Por Lucía Álvarez Velasco
Cuando escribo este artículo, en septiembre, estoy aún en Somiedo con mis dos niños pequeños. Cada día, después de levantarme, lo primero que hago es abrir la puerta y salir a la terraza a ver qué día hace y, seguidamente, me tomo un café. Tiendo la ropa y empiezo a preparar la mochila donde meto la sal, medicamentos y algún trozo de pan para subir a ver las vacas al puerto mientras espero que mis hijos se despierten. Cuando se oye a la bebé, ya están los dos despiertos y les preparo el desayuno, los visto y listos para subir los tres al monte.
Al llegar a las praderas, con mi niña a las espaldas, siempre encontramos alguna vaca, pero no están todas. Les doy un poco de sal porque los verdes pastos carecen de esa vitamina y son las propias vacas las que te la piden.
“Contra el abuso y la discriminación hay que luchar, porque tengo una niña de dos años, y no quiero que ella pase por todo lo que he pasado yo. Ni ella ni ninguna mujer más”
Y poco a poco sigo caminando para arriba en busca de más vacas. Así, hasta conseguir verlas todas, podemos echar de una hora hasta cuatro, depende de cómo estén de separadas. Después de recorrer y patear todo el monte y comprobar que el ganado está bien, que no hay que tratar ninguna vaca por alguna enfermedad común, nos vamos hacia el pueblo, les doy la comida a mis hijos y me dirijo muchos de los días a los valles bajos (Escamplero) a cuidar de algunas vacas que no suben para el monte. Una vez atendidas, me vuelvo a subir a Somiedo, distante unos 100 km, y por segunda vez y, a última hora, me paso a ver cómo están mis vacas.
Otros días no voy hasta Escamplero, pero sigo haciendo faena por la casa o me pongo a limpiar algún prado con la desbrozadora. La época de verano es más llevadera, ya que las vacas están preñadas y descienden a ser mamás a los valles bajos. Pero, a veces, también me toca algún parto aquí; depende de ellas.
Cogí las riendas de la ganadería de mi marido hace años y desde entonces hacemos la trashumancia. De hecho, fui premiada en el año 2018 por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación por mantener esta cultura ganadera y también soy presidenta de una asociación de mujeres de la que fui fundadora: Ganaderas Asturianas, donde poco a poco nos vamos dando visibilidad. Dando fuerza y voz en el campo donde todavía se nos oye y se nos ve poco.
GANADERAS ASTURIANAS
Ganaderas Asturianas se fundó porque yo un día, estando en el monte, tuve un percance con una vaca y no tenía cobertura. Entonces hablé con las chicas de Cooperativas Agro-alimentarias Asturias y de la cooperativa Aseagro para plantearles si no tendríamos forma de hacer un curso de veterinaria de lo más básico. Me dijeron que si juntaba suficientes mujeres, por supuesto. Directamente cogí e hice un grupo de WhatsApp y las metí a todas las mujeres ganaderas que conocía de Asturias y, como eran de todas partes de la comunidad, decidí llamarlo Ganaderas Asturianas. Fuimos creciendo porque los cursos fueron un éxito y se impartieron bastantes. Se formaron unas 100 mujeres de toda Asturias. Nuestro objetivo es dar visibilidad a la mujer en el medio rural, conocer otras ganaderías y aprender, formarnos.
Está previsto hacer un viaje a Menorca con las ganaderas de Cooperativas Agroalimentarias Baleares, con las que hemos hecho hermandad y nos hemos unido para tener más fuerza a escala nacional. Aprovechamos para juntarnos con cada evento que hacemos o viajamos fuera de nuestra tierra. Estuvimos juntas en un viaje a Suiza, donde cogimos muchas ideas para aprender a diversificar en nuestras ganaderías.
También fuimos al Salón Internacional de Alimentación (SIAL) de París, donde tuvimos la oportunidad de compartir experiencias con una cooperativa francesa. También estamos formando una cooperativa que será pionera en España en el sector cárnico. Siempre quise formar una cooperativa porque son el futuro, y tuve la suerte de encontrarme en mi camino a dos aliados. Ya falta poco para que vea la luz Ugamiastur. Es la primera vez que se juntan matadero, industriales y ganaderos, todos en un mismo barco y donde todos juntos lucharemos por nuestro sector.
“Nuestro objetivo es dar visibilidad a la mujer en el medio rural, conocer otras ganaderías y aprender, formarnos”
Para mí es un orgullo ser fundadora de Ganaderas Asturianas, pero también me dio muchos dolores de cabeza. Las mujeres tenemos mucho que hacer para ocupar nuestro lugar y que se nos respete. Puedo decir que no es tarea fácil ser la presidenta de Ganaderas Asturianas, y no por las ganaderas… Me ha tocado vivir el acoso de un hombre que tiene un cargo en una organización que no soporta ver que la mujer prospere, pero él es el primero que dice que apoya a la mujer rural (aunque solo apoya a aquella que le canta a la oreja) y movió Roma con Santiago para destrozar nuestra asociación… No obstante, gracias a muchas organizaciones, hemos salido adelante. Siempre en una misma dirección. Contra eso es lo que hay que luchar, porque tengo una niña de dos años, y no quiero que pase por todo lo que he pasado yo. Ni ella ni ninguna otra mujer más
Las Ganaderas Asturianas somos el futuro de nuestro sector y, por supuesto, junto a los hombres, pero muchos de ellos tienen que aprender a respetarnos, ocupemos el puesto que ocupemos –como también digo–, muchas mujeres.
Ser ganadera y cuidar de mis vacas es lo más fácil. Ser mujer, ganadera y haber despuntado fue lo más difícil. Pero también puedo decir que cuento con mucho apoyo y que mucha gente apuesta por Ganaderas Asturianas, como Félix Hernáez, director general de Zoetis, el cual siempre está ahí apoyándonos y ayudándonos a crecer.
Y ahora cuento con dos personas con las que hemos formado la nueva cooperativa: Luis Alberto Sánchez Panero, dueño del matadero central de Asturias, y Efrén González Camblor, dueño de la comercial Xata de Ley. Sin ellos, este proyecto no hubiese sido posible. Les doy las gracias porque apostaron por mi persona (una mujer) y por todo un sector. Otro sueño hecho realidad, dado que soy cooperativista y lo llevo en la sangre, y todos juntos vamos a construir nuestro futuro y el de nuestros hijos.
No me gustaría olvidarme de Ramón Armengol; Agustín Herrero, director de Cooperativas Agro-alimentarias de España, ni de mi director general de Ganadería, Saturnino Rodríguez Galán, que siempre está ahí apoyando, como tampoco de la presidenta de Amcae España, Jerónima Bonafé, ni de Isabel Bombal, directora general del Ministerio de Agricultura, ni de Begoña Magaly, directora general de Agroalimentacion de Asturias. Todo ellos y ellas son referentes para mí y un apoyo incondicional.
En este mundo hacen falta muchas más personas como ellas. En su día, el Ministerio de Agricultura me dio el premio a la Innovación a la Mujer Rural. Desde ese momento supe que no podía defraudar a toda esa gente que confió en mí. Por eso, seguiré mi lucha hasta que se nos ponga a las mujeres en el lugar que tenemos que estar. Y dejarle un legado fácil a mi pequeña Ainhara.
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