El Congreso de los Diputados aprobó este jueves la polémica Ley de Eutanasia con el respaldo mayoritario de las izquierdas y partidos minoritarios. Y el rechazo consecuente de PP, Vox y UPN, que han considerado que ese apoyo es un «retroceso de la civilización». El proyecto legislativo fue enviado a la consideración del Senado.
La ley deja en pocas manos la decisión trascendental de vivir o morir en los casos de padecimiento grave, crónico e imposibilitante o de enfermedad grave e incurable. La presidenta del parlamento, Meritxell Batet, moderó el debate y la inclusión de algunas propuestas al dictamen de la Comisión de Justicia. La votación final fue de 198 votos a favor, 138 en contra y 2 abstenciones.
De aprobarse definitivamente, España se suma a Bélgica, Holanda y Luxemburgo como países que tienen regulado el derecho a morir. El PSOE y su socio Unidas Podemos se han encargado de introducir controvertidos proyectos legislativos.
Además de la eutanasia y la legalización de la marihuana, la reforma a Ley de Educación o Ley Celáa que suprime el carácter vehicular del castellano en la enseñanza.
En esta ocasión, el Congreso se abroga la potestad de dar una “respuesta jurídica, sistemática, equilibrada y garantista, a una demanda sostenida de la sociedad actual”, como lo es la eutanasia. ¿En verdad es una demanda sostenida de la sociedad? ¿Acaso no sería materia de un referéndum?
Fuera, a las puertas del Congreso, mientras el debate se desarrollaba en el pleno, centenares de personas protestaban vestidos de negro y con letreros de “Muerte, muerte”. Los manifestantes repudiaron la ley por considerar que fomenta el suicidio asistido.
Entretanto, Santiago Abascal, de Vox, dijo que quizá sea hoy uno de los días más funestos de la democracia. «El gobierno de la muerte ha condenado a la muerte a los más indefensos y a la desesperanza a los más débiles y a los que más sufren”, declaró. A lo que Lourdes Méndez agregó: «Mienten cuando dicen que es para paliar el sufrimiento y aliviar el dolor. Son padres de la mentira».
Congreso da luz verde a la Ley de Eutanasia
La eutanasia significa etimológicamente “buena muerte”. «Se puede definir como el acto deliberado de dar fin a la vida de una persona. Producido por voluntad expresa de la propia persona y con el objeto de evitar un sufrimiento”, indica el texto de la ley.
La ley estipula que “se garantiza la seguridad jurídica y el respeto a la libertad de conciencia del personal sanitario llamado a colaborar en el acto de ayuda médica para morir. Entendiendo el conjunto de prestaciones y auxilios asistenciales que el personal sanitario debe prestar”.
Representantes de banca de los populares se mostraron contrariados a decisión. «La eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos y un fracaso de nuestro sistema sanitario y de nuestra sociedad», señalaron.
Mientras tanto, los defensores de la legislación refrendan que toda persona mayor de edad y en plena capacidad de obrar y decidir puede solicitar y recibir dicha ayuda. Siempre que lo haga de “forma autónoma, consciente e informada”. Y que se encuentre en “los supuestos de padecimiento grave, crónico e imposibilitante o de enfermedad grave e incurable causantes de un sufrimiento físico o psíquico intolerables”.
Una vez concedido el permiso, el paciente tendrá derecho a elegir cómo se le ayuda a morir. El proceso podrá llevarse a cabo tanto en el hospital como en casa, y tanto si se administran los fármacos directamente como si se preparan para que el propio paciente los tome, los sanitarios asistirán y apoyarán a la persona hasta que fallezca.
En las disposiciones adicionales se garantiza que “aquellos que solicitan ayuda para morir al amparo de esta Ley, se considerará que fallecen por muerte natural”.
En defensa de la vida: posiciones éticas y religiosas
La Conferencia Episcopal de España considera que la tramitación del Congreso sobre la Ley de Eutanasia se ha realizado de manera sospechosamente acelerada.» En tiempo de pandemia y estado de alarma, sin escucha ni diálogo público. El hecho es especialmente grave, pues instaura una ruptura moral. Un cambio en los fines del Estado: de defender la vida a ser responsable de la muerte infligida”, manifestó.
También involucra a la profesión médica, agrega, “llamada en lo posible a curar o al menos a aliviar. En cualquier caso a consolar, y nunca a provocar intencionadamente la muerte”. Es una propuesta que hace juego con la visión antropológica y cultural de los sistemas de poder dominantes en el mundo.
La Iglesia española cuestiona el aval que ha tenido esta ley. “La muerte provocada no puede ser un atajo que nos permita ahorrar recursos humanos y económicos en los cuidados paliativos y el acompañamiento integral. Por el contrario, frente a la muerte como solución, es preciso invertir en los cuidados y cercanía que todos necesitamos en la etapa final de esta vida. Esta es la verdadera compasión.
La muerte provocada no puede ser un atajo que nos permita ahorrar recursos humanos y económicos en los cuidados paliativos y el acompañamiento integral
El clero se une a la posición del papa Francisco. “La eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos. La respuesta a la que estamos llamados es no abandonar nunca a los que sufren, no rendirse nunca, sino cuidar y amar para dar esperanza”.
Con antelación a este pronunciamiento, un centenar de profesionales suscribieron un manifiesto en el que pedían detener el curso de la ley. Personalidades del mundo académico, catedráticos y rectores señalaron que “eliminar el sufrimiento sí, pero eliminar al que sufre no”.
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