El confinamiento tan prolongado ha sometido a las sociedades a pruebas inexploradas. A familias enteras, a individuos que viven solos, a parejas y a la relación padres e hijos. Para los expertos, esta reclusión ha supuesto un experimento social y antropológico.
Más de la mitad de la población española, el 51 %, ha pasado esta semana a la fase 1 de la desescalada. La medida permite celebrar reuniones, quedar en una terraza o acudir a los comercios.
En estas nueve semanas quienes viven solos se han visto privados del contacto físico con otras personas. Mientras que las familias han pasado por la experiencia de convivir las 24 horas del día.
El encierro ha sido un experimento sociológico sin precedentes. Universidades y grupos de investigación han empezado a estudiar las consecuencias de la COVID-19 desde vertientes distintas a la sanitaria.
La reclusión, un mundo de experiencias
Para Inés Alberdi, catedrática de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, la reclusión ha sido un fenómeno «muy peculiar, extraño e interesante».
Aunque habrá que esperar al menos un año para obtener resultados científicos, la reflexión «está en marcha» y abarca varios ámbitos de estudio, explica a Efe, la Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política 2019.
Desde la pareja o las relaciones paterno-filiales a la difícil experiencia de las familias monoparentales y el teletrabajo como práctica generalizada.
“Siendo individuos iguales ante el virus, las posibilidades en el confinamiento no son las mismas”. La Catedrática de Sociología y Premio Nacional de Sociología y Ciencias Políticas 2029, Inés Alberdi, analiza las desigualdades más acusadas de la #COVID19 https://t.co/XapogwML8N pic.twitter.com/UjjoCcdwEi
— OTRI-UCM (@otri_ucm) April 24, 2020
La obligación de permanecer en casa ha puesto a prueba las relaciones familiares y ha servido de termómetro para medir el estado de salud de cada pareja.
Alberdi opina que ha sido «una oportunidad para encontrarse de nuevo, para compartir tiempo y espacio o, por el contrario, para ahondar en las diferencias y hacer aún más dura la convivencia«.
Redistribución de tareas
Rosa María Frasquet, miembro del Institut Català d’Antropologia (ICA) considera que la pandemia ha agravado la brecha de género en cuanto a la distribución de los trabajos domésticos y de cuidados. Reforzando así ciertas dinámicas ya presentes en las familias.
«Las mujeres se han quedado en casa cuidando a los niños. Mientras que los hombres han asumido tareas como ir a hacer la compra, que se puede relacionar con el rol de proveedor vinculado a la masculinidad tradicional. Y que se podría entender como un acto de riesgo al exponerse al contagio, pero que también otorga el privilegio de salir a la calle».
La fundadora de la asociación L’Etnogràfica, Antropología para la Transformación Social, ve un lado positivo. El hecho que se hayan visibilizado esas dinámicas puede llevar a que se reabra el debate en la sociedad y en la familia, algo que genera la oportunidad de que las tareas se reorganicen de una manera más equitativa.
Desencuentros entre parejas
Rocío García Torres, psicóloga clínica especializada en terapia familiar, alude a lo ocurrido en Wuhan, la ciudad china donde comenzó la pandemia, para anticipar un aumento de los divorcios en España. «El hecho de encontrarse en una convivencia forzada ha generado en muchos casos la tensión de enfrentarse a un matrimonio que no iba bien», explica a la agencia española.
Textos, imatges, sons. Com estàs vivint el #confinament? 😔 Des de la plataforma @decidimbcn s’estan recollint les vivències individuals i col·lectives per conservar i garantir el dret a la memòria popular. 📣 Digues-hi la teva! https://t.co/RMaes6Y2V6 #LaCulturaTAcompanya pic.twitter.com/EMlPHF6tTh
— Museu Etnològic i de Cultures del Món (@MUEC_BCN) April 29, 2020
Considera que el aislamiento ha puesto de manifiesto que vivimos en una sociedad «muy individualista» en la que es indispensable la voluntad de trabajar en una misma dirección: «Hemos sido privados de libertad, no hemos podido salir a trabajar y hemos tenido que organizarnos con los hijos. Si no hay una cierta filantropía en la pareja, lo que se genera es más desencuentro, distancia y confrontación».
Cárcel en casa
García Torres afirma que el confinamiento ha significado para muchos «vivir en una cárcel». Señala que una convivencia de la mañana a la noche expone a la pareja a una situación que antes evitaba refugiándose en el trabajo o en la vida social.
Alberdi coincide con ella en que es muy posible que aumenten los divorcios «porque la historia de cada matrimonio tiene mucho que ver en cómo les afecta el confinamiento. La desigualdad o una mala relación se acrecientan durante el encierro».
También los malos tratos, apunta la socióloga, porque se ha puesto a las personas «al límite» y porque la convivencia es un factor de riesgo para mujeres que sufren violencia machista.
Las cifras oficiales lo confirman. El número de llamadas realizadas en abril al 016 superó las 8.600, un 60 % más respecto al mismo período de 2019.
Los adolescentes confinados
Si en algunos casos la pandemia ha servido para recuperar la comunicación entre padres e hijos, en otros ha supuesto más ocasiones de disputa en un espacio físico reducido.
Niños, jóvenes o ancianos… ¿a quiénes afecta más el confinamiento?
Un estudio en el que participa la Universidad de Málaga revela qué grupo de edad está sufriendo un mayor impacto psicológico ante la pandemia.
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— Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (@CopMadrid) May 13, 2020
Alberdi pone el acento en el sufrimiento de los adolescentes, porque «su mundo fundamental es el de los amigos y eso se ha frenado a nivel personal, aunque haya continuado a través de las redes.
García Torres sugiere un esfuerzo de empatía con los adolescentes: «Hace muy poco que han estrenado su libertad y ahora la ven coartada; se ven encerrados, con esa incomprensión que sienten como adolescentes. Si los padres no hacen un esfuerzo para dar voz a sus frustraciones, el conflicto va en aumento».
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