Los avances sobre la neurociencia han dejado atrás un montón de creencias falsas sobre la inteligencia humana y el cerebro. Por ejemplo, durante muchos años se pensó que solo utilizábamos el 10% de nuestro cerebro y el resto de su enorme capacidad se desperdiciaba. Hoy sabemos que no es así. Todos podemos usar el 100% de nuestro cerebro a diario con sus más de 86 billones de células cerebrales.
Es difícil determinar cuántas células cerebrales tiene un humano promedio, pero los cálculos más modestos indican que al menos 86 billones están en funcionamiento pleno. Es como imaginar que, en un trozo de cerebro del tamaño de un grano de arena, hay al menos 100.000 neuronas y ocurre el milagro de un millón de sinapsis para comunicarse unas con otras.
Alto consumo de energía
Entonces si usamos el 100% de nuestro cerebro y aunque este complejo órgano solo representa el 2% de nuestro peso corporal, necesita para su sano funcionamiento cerca de 25 % de la energía que producimos.
La alta actividad metabólica del cerebro hace que consuma mucha energía. La mayor parte de esta energía se usa en los procesos sinápticos asociados con el mantenimiento del equilibrio y la conectividad funcional de las neuronas para tareas particulares. Esto quiere decir que la mayoría de la energía que el cerebro utiliza es para realizar diferentes acciones en nuestro día a día.
Usamos en 100% de nuestro cerebro
Jesús Porta-Etessam, vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología, aclaró que la creencia de que solo usamos el 10% de nuestro cerebro es totalmente falso. Probablemente, se trata de una suposición que se remonta a los orígenes del estudio del cerebro, cuando se consideraba que las neuronas eran las únicas células importantes y que el resto -la glía- eran las células de soporte. Aunque es cierto que la cantidad de células gliales es muy superior a la de neuronas, hoy en día se sabe que su función no es la de ser unas simples acompañantes, sino que “también tienen un papel importante en el procesamiento cerebral”, explicó.
La realidad es que “prácticamente en todo lo que hacemos en el día a día utilizamos todo el cerebro”, aseguró el neurólogo. Para comprobarlo basta con hacer una resonancia magnética funcional, que permite registrar la actividad del cerebro mientras se están desarrollando tareas.
El doctor José López-Atalaya Martínez, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el Instituto de Neurociencias de Alicante (UMH-CSIC) explicó en este particular que “centenares de estudios en sujetos que estaban realizando tareas cognitivas demuestran que todas las personas utilizan todo su cerebro”.
¿Cómo funciona el cerebro de los más inteligentes?
No utilizamos solo un 10% del cerebro ni hay gente más inteligente que utiliza un mayor porcentaje. Entonces, ¿en qué se diferencia el cerebro de las personas con mayor inteligencia? López-Atalaya considera que, en primer término, “habría que ver cómo definimos la inteligencia”. Es más, hay quien defiende que no hay un único tipo de inteligencia.
Así, según la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, la inteligencia no es un conjunto unitario que agrupa diferentes capacidades específicas, sino una red de conjuntos autónomos relacionados entre sí.
Según esta teoría, se pueden distinguir ocho tipos distintos de inteligencia: lingüístico-verbal, lógico-matemática, viso-espacial, musical, corporal-cinética, intrapersonal, interpersonal y naturalista.
Las personas con mayores capacidades en alguna de estas competencias no tienen una mayor activación de determinadas zonas del cerebro, según pruebas de escáner cerebral.
El neurocientífico lo ejemplifica con una tarea concreta: “No se ve más activación en el área de la memoria en personas que memorizan mejor. Si hay deterioro cognitivo sí, pero en condiciones normales no”.
Lo usan de forma distinta
Porta-Etessam explicó que las personas más inteligentes no lo son “porque utilicen más su cerebro, sino porque lo usan de una forma distinta”. Estas personas son así “porque han nacido con esa cualidad o bien porque han tenido un aprendizaje, ya que todo se puede aprender”. El cerebro es “la estructura más compleja que existe” y tiene “la gran virtud de que es pequeño”, ya que tiene un volumen de tan solo 1.400 centímetros cúbicos, es decir, “unas dos botellas de vino”.
En el siglo XIX se creía que las personas más inteligentes o con coeficientes intelectuales más altos correspondían a cerebros más grandes, pero se han encontrado personas extremadamente inteligentes con cerebros pequeños, por lo que la relación entre el coeficiente y el tamaño es muy poco significativa. Por otro lado, también se ha comprobado que los cerebros de personas con altos coeficientes son más eficientes que los de las personas promedio, ya que éstos tienen un menor gasto energético.
La neurociencia moderna
Don Santiago Ramón y Cajal, Premio Nobel de Medicina, es conocido como el padre de la neurociencia moderna. Fue el primer investigador en argumentar que el tejido nervioso se encuentra dividido en capas, núcleos y redes de circuitos; además, describió las conexiones entre las neuronas, a las que denominó espinas, pocos años después, se les llamaría sinapsis.
El ser humano es totalmente dependiente cuando nace e incapaz de valerse por sí mismo en los primeros años. Pero su potencial es enorme, dijo Porta-Etessam. “Esto nos permite ir adquiriendo conocimientos y también la aparición del lenguaje”, agregó. “El ser humano ha crecido siempre sobre los hombros de sus ancestros, a diferencia del resto de las especies en las que el aprendizaje es, o bien instintivo, o bien inmediato”.
No se parte de cero
Sin embargo, una persona nunca parte desde cero, sino que gracias a la existencia de la cultura se aprovecha de aquellos conocimientos que ha ido adquiriendo su especie a lo largo de los siglos, dijo.
Estudios científicos han determinado que hay más de 10.000 tipos específicos de neuronas que todo el tiempo envían y reciben información entre ellas y nos ayudan a procesar el mundo. No todas las neuronas son iguales, porque para procesar distintos tipos de información se requieren distintos tipos de neuronas.
El cerebro humano es un órgano extraordinario que puede controlar diversas funciones en todo el cuerpo, desde el ritmo cardíaco hasta las emociones.
Ni los estudios más exhaustivos han logrado comprender totalmente las complejidades del cerebro, pero las cosas que sí se han comprobado son bastante alucinantes, como coinciden varios expertos. El neurólogo Ben Rein, que realiza investigaciones en la Universidad de Stanford, y publicó recientemente en sus redes sociales tres interesantes descubrimientos: Conclusiones sobre el síndrome del cerebro dividido, las arrugas distintivas de cada cerebro y el receptor de la sensación de calor o la capsaicina.
¿Qué es el síndrome del cerebro dividido?
En los pacientes que tienen epilepsia, las convulsiones generalmente comienzan en un lado del cerebro y luego se propagan al otro lado. Para evitar que se propaguen estas alteraciones eléctricas repentinas e incontrolables, los médicos realizan un procedimiento quirúrgico llamado cuerpo callosotomía.
Esta cirugía implica cortar el cuerpo calloso, un conjunto de más de 200 millones de fibras nerviosas que conectan los dos hemisferios del cerebro, para evitar daños mayores. Cuando se corta el cuerpo calloso, se pierde la comunicación entre los dos hemisferios cerebrales, lo que provoca el síndrome del cerebro dividido.
Cuando procesamos información en nuestro cerebro, la información visual del ojo derecho va al hemisferio izquierdo y viceversa; En otras palabras, cada lado de tu cerebro controla el lado opuesto de tu cuerpo. “Tengo este bolígrafo aquí; cuando este bolígrafo está en mi lado derecho, mi campo visual derecho entra y de hecho cruza hasta mi lóbulo occipital izquierdo” explicó Rein.
“Así que en realidad hay una X en el cerebro, donde el nervio óptico de cada ojo se cruza y luego retrocede en una formación de X”.
Los hemisferios funcionan juntos
Sin embargo, los dos hemisferios trabajan juntos para controlar ciertas tareas. Por ejemplo, el hemisferio izquierdo es el principal responsable del procesamiento del habla y del lenguaje.
Los pacientes con síndrome de cerebro dividido, tendrán generalmente dificultades con el habla y el reconocimiento de objetos. “Si a alguien le han practicado un cuerpo callosotomía y colocas un objeto en su campo visual izquierdo, la información va al lado derecho, y como no puede cruzar la línea media para ir al lado izquierdo del cerebro, sabe qué lo es, pueden identificar qué es, entienden qué es, pero no pueden decir en voz alta qué es el objeto”, señaló Rein. No obstante, una vez que se mueve el lápiz hacia el campo visual derecho, los pacientes con síndrome de cerebro dividido pueden decir verbalmente el nombre del objeto.
Arrugas distintivas en el cerebro
Así como las huellas dactilares son únicas en cada individuo. En nuestro cerebro internamente tiene arrugas distintivas e irrepetibles. “Nuestro cerebro tiene arrugas importantes que son idénticas en todas las personas y, de hecho, se utilizan como puntos de referencia”, señaló Rein. “Puede haber diferencias en el tamaño, pero eso se basa más en el peso corporal y el tamaño general”.
Si bien el exterior del cerebro puede parecer similar, en el interior es muy diferente. “Cuando observas la microestructura del cerebro, es decir, la diferente conexión entre las células, la ubicación de las células, todo eso es completamente exclusivo de tu experiencia y tus genes”, afirmó el investigador.
Un receptor de calor en todo el cuerpo
El receptor TRPV1, también conocido como receptor de capsaicina, funciona como un sensor de calor de nuestro cuerpo. El TRPV1 se encarga de ayudarnos a detectar la sensación de calor y dolor en nuestro cerebro. Se activa mediante estímulos que provocan dolor, como caminar sobre la arena caliente de la playa o tocar una taza de café caliente. El receptor se encuentra en todo el cuerpo, incluido el interior de la boca, explicó Rein.
Otra forma en que se puede activar el receptor es a través de la sustancia química capsaicina que se encuentra en la comida picante. “Cuando la gente describe la comida picante como picante, en realidad es porque es el mismo receptor el que detecta el calor”, apuntó Rein. Si bien no es la misma experiencia que tocar una superficie muy caliente, el receptor engaña a nuestro cerebro haciéndonos creer que efectivamente está caliente.
Los teléfonos inteligentes matan el cerebro
Estudios revelaron que más de 140 distintas proteínas en el cerebro son impactadas negativamente por la exposición a frecuencias electromagnéticas, tales como las que emiten los teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos. Por esta razón es aconsejable mantenerse intencionalmente lejos de los móviles por períodos de tiempo para disminuir esta exposición.
Un cerebro promedio pesa alrededor de 1,5 kilogramos, pero si le retiras toda el agua, cerca del 60% de su peso en seco es grasa. Para mantener la habilidad de desempeño de este órgano es importante incluir grasas sanas en nuestra alimentación, específicamente ácidos grasos del tipo Omega 3 que se encuentran en algunos frutos secos como las nueces y el salmón.
El cerebro no siente dolor
El cerebro es la herramienta que utilizamos para detectar el dolor. Cada vez que un receptor de dolor de cualquier parte del cuerpo se activa, ya sea porque sufriste un golpe o una herida, un impulso viaja por tu médula espinal hasta el cerebro. Entonces tu cerebro envía una señal de dolor.
Sin embargo, el cerebro por sí mismo no tiene receptores de dolor. Así que la anestesia que se utiliza para ejecutar una cirugía al cerebro es para evitar que sientas dolor en el cuero cabelludo, las membranas que recubren el cráneo y que protegen al cerebro mismo.
La generación de nuevas neuronas
Se le llama neurogénesis al proceso por el cual se generan nuevas neuronas, que se forman a partir de las células primitivas. Hace más de 30 años se decía que el cerebro adulto ya no era capaz de realizar este proceso, lo cual ha sido científicamente invalidado.
En 2016 se publicó que un grupo de investigadores, a cargo de la doctora brasileña Suzana Herculano-Houzel, realizó un experimento en el que licuaron una parte del cerebro humano de una autopsia, lo diluyeron de manera proporcional y exacta, contaron el número de neuronas y las multiplicaron por un factor matemático para abarcar la cantidad total del cerebro, con lo que llegaron a la cifra de 86 mil millones de neuronas. Se calcula que cada neurona tiene entre mil y 10 mil conexiones con otras.
La neurogénesis es muy importante porque ayuda a reponer la población de neuronas en el cerebro, que se agota constantemente debido a la muerte celular. También contribuye a mantener el cerebro flexible y adaptable, ya que se pueden generar nuevas neuronas para reemplazar las que se han perdido o dañado.
Este proceso se relaciona con una mejor cognición y memoria, así como con un menor riesgo de deterioro mental relacionado con la edad. Se cree que la generación de nuevas neuronas puede desempeñar un papel en el aprendizaje y la memoria, y en la respuesta a los cambios en el entorno.
¿Qué factores afectan a la neurogénesis?
Es un proceso complejo que está regulado por una variedad de factores intrínsecos y extrínsecos.
Los intrínsecos incluyen el tipo de célula madre neural, la disponibilidad de factores de crecimiento y el microambiente local, según el blog neuroscenter.com
Los factores extrínsecos incluyen el ejercicio, la dieta o el estrés.
- El ejercicio aeróbico y dieta saludable. Se recomienda una alimentación que incluya alimentos ricos en antioxidantes y baja en grasas.
- Aprender a gestionar el estrés: la aparición de altos niveles de estrés disminuye la tasa de neurogénesis, por esta razón se recomienda buscar recursos para poder manejar la ansiedad y el estrés de la mejor forma posible.
- Proporcionarse un entorno rico en estimulación y realizar actividades que nos resulten atractivas cognitivamente o que nos den oportunidades para interaccionar socialmente es muy positivo para favorecer el proceso de la neurogénesis.