Por Andrés Tovar
21/04/2017
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Salvador Dali puede estar muerto, pero su bigote está en buena forma. Este viernes, las autoridades españolas, sus celadores en la Fundación Gala Dalí y su embalsamador, Narcís Bardalet, confirmaron que el fino vello facial del genio surrealista estaba en buenas condiciones después de exhumar sus restos este jueves 20 de julio, con la esperanza de resolver la polémica que tuvo a bien generar Pilar Abel.
«El bigote conserva su posición clásica de diez y diez», dijo Bardalet. responsable de embalsamar al pintor hace 28 años. «Es un milagro».
La robustez del bigote de Dalí puede parecer sorprendente. Pero su cuerpo fue embalsamado según sus deseos en 1989, y temporalmente puesto en exhibición antes de su funeral.
«Los médicos dijeron que el embalsamamiento preservaría el cuerpo durante 300 años», informó The Guardian hace 30 años luego de su muerte. Tres décadas después, podemos decir que fue perfecto. O surrealista, también cabe.
Existen cientos de cuentos de celebridades muertas que han sido exhumadas -para algunos, perturbadas-, desde Eva Perón a Pablo Neruda, que tienden a provocar una cierta mórbida fascinación entre los vivos. Pero la ocasión de la exhumación de Dalí también ofrece la oportunidad de considerar el cuento de su difunta esposa, Gala, que tomó un último paseo en un Cadillac después su muerte.
Dalí, Gala y el Cadillac
Como Marlene Wagman-Geller escribe en el libro de 2015 Detrás de cada gran hombre: Las mujeres olvidadas detrás del mundo famoso e infame (Behind Every Great Man: The Forgotten Women Behind the World’s Famous and Infamous, su título original en inglés), Gala murió siete años antes de Dalí, en 1982. Dalí desesperado quería cumplir con la petición de su difunta esposa de ser enterrada en el castillo medieval de Púbol, que había comprado para ella como regalo.
Sólo había un problema: había muerto en su casa en Portlligat, y Dalí no debía moverla. Wagman-Geller escribe:
«Rompió una ley de plaga promulgada en la década de 1940 que prohibía el traslado de los muertos sin permiso oficial. Envolvió su cuerpo en una manta y, ayudado por su enfermera, su cadáver fue colocado en el asiento trasero de su Cadillac de Ville 1969, donde tomaron un surrealista último viaje juntos. El chofer, el chofer personal de Gala, se preocupaba de que su fantasma se enojara con él, ya que siempre había insistido en tomar el asiento delantero. La musa de Dalí estaba intimidada en la muerte como lo era en la vida».
Afortunadamente, el cuerpo de Gala llegó al castillo, donde Wagman-Geller relata que fue «embalsamada y posada en su vestido rojo de noche Dior favorito en una cripta vigilada por míticos animales tallados». Años despuéss, el propio Dalí fue enterrado en el Museo Dalí Teatro en su natal de Figueres, a 40 kilómetros de ella.
Así, Dalí y Gala pasearon después de la muerte, al final siempre fueron almas libres. Y aunque en el plano carnal están sus cuerpos separados, seguro que ambos están notablemente bien conservados.