La UNESCO lidera la implementación del Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030). Es una oportunidad única para que los científicos y las partes interesadas desarrollen el conocimiento científico y las alianzas necesarias para proponer soluciones basadas en la ciencia con el fin de alcanzar las metas de la Agenda 2030. Las soluciones tecnológicas, las políticas de regulación o los instrumentos de financiación no son suficientes para llegar a un desarrollo sostenible. Es necesario un cambio.
Daniel Bowie-Macdonald, senior investment specialist de abrdn
A muchos les incomoda ver el medioambiente a través de un prisma económico, ya que la naturaleza tiene un valor que va mucho más allá de lo que aporta desde el punto de vista económico. Sin embargo, adoptar una perspectiva económica y valorar el ‘capital natural’ de los océanos permite no pasar por alto su enorme contribución.
Los beneficios económicos de los océanos son casi infinitos. La pesca y la acuicultura proporcionan una fuente esencial de alimentos y empleo a millones de personas. Las industrias de la navegación y el transporte marítimo son esenciales para el comercio internacional. Estas industrias se apoyan en los puertos y otras infraestructuras marinas.
Además de atraer el turismo, el valor que aportan los océanos reside también en su potencial como fuente de energía y en la contribución que los océanos y la vida marina pueden realizar a la industria farmacéutica y la biotecnología. El Fondo Mundial para la Naturaleza ha estimado el capital natural de los océanos en 24 billones de dólares y, antes del covid-19, calculó que la economía azul tenía un valor anual de 2,5 billones de dólares, una cifra similar al PIB de una economía del G7. Es importante reconocer el valor intrínseco que aportan para garantizar que el bienestar de los océanos se conserve para las generaciones presentes y futuras.
INVERTIR EN INNOVACIÓN
A menudo se avanza mejor cuando se dispone de los datos y los incentivos adecuados. Ambos pueden motivar a particulares, empresas e incluso comunidades locales a adoptar prácticas más sostenibles o a invertir en innovación.
La abrdn’s Charitable Foundation se ha asociado con la Unesco para financiar proyectos medioambientales en todo el mundo. Uno de ellos, con sede en la isla griega de Creta, está adoptando un enfoque científico para recopilar datos sobre los desechos marinos. Debemos aprovechar el poder de la motivación humana y el interés económico para seguir impulsando el progreso. Trabajando con científicos para obtener datos e implicar a la comunidad local, podemos adoptar un enfoque basado en pruebas y elaborar políticas para gestionar mejor los residuos marinos e incluso prevenirlos.
Debemos aprovechar el poder de la motivación humana y el interés económico para seguir impulsando el progreso. Las tecnologías de energías renovables se están adoptando actualmente en todo el mundo gracias a los numerosos incentivos gubernamentales: estos motores son necesarios para mejorar la salud de los océanos.
ZONAS PROTEGIDAS. El tratado convertirá las aguas internacionales del mundo en zonas protegidas, contribuyendo así a alcanzar el objetivo global de proteger el 30% de los océanos del mundo para 2030
ALFABETIZACIÓN OCEÁNICA
Es crucial ampliar los conocimientos o la ‘alfabetización oceánica’. Según la OCDE, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 (La vida bajo el agua) solo representó el 0,01 % de toda la financiación para el desarrollo hasta 2019. Dada la importancia crítica de los océanos para nuestra salud y nuestra economía, se trata de una estadística realmente decepcionante. Pero las cosas están mejorando a buen ritmo. Soy uno de los expertos de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco y nuestro propósito es mejorar los conocimientos sobre los océanos colaborando con los gobiernos, los responsables políticos y los inversores para mejorar la comprensión de la influencia y los desafíos de los océanos.
La ONU ha declarado 2021-2030 como la Década de las Ciencias Oceánicas y está apoyando una serie de proyectos de investigación para comprender mejor los factores como la desoxigenación de los océanos, el efecto de los microplásticos y la capacidad de almacenamiento de carbono de los manglares y las marismas. Y hay pruebas de que esta atención a las ciencias oceánicas está ofreciendo resultados. Por ejemplo, en marzo se acordó el Tratado de Alta Mar de la ONU, que apoya la biodiversidad marina en aguas fuera de las jurisdicciones nacionales.
En la actualidad, dos tercios de los océanos del planeta se consideran aguas internacionales, lo que significa que todos los países tienen derecho a pescar, navegar y realizar investigaciones. Sin embargo, sólo alrededor del 1% de estas aguas, conocidas como ‘alta mar’, están protegidas. El tratado convertirá las aguas internacionales del mundo en zonas protegidas, contribuyendo así a alcanzar el objetivo global de proteger el 30% de los océanos del mundo para 2030, tal y como se acordó en la conferencia sobre biodiversidad de la ONU en 2022.
La Conferencia de la ONU sobre el Agua, que tuvo lugar a principios de este año, fue la primera conferencia sobre el agua que organizaba la institución en casi 50 años, y su principal resultado fue la Agenda de Acción Internacional sobre el Agua, con la que gobiernos, instituciones multilaterales, empresas y ONG se comprometieron a abordar los problemas de seguridad hídrica.
Aún queda mucho por hacer, pero los avances de los últimos años son esperanzadores y es crucial que mantengamos este impulso.