La crisis migratoria que se vive en las américas encuentra en el Tapón del Darién su peor expresión. A los peligros de la selva se ha sumado el crimen organizado que ha convertido sus actividades la zona en fuente de millonarios ingresos. Pero ni los peligros de la selva ni la violencia ejercida por los maleantes disuaden a los migrantes que huyen de las crisis en sus países. (ICG).
Por mucho tiempo se le conoció como el “infierno verde”. La tupida selva tropical húmeda del Darién era famosa por sus inhóspitas condiciones que impidieron la continuación de la carretera Panamericana. El nombre del Tapón se lo tenía bien ganado. Solo los descendientes de los pueblos aborígenes se adentraban en esas tierras. Hoy no es así. Miles de personas lo atraviesan diariamente en su camino hacia el “sueño americano”, como lo confirma un reciente informe del International Crisis Group.
La migración a través del Tapón del Darién es un indicador de la magnitud de la crisis mundial de desplazamiento. A pesar de los riesgos evidentes, el número de migrantes que realizan la travesía se incrementa cada día. La zona, que alguna vez fue prácticamente impenetrable, ahora está atravesada por senderos y caminos que forman parte de una infraestructura informal utilizada por cientos de coyotes que se autodenominan “guías humanitarios”. A menudo bajo el control del crimen organizado, los senderos permiten a migrantes y refugiados caminar hacia el norte.
Oleada imparable
La ruta no es nueva. Como expone el informe del ICG, antes de 2019, menos de 10.000 personas cruzaban anualmente (hubo un pico en 2015 y 2016). Pero no hay punto de comparación entre los flujos migratorios registrados en el siglo pasado a través del Darién y la cantidad de personas que lo atraviesan en la tercera década del siglo XXI. Cerca de 250.000 personas lo cruzaron en 2022, mientras que las cifras en 2023 podrían superar fácilmente el medio millón.
En los primeros 9 meses de 2023, más de 400.000 migrantes lo cruzaron. Alrededor del 53% eran hombres y el 25% mujeres. La mayoría, el 85%, proviene de Venezuela, Ecuador y Haití, países afectados por graves crisis políticas, humanitarias, económicas y de seguridad. Sin embargo, los registros hablan de migrantes que provienen de 97 países. Es un gran hub de migrantes.
Escogen el Darién porque les brinda opciones que no existen en otras rutas tradicionales. Sus fronteras son porosas y poseen escasos controles. Numerosos lugareños ofrecen sus servicios como guías y anfitriones. Una vez cruzado el istmo, autobuses privados trasladan a los migrantes de manera económica hasta la frontera con Costa Rica, la siguiente etapa de su trayecto.
Más niños solos
La cantidad de menores sin acompañantes que pasan por el Darién también ha aumentado. En 2018, cuando Unicef alertó de la situación, lo cruzaron 522 menores (de 50 nacionalidades). De unas de 413.000 personas que entraron en Panamá por esa vía en los cuatro años previos a 2023, cerca de 80.000 eran niños y adolescentes. Tenían menos de cinco años casi la mitad de los menores que cruzaron entre enero y agosto de 2022. “Estamos ante un flujo migratorio de bebés”, afirmó un trabajador humanitario.
Señala el informe de ICG que solo en el primer semestre de 2023, cerca de 40.000 menores cruzaron el Darién. En septiembre eran 70.000, representan el 22% del total. Las cifras de Fe y Alegría son más dramáticas. Hasta octubre pasaron más de 100.000 menores de edad. La organización de la Iglesia Católica anticipa que la situación se agravará en los próximos meses. En lo que va de 2023, cada día llegan a los centros de recepción de migrantes entre ocho y diez menores sin acompañantes. Uno de cada cinco migrantes es un menor de edad, según el Ministerio de Seguridad Pública de Panamá.
Como indica un reportaje de Conectas, los cientos de miles de migrantes han atravesado el Tapón del Darién en medio del peligro constante de animales salvajes y venenosos. Caminando por abismos, trepando cerros y atravesando ríos. Siempre enfrentando la posibilidad de la muerte. A plena luz del día y durante más de una semana, Si llueve, como es habitual, el camino de 160 kilómetros se convierte en un pantano intransitable.
Territorio hostil
Los voluntarios de Naciones Unidas que trabajan en estos lugares no pueden creer las historias que les cuentan los niños. Bandas armadas que los asaltan, violencia sexual de todo tipo y de cadáveres abandonados en el camino. En algunos casos, miembros de su propias familia. Considerando que el 57% de los niños tiene menos de 5 años, la tragedia del Darién está causando un daño incalculable. Esa franja inhóspita entre Colombia y Panamá, compuesta por pantanos y selva tropical ha sido un auténtico calvario. Ni el Estado colombiano ni el panameño ejercen mucha influencia en esta región. Los grupos de bandoleros armados y criminales, muchos vinculados al narcotráfico, han tomado el control.
Recientemente, las Autodefensas Gaitanistas –la mayor organización narco de Colombia, también conocida como Clan del Golfo– y bandas integradas por miembros de comunidades indígenas dominan sectores del territorio y ejercen su dominio sobre poblaciones locales y migrantes. Un 97% de los migrantes indicó que el Darién fue la etapa más peligrosa de su trayecto hasta Estados Unidos.
En manos del crimen organizado
La ingente masa de migrantes es en un importante negocio. Los migrantes deben pagan altas sumas para viajar por tierra o mar. Su capacidad de desplazamiento depende de la cantidad de dinero que lleven consigo, lo que conlleva que muchas mujeres sin recursos recurran al pago sexual. En los largos recorridos a través de la selva, además del calor, el cansancio y la amenaza de enfermedades, corren el riesgos de ser atracados, secuestrados y asesinados. Las rutas en el lado colombiano son relativamente más seguras. Los Gaitanistas imponen su disciplina y se hacen de una parte de las ganancias del negocio migratorio.
La presencia del crimen organizado es mucho menor en el lado panameño de la frontera, pero son más los riesgos de violencia física. Bandas formadas por jóvenes locales hostigan y atacan a los migrantes. Son responsables de un número indeterminado de asesinatos, así como de numerosos casos de violencia sexual. Organizaciones humanitarias han denunciado durante el primer semestre de 2023 cerca de 200 incidentes de violencia sexual en el Darién y en los centros estatales panameños de recepción de migrantes.
El negocio migratorio en el Tapón del Darién
El flujo migratorio ha generado múltiples negocios, dentro y fuera de la ley. Por ejemplo, crecieron los ingresos de lugareños que guían a los migrantes por la selva. Ganan hasta 50 dólares diarios, mucho más que los 15 de los jornaleros agrícolas. Con un agravante, se presentan como «guías humanitarios» pero desempeñan un papel similar al de los coyotes. Obligan a los migrantes a entregarles sus documentos para impedir cambios o escape. Si no pagan los retienen y les aplican su propia ley. También se lucran con estafas, coacciones y engaños.
Los cálculos de Crisis Group, indican que las redes criminales y las organizaciones como los Gaitanistas obtienen millones semanales apropiándose de parte de los montos pagados a coyotes, transporte y hoteles. Cobran entre 50 y 80 dólares por cada migrante que cruza el Darién.
La calidad y la cantidad de dificultades que enfrenten los migrantes en la travespia dependerá de su situación financiera de los migrantes. Existen rutas alternativas que incluyen transporte en barco y a caballo. El precio: 1.000 dólares por adulto y 400 por niño. Mientras que en puntos como Capurganá, los centros comunitarios para alojar migrantes cobran 100 dólares. El que no paga es retenido.
La inacción de los gobiernos ante el infierno migratorio
El equipo de ICG pudo constatar que los migrantes no están dispuestos a desistir a pesar de los peligros, costos y amenazas. Si en los primeros años quienes transitaban eran en su mayoría hombres jóvenes, ahora son familias enteras. Para ICG mientras no cambien las condiciones que están forzando a estas familias a salir de sus países, no se detendrán en su intento de alcanzar el sueño americano.
“Resolver los conflictos y la agitación en Venezuela, Ecuador y Haití, las principales fuentes actuales de migración, sin duda ayudaría a aliviar la superpoblación en la selva. Aunque los avances en este sentido pueden parecer terriblemente lentos”.
International Crisis Group
El informe apunta a que los intentos de frenar la ola migratoria con el uso de las fuerzas del orden probablemente fracasarán. Como ocurrió con los esfuerzos desplegados por Colombia y Panamá a comienzos del 2023. Incluso los formuladores de políticas en EE. UU. reconocieron en privado a ICG que es poco probable que una respuesta militar logre frenarlos.
El problema es complejo. Hay presiones de cara a los procesos electorales y a los cambios de gobierno. También hay una escasez crónica de recursos para atender a los migrantes y hay un problema humanitario cada vez más grave. Una de las propuestas para atenderlo es la creación de un corredor seguro por el Darién. Pero no es muy popular pues se teme que estimule aún más la migración por esta ruta.
“La difícil tarea de los gobiernos es conseguir una respuesta equilibrada y con visión que les permita a las personas permanecer seguras en sus países de origen, proteja a quienes se encuentran en el camino y ayude a debilitar el poder de los grupos que explotan la desesperación humana y la ausencia estatal para sus propios fines”.
International Crisis Group
El cuello de botella
International Crisis Group apunta que los días en que el tapón del Darién representaba una barrera significativa a la migración masiva han quedado atrás. Ofrece una barrera natural, pero no insuperable, para quienes intentan llegar a EE UU. Se ha convertido en un cuello de botella en las garras del crimen organizado. “Detener a migrantes individuales, por muchos que sean, no pondrá fin a la migración; pero una política orientada exclusivamente a su protección podría resultar contraproducente al aumentar aún más los flujos”, advierte.
Recomienda a Colombia y Panamá dejar de lado sus fricciones y abordar las dificultades en su istmo compartido.
“Una colaboración más estrecha entre las fuerzas de seguridad y los órganos judiciales es esencial para reforzar los controles fronterizos, gestionar los flujos migratorios y proteger a los migrantes de la violencia. Aunque los antecedentes sugieren que es poco probable que las propuestas para desplegar más tropas en la zona produzcan por sí solas los resultados deseados”.
International Crisis Group
ICG insiste en la necesidad urgente de dar mayor apoyo humanitario a lo largo de la ruta a los migrantes. Cree conveniente hacer un amplio esfuerzo regional para encontrar un camino a través del campo minado de demandas contrapuestas en materia de política migratoria. También le recomienda EE UU adoptar medidas concretas para mejorar las vías legales de migración al país.
“Hay pocas perspectivas inmediatas de que las condiciones que llevan a los migrantes a emprender el viaje cambien. Por el momento, un intento serio y de buena fe para mejorar la coordinación transfronteriza entre Colombia y Panamá, destinar más recursos de los donantes hacia donde se necesitan y abordar el aumento de la migración de una manera equilibrada, (que reconozca las complejas limitaciones de las políticas, pero sin perder nunca de vista a los seres humanos que luchan por sobrevivir en el medio de esta crisis), debe ser el objetivo de todos los gobiernos interesados en el tapón del Darién”.
International Crisis Group