El Consejo de Seguridad de la ONU se sumó a la condena mundial al golpe de Estado en Malí, que obligó a dimitir al presidente Ibrahim Boubacar Keïta y que ha llevado al arresto de altos representantes del gobierno y sus familias. Los miembros del organismo instaron «a los amotinados a liberar de manera segura e inmediata a todos los funcionarios detenidos y a regresar a sus cuarteles sin demora». Además, pidieron a las partes interesadas que actúen con moderación y prioricen el diálogo para poner fin a la crisis actual.
La Unión Africana suspendió el miércoles la membresía de Malí luego de que soldados derrocaran al presidente y su gobierno el día anterior. La decisión de expulsar a ese país permanecerá en vigencia hasta que se restaure el orden constitucional en la nación de África Occidental.
Condena mundial
La Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Ecowas), de 15 miembros, también ha tomado medidas rápidas contra Malí al cerrar fronteras, suspender los flujos financieros y expulsarle de los órganos encargados de tomar decisiones.
El secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, «condenó fuertemente el motín«. A través de su cuenta de Twitter dijo que su país se une a los organismos internacionales que han denunciado estas acciones. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, instó a volver al gobierno civil. Señaló que «la lucha contra los grupos terroristas y la defensa de la democracia y el Estado de derecho son inseparables».
«La Unión Europea condena el intento de golpe de Estado en curso en Malí y rechaza un cambio inconstitucional», indicó el martes el jefe diplomático de la UE, Josep Borrell, en un comunicado.
Viejos conflictos
Malí es un vasto país que se extiende hasta el desierto del Sahara. Se encuentra entre los más pobres del mundo y ha vivido varias insurrecciones militares. Actualmente, está luchando por contener una ola de ataques yihadistas y violencia étnica.
El origen del conflicto más reciente data de 2012, cuando el país también vivió un golpe de Estado con el argumento de que el Gobierno era poco contundente con la amenaza yihadista, que entonces era peligrosa, pero que no tenía las dimensiones actuales. Esta situación permitió que grupos militantes, vinculados a Al Qaeda, tomaran el control de la mitad norte del país.
Tras esa rebelión, Ibrahim Boubacar Keïta asumió el poder con el objetivo de “pacificar al país”. Conquistó la Presidencia con un aplastante triunfo en 2013, cuando obtuvo el 78% de los votos.
Prometió «tolerancia cero» a la corrupción, pero los malienses comenzaron a mirarlo con desconfianza. Obtuvo la reelección en 2018, cuando se postuló para un segundo mandato, aunque solo después de verse obligado a competir en una segunda vuelta.
Logró convencer a potencias como Francia para desplegar 5.100 soldados y contrarrestar la avanzada yihadista. Sin embargo, la paciencia de la gente y de los militares en Malí se fue diluyendo por los pocos resultados.
Desde junio, Keïta se ha enfrentado a enormes protestas callejeras. Los manifestantes denuncian la corrupción y la mala gestión de la economía, además de dudas sobre las disputadas elecciones legislativas.
También ha habido ira entre las tropas por la paga y el conflicto con los yihadistas.
El golpe de Estado en Malí
Keïta renunció el martes por la noche, horas después de que fue arrestado por los oficiales militares que dieron el golpe de Estado, quienes también detuvieron al primer ministro, Boubou Cissé, y a otros funcionarios del Gobierno.
El depuesto mandatario apareció en la televisión estatal alrededor de la medianoche y dijo que la Asamblea Nacional y el Gobierno serían disueltos como consecuencia de su salida.
Los soldados que derrocaron al presidente Keïta anunciaron este miércoles que planean establecer un gobierno civil de transición y celebrar nuevas elecciones.
Transición del poder
Parece que los soldados amotinados tomaron el martes el control del campamento militar de Kati, a unos 15 kilómetros de Bamako. Luego marcharon hacia la capital, aclamados por la multitud que se había reunido para exigir la renuncia de Keïta.
Los informes en Malí dicen que el coronel Assimi Goita sería el presidente de la nueva junta militar. El grupo se autodenomina Comité Nacional para la Salvación del Pueblo (CNSP).
Goita se reunió con altos funcionarios el miércoles temprano y les dijo: «No tenemos ambiciones políticas, somos soldados, nuestro objetivo es transferir rápidamente el poder. El Estado continuará, les aseguramos nuestro apoyo para poder trabajar con tranquilidad, quiero tranquilizarlos», les dijo, de acuerdo con el periódico maliense Journal du Mali.
El rotativo cita páginas web del país que afirman que cuatro civiles murieron por disparos durante la toma del poder militar, aunque esto lo negaron cabecillas del golpe.
En otro acontecimiento el jefe del movimiento de oposición M5 de Malí, el conservador Imam Mahmoud Dicko, anunció que se retiraría de la política después de reunirse con los dirigentes golpistas. No se dieron razones.
Lea también: