A la vuelta de tres meses de resguardo social por la pandemia, surgen nuevos análisis que contraponen a los estudios realizados a principios de la crisis. En esa confrontación de datos son ponderados los beneficios sanitarios, económicos y sociales de la cuarentena. Pese a la diatriba, los expertos concluyen que es la hora de terminar los confinamientos.
En los primeros momentos de la emergencia, un análisis económico de la Universidad de Chicago concluía que los beneficios del distanciamiento físico iban a compensar los costes de tomar tan radical medida.
The New York Times y The Washington Post citaron recientemente ese mismo estudio para justificar la orden de confinamiento que recibió la población para controlar el virus. Señalando además que los esfuerzos por reanudar la actividad económica eran peligrosos e irresponsables.
“Se trata de un error”, advierten en un artículo David R. Henderson, investigador de la Universidad de Stanford y Jonathan Lipow, profesor de Económicas en la Escuela Naval de Posgrado en Monterrey (California), que publicó The Wall Street Journal.
Los investigadores señalan que el estudio de la Universidad de Chicago ya quedó desfasado y que los datos más recientes apoyan la idea de que los confinamientos tienen que terminar. El informe publicado a comienzos de marzo estimaba que un régimen de aislamiento de 3 a 4 meses salvaría 1,79 millones de vidas entre marzo y octubre, lo que redundaría en un beneficio para la economía de 7.900 millones de dólares.
La cifra no fue elegida al azar. Valoraron en 4,5 millones de media por cada vida salvada. La cifra lo que los economistas llaman valor estadístico de una vida (VSL, por sus siglas en inglés). Una métrica que las agencias gubernamentales usan para evaluar propuestas y proyectos y que se estima teniendo en cuenta el coste extra de los trabajadores al aceptar trabajos peligrosos.
La Universidad de Chicago explicaba en su estudio que “las estimaciones son tan fiables como las proyecciones de expansión del COVID-19”. Por desgracia, sus análisis se basaban en las cifras del Imperial College de Londres, que estaban plagadas de errores y cuyos vaticinios estaban inflados. Como consecuencia, las estimaciones de Chicago también fallaban.
El confinamiento debe terminar
Henderson y Lipow consideran que el mejor ‘paper’ en el aspecto económico fue lo elaboraron los expertos de la Universidad de Berkeley, en California. Evaluaron datos empíricos resultantes del distanciamiento social, del confinamiento y de las vidas salvadas. Para medir el impacto combinaron datos sacados de los ‘smartphones’ y de los patrones de movimiento, de las interacciones sociales y de la actividad de los sectores no esenciales.
¿Qué determinaron? Que el distanciamiento social ha reducido un 50% el contacto entre humanos. Mientras que el confinamiento en los hogares lo ha incrementado en un 5%. Así, usando los datos de infecciones y muertes, estiman que estas medidas han salvado 74.000 vidas en Estados Unidos. Basándose en datos demográficos del VSL, calculan que el beneficio económico del distanciamiento social es de alrededor de 250.000 millones de dólares.
Análisis apuntan a la reincorporación social
Un estudio más reciente de economistas asociados al Instituto de Economía del Trabajo, en Alemania, sugiere que la estimación de 74.000 vidas salvadas en los últimos 4 meses está por encima de la realidad. «El confinamiento no reduce las muertes, las retrasa. Puede servir si encontramos una vacuna a tiempo, pero no sabemos si habrá la cura».
En vez de validar los confinamientos draconianos, las investigaciones económicas señalan que los esfuerzos por mantener la distancia física han hecho más mal que bien. Sin embargo, no significa que todas las medidas deban ser erradicadas. “Distancia física o no distancia física” no es la cuestión. La pregunta debe ser: ¿qué estrategia tiene sentido?
Para hallar una respuesta, un equipo de economistas del Instituto Tecnológico de Massachusetts publicó los resultados de un estudio que comparaba varias estrategias para frenar la expansión de la pandemia. Concluyeron que se podría haber salvado el doble de vidas si los gobiernos hubieran concentrado sus recursos en proteger a la población más vulnerable. En vez de despilfarrarlos con sectores que no tenían casi riesgos, como los niños.
Esos análisis captan la evolución económica del virus y la respuesta de los países a la pandemia. El consenso apunta ahora a que el confinamiento debería terminar.
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