El domingo se celebró el Día Mundial del Sol y este lunes se comienza la Semana Europea de la Energía Sostenible. Ambos eventos son propicios para sensibilizar sobre la necesidad de cambiar los hábitos de consumo energético y contribuir a mantener las condiciones que hacen de este planeta el lugar idóneo para que prospere la vida.
Consumimos energía en docenas de formas. Sin embargo, prácticamente toda la que usamos se origina en el poder del átomo. Las reacciones de fusión nuclear energizan las estrellas, incluido el Sol, y la luz resultante tiene profundos efectos en la Tierra
Cómo utilizar esa energía
La energía del Sol calienta la superficie del planeta y alimenta transferencias titánicas de calor y presión en los patrones climáticos y las corrientes oceánicas. Las corrientes de aire resultantes impulsan las turbinas eólicas. La energía solar también evapora el agua que luego cae como lluvia y se acumula en las represas, donde su movimiento genera energía hidroeléctrica.
Sin embargo, durante casi toda la historia la humanidad ha utilizado la energía solar en su forma de segunda mano: los combustibles fósiles. Cuando la luz solar incide en una planta, parte de la energía queda atrapada a través de la fotosíntesis y se almacena en enlaces químicos a medida que la planta crece. Por supuesto, podemos recuperar esa energía directamente meses o años después quemando productos vegetales como la madera, que rompe los enlaces y libera energía como calor y luz.
Con mayor frecuencia, utilizamos la energía almacenada en las formas mucho más concentradas que resultan cuando la materia orgánica, después de millones de años de actividad geológica y química bajo tierra, se convierte en carbón, petróleo o gas natural. De cualquier manera, estamos reclamando el poder de la luz solar.
Pero al hacerlo, arrojamos toneladas de gases a la atmósfera, especialmente CO2, que atrapa el calor del sol y eleva la temperatura promedio del planeta. Los efectos son devastadores, no hay duda. Es tiempo de cambiar, y cada vez se hace más tarde. El Día Mundial del Sol recuerda a la humanidad que la solución nos cae del cielo.
España a la zaga
Resulta absurdo que con toda esa energía solar a su disposición, la humanidad no haga uso de ella. Todavía más en los países o regiones especialmente bendecidos con cantidades importantes de luz solar, como España.
En relación con su tamaño, es el país de Europa con más irradiación solar y potencial fotovoltaico. Sin embargo, ese potencial no se traduce en un crecimiento sostenido del sector, afirma María Prado, responsable de Campaña de Renovables y Transición Energética de Greenpeace España.
Un primer paso, sin embargo, ya fue dado. El impuesto al Sol se derogó en España en octubre de 2018. Y el país cuenta con una regulación casi completa para que el autoconsumo sea masivo. Lo que todavía falta es «ser personas mejor informadas y con capacidad de decisión sobre qué energía y cómo la queremos consumir».
Democratizar la energía solar
En Bruselas se realizará hasta el 26 de junio la Semana Europea de la Energía Sostenible (EUSEW, por su siglas en inglés). Tendrá como lema «Más allá de la crisis: energía limpia para la recuperación y el crecimiento ecológicos».
Uno de los temas centrales en esta celebración es la conformación de comunidades energéticas. Una forma muy directa de conciliar los objetivos ambientales y sociales. Marine Cornelis, directora y fundadora de Next Energy Consumer y embajadora digital de EUSEW 2020, destaca que en Europa hay alrededor de 2.400 cooperativas de energía renovable, con más de 650.000 miembros. Unirse a una comunidad energética es un derecho ofrecido por la legislación de la UE, incluso para los consumidores domésticos más vulnerables.
Los miembros son más que consumidores pasivos de energía: participan activamente en el proceso de toma de decisiones y se apropian de la producción de energía y las elecciones estratégicas relacionadas. Crean mercados energéticos más sostenibles y resistentes. La idea es pasar del Día del Sol a integrar una Comunidad del Sol.
Avance de las comunidades energéticas
Para 2030 las comunidades energéticas podrían poseer alrededor del 17% de la capacidad eólica instalada y el 21% de la energía solar. Para 2050, casi la mitad de los hogares de la Unión Europea podrían estar produciendo energía renovable. Los accionistas aportan valor ambiental, económico y social a su comunidad local en lugar de buscar ganancias financieras.
En la práctica, los ciudadanos y las comunidades locales de energía están formados por hogares, autoridades locales, pymes y, en algunos casos, también por empresas más grandes. Cooperan en la generación, consumo, distribución, almacenamiento, suministro, agregación de energía de fuentes renovables u ofrecen servicios de gestión del lado de la demanda.
Por el momento, Alemania y Dinamarca tienen el mayor número de organizaciones de energía dirigidas por ciudadanos. Son dos países con fuertes tradiciones de propiedad comunitaria y empresas sociales.
De cara al futuro
La luz del Sol contiene una cantidad sorprendentemente grande de energía. Las tecnologías fotovoltaicas y solares térmicas cosechan parte de esa energía ahora y crecerán tanto en uso como en eficiencia en el futuro. El Sol brilla para todos y la tecnología fotovoltaica es la forma más barata de obtener energía.
Generar y consumir nuestra propia energía (el autoconsumo) es fácil, barato, seguro, sostenible y constituye una potente herramienta de lucha contra la pobreza energética. El Día Mundial del Sol y la Semana Europea de la Energía Sostenible son un importante recordatorio de este potencial.
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