En febrero, la Autoridad del Canal de Panamá se vio obligada a implementar severas medidas de ahorro de agua para hacer frente al quinto año más seco en el canal en 70 años. Hubo que esperar hasta mayo, para que los niveles de agua del lago Gatún pudieran acomodar un calado constante de 45 pies. Con esto se alivió un poco la situación para los operadores del paso transoceánico, pero la sequía se ha vuelto un problema serio y recurrente, que se agrava con el paso del tiempo.
Con la llegada de la temporada de lluvias, las cotas de agua alcanzaron un nivel óptimo, pero los volúmenes de precipitación se han vuelto cada vez menos predecibles y han obligado a la Autoridad del Canal a buscar soluciones para mantener operativo el canal que permite la navegación entre el Atlántico y el Pacífico.
Menos agua, menos operatividad
La ACP ha monitoreado cuidadosamente su uso operativo de agua desde fines de 2018, cuando las precipitaciones en la cuenca fueron un 20% por debajo del promedio histórico. Esta reducción en las lluvias, junto a un aumento del 10% en las tasas de evaporación en el área del Canal de Panamá en 2019, provocó que el agua en una de las rutas comerciales más transitadas del mundo cayera por debajo de los niveles óptimos. Por esta razón, los barcos de casco más profundo se vieron obligados a transitar con menos carga o encontrar una ruta alternativa, ambas soluciones costosas y disruptivas.
En enero, la ACP anunció que cada barco que cruce el canal deberá pagar una nueva tarifa de hasta el 10% del peaje del navío, que aumentará cuando bajen los niveles del agua.
La fecha oficial de inicio de la temporada de lluvias en Panamá está determinada por diversos factores ambientales, como la velocidad del viento, las precipitaciones en la cuenca, la temperatura del océano en el golfo de Panamá, entre otras métricas. Los cambios en los patrones climáticos juegan en contra de una obra que, por más de un siglo, ha sido un eje estratégico para el comercio mundial.
Buscar más agua
El canal de Panamá necesita mantenerse operativo. Y para ello es indispensable contar con suficiente agua. Y la ACP no está dispuesta a esperar que la solución caiga del cielo, literalmente.
Por esta razón, está buscando ofertas de contratistas para proyectos de infraestructura de suministro de agua estimados en 2.000 millones de dólares. De esta manera, intenta resolver el problema causado por los bajos niveles de agua. Este descenso se debe al cambio climático. Y está afectando las operaciones, a pesar de las medidas de conservación y las nuevas tarifas.
El programa está destinado a satisfacer las necesidades de agua del canal y los requisitos locales de suministro de agua potable durante 50 años. Una solicitud de calificaciones fue emitida el 7 de septiembre. Según la autoridad, el contratista será responsable del concepto, el diseño y la construcción del programa.
El proyecto deberá incluir la identificación de los sitios donde se construirán los componentes. También debe proporcionar todas las investigaciones, encuestas y estudios necesarios. Entre estos, los análisis de las condiciones hidrológicas, climáticas y ambientales. No se han confirmado los detalles del financiamiento del proyecto ni si buscarán recursos en fuentes privadas.
Mantener la viabilidad del canal de Panamá
“Asegurar niveles de agua operativos sostenidos es fundamental para la viabilidad a largo plazo del canal de Panamá. Los niveles históricamente bajos de agua en los últimos años solo exacerbaron la necesidad de adoptar un plan integral ”, dijo el administrador de la ACO, Ricaurte Vásquez.
«Como la mayor inversión del canal desde la Ampliación del Canal en 2016, estoy seguro de que esta medida salvaguardará el futuro de la vía fluvial como uno de los centros más importantes para el comercio mundial», agregó.
Cuando Nicaragua «desafió» a Panamá
«El gran desafío a Panamá». Con estas palabras, los titulares de prensa anunciaban en 2013 el Gran Canal Interoceánico de Nicaragua. Un nombre tan ambicioso como el proyecto mismo. Se trataba de una obra «faraónica», según sus críticos. Pero para el Gobierno de Managua eta parte de «un sueño de 500 años» que pronto se podría concretar.
La obra sería realizada por China. El anuncio hablaba de la creciente influencia del gigante asiático en Latinoamérica. También apuntaba a su rol preponderante en el comercio global y a su apuesta por ser líder en tecnología e infraestructura. En el papel, el canal de Nicaragua sería capaz de satisfacer la creciente demanda global del tráfico interoceánico. El megaproyecto se presentaba como un nuevo hito en la navegación marítima mundial. Su puesta en operación relegaría el canal de Panamá a un segundo plano.
Pero siete años después, Canal de Nicaragua no está construido. Es más, la obra ni siquiera empezó a levantarse. Así que, con más de un siglo a cuestas, el canal de Panamá se mantiene como el rey de la navegación entre el Pacífico y el Atlántico.
Sin embargo, su viabilidad se ha puesto a prueba una vez más. En su momento la naturaleza impidió a los españoles acometer la obra pensada por Carlos V. Luego llevó al fracaso más estrepitoso a los franceses guiados por Ferdinand de Lesseps. Finalmente los estadounidenses pudieron construirlo.
Ahora, un fenómenos natural propiciado por el hombre, el cambio climático, atenta contra el canal de Panamá. Las cartas están echadas.
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