa hace ver como una decepción lo que también podría ser entendido como la consolidación de un partido importante y con posibilidades reales de gobernar en el futuro.
El partido de Albert Rivera pierde peso para negociar y marcar líneas rojas. Y todo ello con un porcentaje de votos similar al de diciembre. El más penalizado por la ley electoral.
Con estos resultados, lo que no sería entendible por los ciudadanos sería tener que volver a votar en seis meses.